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El Telégrafo
Roberto Follari (*)

EE.UU., la guerra en todas partes

12 de septiembre de 2014

Ahora también quieren entrar en Siria, donde -a diferencia de Irak- no tienen a nadie a favor. Ya intervinieron desastrosamente antes: por atacar al presidente Al Assad favorecieron al fundamentalismo insurgente, con obvios apoyos diplomáticos y otros más materiales, como armamento, mercenarios, información y pertrechos. Ahora, con el pretexto de destruir a quienes ellos mismos alimentaron hasta ayer, pretenden meterse en una zona de altísima peligrosidad, casi en fronteras con Israel y en abierta violación de la soberanía local.

Es cierto que la yihada sunita es peligrosa, y no reconoce las pautas internacionalizadas de derechos civiles y humanos. También lo es que ella ha surgido en gran medida como fruto de las desastrosas acciones militares occidentales: ¿de qué sirvieron 10 años de intervención -invasión, en realidad- sobre Irak, si hoy allí está todo igual o peor que antes, y EE.UU. se dedica a  bombardear, en alianza con un nuevo gobierno que es su títere? ¿No son muchos yihadistas hoy combatidos allí los mismos a los que se apoyó en Siria y han cruzado la frontera? (a la que, por cierto, los yihadistas no reconocen en su intención de imponer un califato en la zona).

También está EE.UU. en Afganistán, donde se metieron en su momento para apoyar a los mujaidines contra los soviéticos. Hoy siguen usando drones contra los talibanes (y, de paso, contra muchos civiles muertos por ‘daños colaterales’ inadmisibles), herederos de sus antiguos aliados en el área.

Es abierto el apoyo de EE.UU. -junto a sus gobiernos aliados/lacayos- a la guerra interna que el Gobierno ucraniano libra contra los separatistas prorrusos, herencia vieja de la Guerra Fría contra Moscú, reabierta nuevamente en torno del peso energético que Ucrania guarda para Europa (provisión de gas y petróleo).

Por si todo esto fuera poco, ahora la OTAN hace escándalo por la situación de Libia, como si no fuera fruto de su propio accionar. También allí hay grupos musulmanes en armas contra el Gobierno, grupos que fueron apoyados por la misma OTAN hace 3 años para destituir a Gadafi. A este se lo asesinó en público, sin juicio ni mediación legal alguna, asumiendo una nueva ley de la selva que también se aplicó a Saddam Hussein y a Osama Bin Laden. ¿Tendremos una nueva acción militar para arreglar los desarreglos que dejó la anterior acción militar occidental?

Demasiados frentes de guerra abiertos, EE.UU. pretende abrir más. Todos los casos implican acciones previas de las cuales la gran potencia y sus aliados son corresponsables. En vez de hacerse cargo, paradójicamente lo usan de pretexto para nuevas acciones, que presumiblemente serán tan torpes e ineficaces como las anteriores, aunque no menos cruentas.

La decadencia del imperio americano así lo impone. Si ya no hay hegemonía económica discernible, queda solamente la desnuda apelación al poder militar y a la violencia directa.

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