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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

El linchamiento contra el ‘Tin’ de esos lúcidos periodistas ‘blanquitos’

07 de agosto de 2014

@OrlandoPerezEC

El racismo en Ecuador, con los analistas, ‘tuiteros’, periodistas, editores y políticos que tenemos, muy difícilmente desaparecerá. Con aquellos que se creen por encima del bien y del mal, que juzgan como si fuesen los seres perfectos, por ser blancos, ‘pelucones’ o aspirantes a esa categoría, por considerarse supuestos castos, puros y cristianos, el racismo nacional tiene larga vida.

No escatiman momento ni vergüenza para expresar su xenofobia, pero no necesariamente contra un ecuatoriano sino contra lo que él representa y simboliza. Y no es que Agustín Delgado deba estar ajeno a toda crítica por lo que dice o hace, en calidad de asambleísta. Al contrario, por forjar una nueva realidad para los afroecuatorianos hizo lo que hizo como futbolista y con la plata que ganó, pero eso no les gusta a los que lo han tenido todo: universidades en el exterior, herencias fraguadas con el esclavismo y el sistema “hacendatario” del Ecuador. Y eso, les guste o no, hace la diferencia con el ‘Tin’ y los que ahora, desde ciertos diarios, profesan el linchamiento más perverso y racista.

Las redes sociales ya son, para mal de la humanidad, ese basurero donde afloran todos los odios, fobias y resentimientos de quienes cara a cara son incapaces de sostener una idea. Pero hay otros que, usando sus columnas de los diarios, disfrazan lo que sí dicen en las redes sociales. Esos son los peores y los que corresponden al perfil del primer párrafo de este artículo. ¡Y son ellos los que demandan respeto! Apenas se les pide cordura y dejar de joder, van hasta la CIDH o a Fundamedios a quejarse.

Son los que se burlan de Agustín Delgado, pero no dicen ni pío de aquella legisladora socialcristiana que retó a puñetes a otra en el pleno de la Asamblea. ¿Fue una travesura? Ahí, esos mismos que ahora editorializan se callaron. Y cuando cierta asambleísta cotopaxense insulta a diestra y siniestra en su calidad de opositora -a veces en un ‘pésimo español’- no se burlan porque no habla su idioma colonial, y menos por la ofensa proferida a autoridades y/u opositores a su movimiento político. ¿Y qué decir de los asambleístas ‘mudos’? ¿De aquellos que en partidos populistas, como Sociedad Patriótica, Prian o PRE (y todavía hay alguno que otro en el PSC y en CREO), nunca hablaron porque no tenían nada que decir y ganaban el sueldo sin presentar un solo proyecto de ley?

Si todas las organizaciones de derechos humanos, las facultades de comunicación y/o los mismos medios que se dicen respetuosos hicieran un estudio sobre este tema y revisaran cómo se comporta esta ‘sociedad tuitera’ y sus cómplices, ciertos periodistas, encontrarían que el racismo aflora sin pudor porque ahora hay carta abierta en las redes sociales para acabar con la dignidad de las personas.

Cuando más diálogo se reclama, el racismo lo impide. En la misma proporción que se exige tolerancia, las fobias anulan todo respeto para cualquier persona, incluidos aquellos xenófobos que abundan en las redes y en los medios. Los racistas solo existen en la medida que se pueden sentir más blanquitos que el resto.

Estoy seguro de que si el ‘Tin’ mañana se desafiliara de PAIS, sería el ídolo y el foco de atención y homenajes de quienes ahora lo insultan y vejan, en ciertos diarios y redes sociales.

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