Ecuador, 31 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Roberto Follari (*)

Felipe González contra el pueblo de Venezuela

03 de abril de 2015

No es novedad: hoy, muy mayoritariamente, la socialdemocracia juega con la derecha, a nivel tanto planetario como latinoamericano. El componente institucionalista de su ideología la lleva a procurar la preservación del sistema existente y a percibir como mala irrupción la búsqueda de instituciones más justas por parte de gobiernos como el venezolano, el boliviano o el ecuatoriano. Por ello, sus miembros se abroquelan con la derecha más rancia, y a menudo no se distinguen en absoluto de ella.

Vemos hoy el triste papel del gobierno de Hollande en Francia, esclavo de las directivas represivas estadounidenses cuando la reacción a los crímenes contra los redactores de Charlie Hebdo. También se conocen sus políticas económicas en favor de las multinacionales, indistinguibles de las de los gobiernos liberales. O su actitud genuflexa ante Merkel, a la hora de (no) ayudar a un país donde hay hambre, como es Grecia, y donde un nuevo gobierno busca calmarla. El Elíseo prefiere hundir al gobierno de izquierda griego (y con él al pueblo heleno) a tratar de ayudarlo. A su tiempo, Felipe González metía a España a la OTAN, contra sus promesas de campaña y su ideología explícita. El PSOE iniciaba su tránsito hasta convertirse en una mera escribanía del stablishment empresarial y militar, además de una pieza ensamblada en el andamiaje de la geopolítica de EE.UU.

Incluso en la Venezuela a la que hoy la socialdemocracia internacional ataca, el rol de los ‘adecos’ (recordar a Carlos Andrés Pérez) no le fue en zaga -en cuanto a corrupción- al PSOE español: los negociados en Galerías Preciado parecieron juego de niños frente a los usos privados de la renta petrolera por los socialdemócratas venezolanos. Y en cuanto a hambreamiento del pueblo, pese a los altos precios del petróleo por entonces, Acción Democrática compitió palmo a palmo con la derecha democristiana de Copei, de la cual parecía más ser socia que adversaria.

Hoy Felipe González, como en los más sombríos pronósticos de las derechas que siempre auguran a los jóvenes de izquierda una vejez reaccionaria, es un obediente lobbista de los empresarios españoles, y viene a Latinoamérica a trabajar por esos intereses. El joven progresista que llegó al gobierno en España luego del Pacto de la Moncloa y de la transición, es ahora un calco de lo que eran entonces sus adversarios ideológicos.

Ni qué hablar de Fernando Henrique Cardoso, ese teórico crítico de la dependencia latinoamericana, que pasó a ser un actor práctico del ejercicio de esa dependencia desde su lugar presidencial. Y que se convirtió luego en un triste representante de los grandes intereses empresariales que buscan echar abajo a los gobiernos del PT.

Estos dos socialdemócratas reconvertidos a defensores del sistema, son hoy quienes se presentan en Venezuela para, dicen ellos, defender a los presos que -según señala el Gobierno- están allí por realizar actividades de subversión contra las autoridades legítimamente elegidas por la ciudadanía. Por ello, no deja de dar cierta risa cómo proclaman los derechistas que hegemonizan la actual oposición venezolana, que quienes han llegado serían representantes ‘de la izquierda’, buscando con ello legitimarlos. Debieran saber que es un esfuerzo inútil: a esta altura, cualquiera que lea diarios en nuestro continente conoce bien qué lugar ocupan estos actuales socios de las estrategias planetarias que vienen del Norte. (O)

Contenido externo patrocinado