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El Telégrafo
César Hermida

El hospital no es todo

18 de abril de 2015

Los servicios llamados de salud son en realidad de atención médica, es decir que atienden la enfermedad. Hay servicios hospitalarios de atención saludable, como el parto, pero por el riesgo de complicaciones obstétricas.

Desde luego, con la curación se recobra la salud, pero esta no es solo la ausencia de enfermedad. La salud es la vida misma, no solo del cuerpo, sino de la subjetividad (que a su vez no es solo pensamiento), de las relaciones culturales del grupo y las sociales y económicas de la sociedad. La responsabilidad del Estado es garantizar la salud y la vida, porque constituyen derechos.

La política de universalidad y gratuidad de los servicios médicos en el Ecuador constituye un notable logro, pero el hospital no es todo, aunque muchas autoridades y la población misma lo valoren de manera desproporcionada, con su infraestructura nueva, sus equipos de diagnóstico y tratamiento, la disponibilidad de especialistas. 

La atención de la salud, al contrario de lo que se cree, no está solo en manos de médicos (como está la enfermedad), sino en las de varias disciplinas que previenen la enfermedad, y, sobre todo, que promocionan la salud. Estos profesionales, aparte de aquellos de la clínica, son los psicólogos, las trabajadoras sociales y los especialistas como los epidemiólogos, los expertos en servicios y sistemas, en investigación, en gestión. Son los especialistas de la salud pública.

Hace pocos años un ministro de salud que no conocía la realidad nacional (por vivir afuera), obsesionado por la disponibilidad financiera para inversiones hospitalarias (incluyendo los hospitales móviles), menospreció a los especialistas de salud pública, y los clasificó, junto con el ministro de lo laboral, por debajo de los médicos generales.

Actualmente, estos especialistas, con maestrías (epidemiólogos, investigadores, administradores de servicios) tienen un salario inicial de 1.600 dólares mensuales, mientras los médicos generales 2.200. Es una injusta y paradójica realidad por la que más les conviene ocultar su especialidad para iniciarse como médicos generales.

Un buen sistema de salud la promociona como bienestar físico, mental y social, individual y colectivo, atiende las necesidades del cuerpo y la subjetividad, y el derecho a servicios estatales de calidad. Las enfermedades requieren de la medicina y los hospitales, pero, por muy respetables, estos constituyen solo una parte de la atención de la salud, la cual está en manos, además, de otras disciplinas y especialidades. (I)

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