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Los niños de Pedernales no han perdido su sonrisa

Los niños de Pedernales no han perdido su sonrisa
Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
29 de mayo de 2016 - 00:00 - Verónica Naranjo Hidalgo

Una cuerda, las diminutas y polvorientas canicas, o una mascota son suficientes para llamar la atención de los chiquillos en Pedernales e iniciar un juego donde la imaginación no tiene límites y la alegría se desborda por doquier.

Así pasan por horas los infantes en los albergues oficiales y en los ‘otros’ que sus familias levantaron tras el terremoto del 16 de abril que afectó a esta población manabita.

Son espontáneos y muy divertidos, encuentran en la mínima situación algo entretenido que les arranca carcajadas con las que olvidan el singular momento que experimentan.

El 1 de junio de este año, Día universal del Niño, será diferente para estos chicos que son parte de los 250 mil niños que según la Unicef quedaron afectados por el terremoto de 7.8°.

Aún tienen en su mente los recuerdos de lo que fue esta celebración el año pasado. “En la escuela nos regalaron juguetes, nos dieron golosinas y elaboramos unos adornos para intercambiarlos con los otros muchachos”, evoca con nostalgia Britany Moreira, de 11 años.

Hoy su escuela “Alfredo Dueñas” en el sector de Buenos Aires, en las afueras de Pedernales, se emplea por horas para que los niños reciban el apoyo sicoemocional que requieren para solventar el difícil momento que les tocó vivir.

Britany, quien cuida de su hermano Jordan, perdió su casa y hoy es parte del albergue. Ella dice con voz entrecortada que extraña tener su propia cama, pero sobre todo siente temor cuando en las noches su padre no está en casa porque sale a trabajar en la Empacadora del Pacífico.

“Aquí tengo que estar de un solo lado porque el espacio es chico, pero sobre todo me da miedo que en las noches vuelva a temblar la tierra y se dé un tsunami como comentan las personas en el albergue”.

Ese temor está presente en este espacio, donde los adultos, en su mayoría, no piensan en festejos sino en tan solo sobrevivir y esperar la ayuda para la reconstrucción física de sus hogares que fueron devastados.

Para Mariana Canchigre esa fecha hoy no tiene mucho sentido. El terremoto le arrebató a su nieto, Jibrian, de 11 años, quien además era el más apegado a ella. Aún con lágrimas no entiende por qué fue el único de sus nietos que no pudo escapar a la tragedia.

“Estaban en la cama los 3 nietos viendo televisión y todos, menos Jibrian, salieron. Cuando regresamos a ver ya no había nada que hacer”.

La madre del pequeño, quien también sufrió afectaciones en su cuerpo, se trasladó al Empalme y dejó a su otro niño a cargo de la abuela, a quien le cuesta recordar las cosas, pero se da modos en acompañar a sus nietos, sobre todo cuando hay nuevas réplicas y se asustan.

“En lo limitado que tenemos lo que nunca nos faltará es amor por estos pequeños que son la prolongación de la vida”.

Pablo Canchinia dice, en cambio, que se esforzará por mantener la tradición de entregar unos dólares a su nieta Sheila Casanova en este día.

“Aunque hoy no tengo ingresos voy a tratar de reunir algunos centavos para poder darle su presente a la bebe y que compre algunas golosinas”.

Enrique García, encargado del bar de ese establecimiento educativo y padre de 2 menores, recuerda que se entregaban pequeños dulces a los chicos como parte de la celebración. “No sé  qué se disponga, pero estoy seguro de que habrá algún detallito para celebrar”.

No dejarán pasar el 1 de junio

Las organizaciones no gubernamentales no quieren dejar de  lado esta fecha y por ello preparan agasajos a los pequeños.

Según Rossana Viteri, directora de Plan Internacional, esta fecha debe ser la oportunidad para que el país en general le brinde a los más pequeños mensajes de esperanza y apoyo.

“Debemos incentivar a que aflore el espíritu juguetón de los niños y esa sensibilidad que tienen para sacar lo bonito de la vida a través de cosas muy simples con las que pueden entretenerse y disfrutar”.

Viteri además recalcó la necesidad de preparar y capacitar a los niños, así como a la población, para afrontar fenómenos naturales y generar la resiliencia (capacidad para reponerse de situaciones traumáticas).

Además insistió en la necesidad de realizar con los pequeños actividades lúdicas.

“El juego en estas circunstancias es tan importante como volver a la educación porque a través de eso exteriorizan sus emociones”.  

Esta organización hará programas especiales el 1 de junio en las 30 carpas que constituyen sus fábricas de inteligencia en localidades de Manabí y motivará también a los padres. (I)

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