Era previsible que al producirse un cambio de régimen, también iba a modificarse algunas políticas y visiones del objetivo que persigue la Revolución Ciudadana y el movimiento Alianza PAIS, forjado a lo largo de la gestión del presidente Rafael Correa Delgado, hoy alejado de Ecuador por voluntad propia.

Ocupa su lugar el licenciado Lenín Moreno, quien fue por varios años Vicepresidente de la República, y ahora, por voluntad soberana del pueblo ecuatoriano, esa función la desempeña el ingeniero Jorge Glas. El voto mayoritario expresado en las urnas, en el último proceso electoral, permitió que también un militante del movimiento ocupase la presidencia del Poder legislativo, el abogado José Serrano.

Daría para pensar que los procesos previstos para el mantenimiento de la Revolución Ciudadana en el poder continuasen armónicamente y sin dificultades, pero la política a través de la historia ha reflejado el pensamiento del hombre y esta característica también ocurre en el presente.

La impronta que puso Correa en su administración jamás podría repetirse, ni habría la intención de que ello sucediera: la personalidad de Lenín Moreno tiene su propia y reveladora característica. Seguramente los seguidores y simpatizantes de AP suponían que hubiese una deseada continuidad. Pero la vida no es así y Moreno está dando pasos que, es obvio, están provocando desconcierto y preocupación en las bases de ese movimiento.

La cabeza del mismo, es decir, Rafael Correa, decidió trasladarse a Bélgica para desarrollar una vida familiar y académica lejana del mundanal ruido.

Será difícil que se pueda conseguir que Lenín Moreno continúe el camino que fue trazado durante 10 años por el expresidente Rafael Correa.

El presidente Lenín Moreno no puede dejar de pensar que la historia demanda una racional continuidad de las cosas buenas que hizo Correa y rectificar, a su modo, aquello que el movimiento considere indispensable para continuar la obra redentora que se ha vivido en la década ganada.

Correa cumple lo suyo al alejarse del país con la intención de no intervenir en el desarrollo del proceso en el inmediato futuro.

En reciprocidad y compromiso, más con el pueblo redimido que con la dirigencia del movimiento, el sucesor tiene el compromiso de velar porque no se desvíe del camino la nave que está conduciendo. Ni siquiera con el positivo proyecto de ampliar la base social de la gobernabilidad, a través del diálogo.

Es fundamental que este nuevo estilo jamás se oriente para dar cabida a quienes, llevados por el odio y la envidia, han pretendido destruir todo lo ganado.

Los líderes y conductores del movimiento AP juegan también un importante rol para llevar adelante una política interna, para apoyar todo lo bueno de lo que se está haciendo y, con la misma autoridad, observar aquello que contradiga la historia recorrida en los 10 años precedentes, teniendo clara la película para saber que, con la misma vehemencia que apoyaron el proceso, lucharán con denuedo para garantizar el futuro. (O)