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En las alturas de Turi la adrenalina fluye tan rápido como el viento

Los turistas no dejan de tomarse una selfie, este sitio (Turi) es el propicio para divisar toda la ciudad.
Los turistas no dejan de tomarse una selfie, este sitio (Turi) es el propicio para divisar toda la ciudad.
Fotos: Fernando Machado / El Telégrafo
25 de marzo de 2017 - 00:00 - Rodrigo Matute Torres

El sol apareció “a los tiempos”, como dice Santiago Plaza, un joven que aprovechó el momento para subir hasta la parte más alta de la ciudad, Turi, conocido también como el ‘balcón de Cuenca’.

Hay diferentes formas para llegar a este lugar: unos prefieren tomar el bus, otros van en sus autos, otros optan por los taxis y los que desafían el cansancio, caminan y suben los 485 escalones que tiene sitio.

El nombre de Turi (parroquia cuencana), proviene del vocablo indígena kuri, que significa oro. Está situada a 10 minutos del centro de la ciudad. Fue fundada el 5 de febrero de 1853 y nace a la vida eclesiástica el 31 de marzo del mismo año. La montaña de Turi, según la historia incaica, fue un lugar de adoración de los dioses. El área comprende 3 espacios bien marcados: Turi-Centro, el sector de Ghuzho y Punta Corral, lugares que están habitados y ya son parte urbana del cantón.

“Es muy agradable; yo subo 2 veces y bajo una cantidad similar”, señaló Jorge Pesántez, quien, acompañado por su mascota, camina por este sendero todos los días. Él cree que este espacio le da la tranquilidad que no hay en la ciudad, además piensa que este sitio aún está libre de la contaminación que ya es un problema de las grandes urbes”. Como buen deportista que fue en su juventud (basquetbolista y futbolista), el llegar a ejercitarse en este sector le ha permitido mantener su estado físico, pese a los años. “Es un agradable lugar para caminar y distraerse”, indica en cambio, Claudio Naula, quién pidió que la Guardia Ciudadana también haga un recorrido para dar seguridad a las personas que pasean por la zona.

Solo los expertos y con entrenamiento diario suben esta pendiente en menos de 10 minutos, los demás utilizan no menos de 25, haciendo unos descansos en el trayecto.

Una vez en la parte alta, lo primero que se deja ver es el teatro romano, donde se llevan a cabo pocas actividades artísticas y cuando más se utiliza es en Semana Santa para escenificar la muerte de Jesucristo. Cerca del centro parroquial se halla el cerro de Las Monjas, área natural y cultural de gran importancia paisajística y arqueológica.

Llegar a Turi hace 60 años no era fácil, la pequeña montaña tenía algunos riesgos: había que pasar los ríos Yanuncay y Tarqui por peligrosos puentes de madera, y los devotos del Señor de Belén tenían que vencer la distancia del centro de la ciudad al templo parroquial, de unos 4 kilómetros, y la diferencia de nivel de unos 200 metros, después de acceder al barranco. Para acercarse a la gruta había que subir aproximadamente 15 metros, ahora las cosas han cambiado, incluso este lugar se va modernizando con construcciones muy llamativas.

Paul Hammond, un estadounidense nacido en Texas, llegó hasta este sector. Su intención no era precisamente disfrutar del paisaje, sino mirar desde este balcón, un lugar para su futura residencia.

Su intérprete, Lauro Urguilés, le indicaba los espacios que ocupa cada barrio y el hombre manifestó que quiere un sitio muy cerca de la montaña de Turi, “dice que es mejor venir a este lugar, antes que ver en el mapa”, señaló el traductor.

Los juegos extremos

Cuando Rubén Toledo regresó de Estados Unidos, luego de vivir más de 20 años en ese país, lo hizo con la idea de hallar un espacio para la práctica de juegos extremos. No perdió tiempo, apenas estuvo en Cuenca comenzó a buscar el sitio adecuado, “cuando vine acá (Turi) el lugar estaba en venta”, dijo.

El parque mirador extremo, denominado Aventuri, está situado a 2.700 m. s. n. m. Allí, Toledo instaló unas camineras entre los árboles y también columpios, entre los cuales sobresale uno enclavado entre 2 árboles. Es una silla sujeta con 4 cables de metal y en la que quienes la usan la adrenalina fluye en cada segundo. Toledo hizo la demostración, a momentos dio la impresión que se había convertido en un pájaro que quería, desde las alturas, mirar la ciudad, mientras a sus pies volaban por un barranco de aproximadamente 500 metros de profundidad.

“Esto le gusta a la gente”, señala al tiempo que relata que este proyecto no es solo suyo, sino de su familia. Hasta aquí llegan turistas de todo el mundo, el ingreso tiene el costo de $ 1 y para utilizar el columpio deben pagar $ 2 más.

Para descender hasta la iglesia no necesariamente se deben usar las 287 gradas, también se puede utilizar un teleférico construido en el barranco y que se ha convertido en uno de los atractivos de los que visitan este lugar. (I)

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