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El Telégrafo
Edmundo Vera Manzo

El celular en clase puede ser destructivo (3)

05 de abril de 2014

El excesivo tiempo que concedemos al celular, computadora o televisión pasando de un tema a otro en una búsqueda insaciable, son formas de rellenar el tiempo cuando no tenemos un propósito formativo y de realización plena en la vida. Muchas personas se encuentran dominadas por las pantallas. Martin E.P. Seligman ayuda a tomar conciencia del problema diferenciando placer y gratificación. Los placeres corporales “son inmediatos, proceden de los sentidos y son momentáneos… son transitorios, se desvanecen con facilidad”. Los placeres superiores son más elevados que los corporales y,  sin embargo, siguen siendo transitorios. Las comidas, sexo, masajes en la espalda, perfumes, distracciones y otros están asociados con la adicción y el círculo vicioso del deseo. Una vez satisfechos, de nuevo se reactiva el deseo de la repetición sin aportar valores en el futuro.

La gratificación, en cambio, se encuentra asociada con la satisfacción que se siente por la culminación del esfuerzo realizado. Es reconfortarse por el trabajo realizado. La lectura de un buen libro, el deporte, las excursiones, etc. cuando alcanzamos una meta se produce una suspensión de la conciencia, tranquilidad, reducción de las emociones y no la presencia del placer. Las gratificaciones proporcionan valor agregado al buen estudio, al buen trabajo, al buen vivir.

La felicidad, para unos, es brindarse numerosas gratificaciones. Si el estudiante se encuentra dominado por el placer para él, la autorización del celular en clase será un desastre para la educación.

Mike Csikszentmihalyi aporta el concepto de fluidez como gratificaciones que acumulan capital psicológico que pueden utilizarse en el futuro. Realizó un experimento con 250 adolescentes con elevada fluidez y 250 con baja fluidez. “Los últimos son jóvenes de ‘centros comerciales’; vagan por dichos lugares y ven la televisión durante muchas horas. Los adolescentes con alta fluidez tienen aficiones, practican deportes y dedican mucho tiempo a hacer sus trabajos escolares”... “Sin embargo, aunque no consideran ‘divertido’ su compromiso personal, este los recompensará en el futuro. Los muchachos con elevada fluidez llegan a la universidad, tienen relaciones humanas más profundas y gozan de mayor éxito en la vida”.  

Las reflexiones e investigaciones de los reconocidos científicos sociales son una crónica anunciada de lo que sucederá con la autorización inmediata de los celulares en las clases si no se da un cambio profundo en la conciencia de los alumnos, los padres y los profesores. Existe una epidemia en los jóvenes que no es  biológica: es cultural, mental y espiritual, que requiere una declaración de emergencia nacional para ser enfrentada en su gravedad y profundidad, antes de usar los celulares en las clases.

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