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El Telégrafo
César Hermida

Estado, gobierno y liderazgo

25 de abril de 2015

En 2006 el Estado se hallaba muy deteriorado debido a las corrientes neoliberales. Lo público se había desprestigiado con salarios bajos para que cediera sus obligaciones al sector privado en educación, salud, préstamos para vivienda, manejo de jubilaciones. En lo político no había perspectivas favorables para lo público, pues el candidato millonario había triunfado en la primera vuelta. Pero la esperanza floreció en medio del desconsuelo y triunfó un movimiento nuevo que ofreció una Constituyente y una nueva Constitución de derechos que fortaleciera lo público. Y lo está cumpliendo.

La Constitución de 2008 estableció el derecho al trabajo, a la libertad, la identidad (de género, étnica, generacional), a la seguridad social y a la protección, a la creación y recreación, a la alimentación segura y soberana, a los servicios sociales de educación y salud, universales y gratuitos, y a otros como vivienda, bienestar social. Es decir, al Buen Vivir. Los derechos propician el cultivo de valores, individuales y colectivos, como la dignidad, solidaridad, honradez, responsabilidad, respeto a los demás, iniciativa, optimismo. Un nuevo gobierno para un nuevo Estado, y para cambiarlos apareció un movimiento con un líder.

La gente sigue al líder por sus planteamientos, su capacidad y su carisma. Esta cualidad es compleja, parte de las ideas y emociones. Se mantiene por la forma en que el líder las expresa, por su capacidad de comunicarlas, por volverlas contagiosas y mantenerlas vivas. El líder da ejemplo, tiene simpatía, valentía, contagia con su entusiasmo, es creativo, fuerte, trabaja infatigablemente, enfrenta los problemas, conduce. Sus seguidores le tienen confianza, se sienten seguros. El líder trabaja con equipos y en equipo.

Pero junto al líder no puede haber otro, pues resquebrajaría su autoridad y unidad. Por eso, quien cuestiona al líder se retira o es retirado. Sin embargo, un líder debe ser capaz de planificar el futuro y establecer la sucesión. No es como la realeza, en donde las leyes señalan la sucesión familiar, o el caso de que se deje el poder en manos de hijos e incluso de la esposa.

Como la oposición está al acecho para tomar el poder y detener el fortalecimiento de lo público y el control del mercado, el líder debe preparar al sucesor (a pesar del poder mediático privado en manos de poderosos), para que la sociedad decida si se mantiene el fortalecimiento de lo público y la disminución de la desigualdad, o si se vuelve al pasado. (O)

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