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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

Ejemplo de dedicación al bien común

17 de octubre de 2017 - 00:00

Un caso admirable es el del sacerdote y sociólogo François Houtart, cuya muerte reciente ha conmovido a través del mundo, que recorrió incansable, entregado  al servicio de los demás, especialmente de los más pobres.

Le dedicó lo mejor de sus esfuerzos a elaborar un paradigma del bien común, que constituye parte fundamental de su legado, sobre el cual escribió varios libros, dio cursos en el IAEN y escribió múltiples artículos de opinión.

Proponía que para salir de la crisis sistémica mundial debida al capitalismo, que pone en peligro la vida en la Tierra, se requiere un nuevo paradigma civilizatorio poscapitalista del Bien Común de la Humanidad.

Una ocasión extraordinaria se le presentó, cuando su amigo nicaragüense Miguel D’Escotto, elegido presidente del 63° Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU, le pidió integrar una comisión de reforma del sistema financiero y monetario mundial, dirigida por el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, como alternativa para salir de la crisis de 2007-2008.  

Houtart propuso que era necesario ampliar la perspectiva para comprender la crisis planetaria en toda su dimensión. La crisis no es solamente económica y financiera, sino también alimentaria, ambiental, energética, social y cultural. Crisis civilizatoria producida por la voracidad capitalista.

En enero de 2009 se propuso por primera vez en la Comisión de las Naciones Unidas sobre la Crisis Financiera y Monetaria Internacional la formulación de una Declaración Universal del Bien Común de la Humanidad, paralela a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Para François Houtart era necesario plantear una Declaración del Bien Común de la Humanidad, como un nuevo paradigma civilizatorio, que requiere una redefinición de los principios ecológico, económico, político, social y cultural-espiritual, y trabajar sobre la evolución histórica del concepto, de su práctica en diversos medios culturales, de sus diferentes expresiones en el islamismo y otras religiones, en el marxismo, etc., para llegar a una declaración unificadora del Bien Común Universal.  

Puede parecer bastante teórico, me dijo al entrevistarlo, pero argüía que retomar un concepto clave como este del Bien Común podrá ser un instrumento de trabajo pedagógico bastante útil para salvar el planeta y el género humano.

Houtart trabajó el concepto sobre la base de cuatro ejes que corresponden a los fundamentos de la existencia colectiva de la humanidad: su relación con la naturaleza, la producción de lo necesario para la vida (economía), la organización colectiva social y política  y la visión del mundo con base en una cultura ética.  

Es un punto de partida, decía, para la definición de nuevos paradigmas que sirvan de articulación para la acción, no de un nuevo dogma, y por lo tanto alternativas para la acción. Y añadía la necesidad de asociar a la idea del bien común la noción de bienes comunes (los ‘servicios públicos’,  el agua, electricidad, transportes,  telefonía, salud, educación, como también los recursos naturales, la tierra, las semillas, los ríos), hoy día desmantelados por las políticas neoliberales de privatizaciones.

Para él, una Declaración Universal del Bien Común de la Humanidad será una nueva generación de derechos, como paradigmas orientadores, que podrían cumplir en el siglo XXI el mismo papel que la Declaración Universal de los Derechos del hombre. (O)

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