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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

Fútbol: deporte o negocio

25 de febrero de 2016 - 00:00

Soy hincha de Emelec. Pero mis primeros gritos en la temprana infancia fueron: “Aucas, Marañón o la muerte” que nos identificaba a los muy leales fanáticos del equipo expetrolero, dado que sus fundadores fueron los empleados de la Shell. Mis 39 años viviendo en Guayaquil (y el estar casado con una ‘enferma’ emelecista) me enseñaron que para realmente interesarse por un deporte, o lo practicas o te haces seguidor de algún equipo. De hecho, Emelec ha llenado todas mis aspiraciones futboleras; pero mantengo en algún lugar de mi corazón la llama auquista. Sin embargo, les confieso: ya no voy a ningún estadio; esporádicamente veo partidos en las transmisiones de televisión y casi obligatoriamente (es cuestión de honor y de patriotismo ecuatorianos) el seguir a la selección tricolor, aunque sea en la pantalla chica. Y parece que no soy el único con esta actitud.

El negocio de un club de fútbol es producir un equipo ganador. Al final del día, los deportes son una forma de entretenimiento (show business). Muy a menudo, las acciones tienen lugar: sea en el directorio de un club o en la mesa de negociaciones, muy lejos de la cancha donde los jugadores despliegan sus habilidades deportivas. A veces, la agresividad y aun la codicia de los dirigentes, guían a los equipos hacia el fracaso. No hay más que mirar a las tremendas deudas acumuladas por la mayor parte de los equipos de fútbol en el país. Y sin justificar, ‘mal de muchos...’ es lo mismo que ocurre en Europa y en el resto de Latinoamérica. Deudas y gasto incontrolados han originado que el campeonato nacional casi se paralice y los jugadores estuvieron a punto de ir a la huelga por falta de pago en sus salarios. La FIFA (tan venida a menos) ha sancionado a algunos equipos con pérdida de puntos obligando a cancelar deudas muy antiguas impagas.

No me cabe ninguna duda, como administrador profesional y profesor de negocios, de que estos problemas financieros son consecuencia de muy malas decisiones gerenciales. Cuando varios de nuestros emblemáticos equipos caen en estos crasos errores, nos preguntamos si estos problemas tienen o no su origen en la forma como el negocio del fútbol es administrado.

El exceso de gasto y endeudamiento ha dañado tanto al deporte, pues para comprar estrellas internacionales se han comprometido los flujos de caja futuros (alcahueteados por la cuestionada Federación Ecuatoriana de Fútbol e irresponsables banqueros), que es como hipotecar la fidelidad de los hinchas. Esto no dio resultado y los equipos venden a sus jugadores y tienen gravados sus estadios y demás activos que han servido de garantías. Y esto ocurre una y otra vez, cuando se cambia una directiva. Y todavía no se les ha ocurrido o no hay interés en comprar alguno de estos equipos por parte de algún ricachón o corporación internacional que sería lo último que podría pasar.

La idea de crédito corporativo para financiar equipos de fútbol no es nueva. Pero hay que distinguir entre endeudamiento inteligente y quedar atrapados en manos de los acreedores. Creo que ya llegó el tiempo para que los dirigentes deportivos usen más herramientas administrativas, como estadística y análisis financiero, para evaluar a las nuevas figuras que contratan y tener una clara valoración de sus empresas futbolísticas. Pues es así: el fútbol es un negocio. (O)

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