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El Telégrafo
Roberto Follari (*)

Argentina: la mentira retrocede

30 de enero de 2015

Evo Morales lo describió bien: la muerte del fiscal Nisman, tras su extraña denuncia a la presidenta Fernández de Kirchner, ha formado parte de una fenomenal celada contra el Gobierno argentino.

La pobreza argumental y el lenguaje -insólito para lo judicial- de la denuncia atribuida a Nisman, llevan a pensar que esa denuncia fue preparada por otros, o al menos por Nisman junto a otros. Y esos otros parecen más cercanos al lenguaje periodístico o al de los servicios de inteligencia, que al de un fiscal con larga experiencia profesional.

No sabemos aún si fue suicidio o asesinato; tampoco se sabe quiénes fueron los instigadores, en cualquiera de los dos casos. Sí ha aparecido como sospechosa la persona que dio el arma mortal a Nisman, quien fue un auxiliar directo suyo. Se trata de Diego Lagomarsino, a quien algunos atribuyen pertenencia o relación con los servicios de inteligencia, dado que sacaba fotografías en medio de actividades de los familiares de víctimas del atentado a la AMIA, así como tenía un fuerte sueldo en la fiscalía de Nisman sin ir regularmente a trabajar en el sitio.

Por ahora, la fiscal trabaja cuidadosamente. Ha mostrado profesionalidad, en relación con una jueza del caso que tuvo que borrar de Facebook sus mensajes ofensivos contra la Presidenta. Hay también sospechas sobre algunos custodios, y un periodista opositor que extrañamente declara haber tirado un sobre que le envió Nisman la tarde anterior a su muerte, y no ha revelado -al menos públicamente- su contenido.

Los indicios aún son difusos, y la prensa hegemónica propone el escepticismo sobre la investigación, intentando atribuirlo a que el Gobierno querría ocultar la verdad. Lo cierto es que, muy por el contrario, a medida que se avanza ya pocos se animan a seguir con la fácil consigna de culpabilizar a la Presidenta, por lo que -al menos acorde a la versión más plausible- ha sido una operación en su contra.

Así, contra lo que la mayoría de la prensa internacional al servicio del neoliberalismo propone, en Argentina, la versión inicial que culpaba al Gobierno está fuertemente eclipsada. Los que salieron a vociferar a la calle el día siguiente a la muerte de Nisman no han vuelto a hacerlo: ahora, muchos de ellos dudan sobre qué ha ocurrido efectivamente.

Seguirá la investigación, y hay que esperar su avance sin adelantar resultados. Mientras, el Gobierno plantea la reestructuración de los organismos de inteligencia, algo que es imprescindible y que -absurdamente- las oposiciones ahora resisten. Quizá la actitud de la ultraopositora diputada Bullrich sea legible como un síntoma de la situación general: agresiva y altanera antes de hablar con la fiscal Fein, luego de que esta la interrogara sobre su relación con Nisman (en sus últimos días de vida) se ha llamado a un llamativo silencio, tras un sorprendente cambio de tono en su lenguaje cuando salió de la fiscalía.

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