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El Telégrafo
Roberto Follari (*)

Fuerte desestabilización

03 de octubre de 2014

La presidenta Fernández de Kirchner fue clara: hay en curso un proceso golpista contra su gobierno. De él participan algunas decisiones tomadas en el Norte (singularmente los pintorescos fallos del senil juez Griesa, que no parece entender sobre qué decide), alguna intervención fuera de sitio del encargado de la Embajada estadounidense en Buenos Aires y -sobre todo- actores locales que empiezan a dudar de ganar por las urnas en 2015, y entonces prefieren apelar al arma de la desestabilización o el ‘golpe blando’.

En este sentido va la campaña mediática en Argentina a favor de los ‘fondos buitres’, los cuales operan sobre una deuda externa que fue originada por muchos de los actuales opositores, no por el gobierno en curso. Esos fondos especulativos y destructores de las reestructuraciones de deuda de países soberanos, hacen /lobby/ en las naciones a las que atacan, pagando a diversos publicistas y voceros locales. Ello colude con oposiciones políticas que -salvo escasas y destacables excepciones- viven solo de atacar las políticas oficiales, sin ninguna agenda propia, y lanzados a una reacción contra las medidas gubernamentales que se ejerce sin ton ni son.

Por su parte los exportadores de soja y granos han especulado por meses, buscando en simultáneo debilitar al gobierno en lo político, y obligarlo a una devaluación en lo económico. De tal modo no han vendido su producto, lo han almacenado y no lo han exportado. Esto produce asfixia de dólares al Estado, mientras presiona a la vez por la suba del precio de la moneda estadounidense, que los beneficiaría enormemente a ellos mientras perjudicaría el poder adquisitivo de la gran masa de los argentinos.

La suma de estos factores juntos converge en el ataque a la política gubernamental. No necesariamente están todos los actores complotados o coordinados, pero ello no impide que obren de manera concurrente: los sectores de poder económico y geopolítico no requieren batuta en común para coincidir en sus intereses.

El presidente Correa lo dijo con claridad: hay intentos de restauración conservadora en Latinoamérica. Argentina no es la excepción. Y como bien dijo la presidenta ante una presunta y dudosa amenaza de muerte proveniente del ERI, “si me pasa algo no miren a Oriente, miren hacia el Norte”. Desde allí viene el ataque que no está dirigido a un gobierno ni una facción política sino a la estabilidad democrática argentina en su conjunto, a la cual muchos opositores están dispuestos a llevarse por delante con tal de derribar a la presidenta.

Con enorme falta de memoria, esas oposiciones dejan de lado que en 1955 voltearon por la fuerza el gobierno del Gral. Perón. Y que así se ganaron 20 años posteriores de inestabilidad, de violencia y caos institucional que jamás debieran repetirse.

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