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El Telégrafo
Roberto Follari (*)

Egipto y Ucrania, perverso-democracias

28 de marzo de 2014

529 sentenciados a muerte. Nada menos. Esa es la insólita y detestable decisión pretendidamente democrática tomada por el Gobierno de Egipto, un protegido de las potencias occidentales. Eso es lo que avala la autodenominada comunidad internacional. Por supuesto, son musulmanes los condenados, partidarios del gobierno anterior, donde la Hermandad Musulmana había ganado con amplio apoyo ciudadano. No le bastó al capitalismo occidental con tirar abajo al presidente, ahora se perpetra la barbarie de más de medio millar de condenas a muerte entre quienes lo apoyaban.

En Ucrania, EE.UU. y sus títeres europeos lograron -con apoyo de una parte de la población local- echar al anterior presidente. El pretexto fue el de siempre: restaurar la democracia. Pero es raro advertir cómo en estos días se asesinó allí a un militante neonazi que fuera aliado de los países occidentales, un matón golpeador ‘al servicio de la democracia’. Ahora, nadie sabe quién lo mató, pues podrían ser los que tuvieron que soportar sus ataques y ahora se vengaron, o podrían ser sus ‘amigos’ occidentales, incómodos con que se hiciera visible tan impresentable compañero de ruta.

Inglaterra, y otros países que son sus aliados, pretenden que las Malvinas sigan siendo inglesas, ‘porque hay que respetar la decisión de los ciudadanos’, en este caso descendientes de personas que fueron llevadas desde Reino Unido. Lo curioso es que para Crimea se sigue el criterio exactamente opuesto: los ciudadanos quieren ser miembros de Rusia, pero Occidente -de acuerdo a sus propios intereses de cercar a Moscú- dice que en nada importa lo que esas personas opinen, y lanza sanciones de fuerza para atacar y aislar a Rusia.

Vimos también en Libia: los pretendidos campeones de la democracia invadieron para, supuestamente, ganar la paz y la normalidad. No solo asesinaron a Gadafi en público -lo vimos millones de personas por TV- sin que haya acusación, juicio y -menos aún- castigo a los culpables, sino que ahora Libia está mucho peor, hay zonas manejadas por bandas y etnias locales, y reina el desorden generalizado en el país.

Qué poco de democrático tienen ciertos pretendidos defensores de la democracia. EE.UU. y sus títeres europeos deberían aprender que los prestigios no se obtienen a golpes, se ganan por comportamiento. Es imposible respetar el uso permanente y brutal de la fuerza por quienes se fingen todo el tiempo defensores de las instituciones y de la democracia, esos que atacan a las democracias verdaderas (léase Venezuela o Argentina) y a la vez apoyan regímenes políticos indefendibles, con tal de que sirvan a sus intereses económicos y geopolíticos.

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