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El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

El último muro de la Guerra Fría

25 de diciembre de 2014

El pasado miércoles 17 de diciembre ocurrió algo inesperado, ese día quedará registrado en la historia como el del inicio de la caída del “último muro de la Guerra Fría”. Simultáneamente, los presidentes Barack Obama y Raúl Castro, de Estados Unidos y Cuba, respectivamente, anunciaron al mundo el restablecimiento de unas relaciones diplomáticas que se interrumpieron en 1960.

En mi opinión, salta a la vista que Raúl Castro ha enviado mensajes en ese sentido y que solamente era de esperar las circunstancias favorables para dar el paso. Se presentó la oportunidad y la aprovechó.

Bajo el mandato de Raúl, Cuba está cambiando a ritmo acelerado. Antes de que se iniciaran las negociaciones secretas con EE.UU., ya Castro había hecho algo sin precedentes en el régimen comunista: anunció en febrero de 2013 que se apartaría del poder al término de su segundo mandato en 2018.

Hace más de 4 años, el Gobierno de Cuba decidió poner fin al igualitarismo salarial y hace 2 años adoptó nuevas medidas para resucitar la economía cubana. En julio de 2014 promulgó una Ley de Inversión Extranjera, en un esfuerzo por incrementar el volumen de negocios internacionales en la isla, en una clara demostración de interés en la apertura comercial. De igual manera, ha permitido la libertad de empresa en algunos rubros, por ejemplo, la compra y venta de automóviles y casas (ha otorgado a la ciudadanía el derecho de propiedad, fundamento de toda forma de capitalismo), también concedió a los cubanos el derecho a tener teléfonos móviles, lo que parece ser son pasos encaminados hacia un conjunto de reformas económicas que los cubanos han estado esperando hace mucho tiempo y que, sin lugar a dudas, necesitan como nación para alcanzar el progreso.

Se pueden ver pancartas en La Habana con la foto de Raúl y el siguiente mensaje: ‘Para tener más, hay que producir más’. Parece estar comprendiendo que, para poder distribuir y brindarle a cada cubano una mejor calidad de vida, se requiere primero producir y que, para hacerlo, se precisa dar un nuevo rumbo a la economía. Y para eso es más fácil si tiene a Estados Unidos como mercado y proveedor, no como el verdugo que le mantiene un bloqueo económico hace más de 54 años.

Para Cuba, el restablecimiento debe traer consigo el fin del bloqueo y la consiguiente dinamización de la economía, mientras para EE.UU., además de las ventajas económicas, deben discutirse los temas de afianzamiento de los derechos humanos y la democracia electoral.

En conclusión, ha llegado la hora de un ‘socialismo con peculiaridades cubanas’, de su segunda revolución, o sea, la económica, sin abandonar radicalmente la primera revolución, esto es, la política, con una clara señal de que su transición hacia la democracia debe ser más corta.

Si así lo hacen, tanto Fidel como Raúl habrán completado su obra, dejando un legado muy importante para el pueblo cubano. Entonces quedarán incólumes y erguidos como dos merecidos ganadores.

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