Parece una serie y los ecuatorianos los televidentes; la temporada se acerca a su final, pero no es ficción, es realidad. El más grande movimiento político que ha tenido el país desde su vuelta a la democracia llega a su ocaso. La fractura ya no se puede esconder. Y los bandos, por ahora dos, están claramente diferenciados. Ya es tarde para la reconciliación, así que ahora lo que hay  es una pugna de poderes para ver quién se queda con la mayor tajada de lo que alguna vez fue una verdadera tienda política nacional, con bases estructuradas y sólida ideología.   Claramente hay dos protagonistas. De un lado el presidente Lenín Moreno, que ha asumido como deber histórico reencauzar la Revolución Ciudadana. Cree que esta se extravió al final y está decidido a retomar el espíritu de Montecristi. Considera que Rafael Correa se intoxicó de poder y ha llamado al orden en el movimiento del que es presidente. Para ello ha reunido a importantes figuras porque junto a él están María Alejandra Vicuña, Miguel Carvajal, María Fernanda Espinosa, José Serrano, Gustavo Baroja. Nadie puede dudar del aporte de ellos en la construcción de la década pasada. Y ese también es su flanco más desguarnecido: ¿cómo criticas algo de lo que fuiste parte? Por eso es que a sus rivales solo les basta recurrir a la hemeroteca para minar la credibilidad del régimen. En el otro bando está obviamente Correa, convertido en lo que no quería ser, el Álvaro Uribe ecuatoriano, líder de la oposición. Sus incondicionales, que no son pocos, están dispuestos a dar pelea. Si en un principio estaban descolocados (era la primera vez que ocupaban esa posición) parece que ya salieron del aturdimiento. Prueba de ello es la peregrinación de esta semana a la Corte Constitucional. Pero el punto débil de ellos son las denuncias de corrupción, más aún si insisten en sostener a Jorge Glas, que a estas alturas ya parece un capricho. El Gobierno sabe eso y por ello no deja de echar sal en la herida. Los correístas entienden a la perfección que si se elimina la reelección indefinida prácticamente estarán derrotados y su vuelta al poder será una quimera. De allí que enfilarán todas las armas contra la consulta popular. Ese es el escenario de la batalla política justamente. Y de alguna forma eso es saludable porque el país, no PAIS, saldará sus diferencias en las urnas; se trata entonces de la tercera vuelta electoral. Ecuador decidió en abril que lo gobierne la lista 35, ahora escogerá qué facción lo hará. Pero hasta que llegue el ‘Día D’ la guerra irá in crescendo; cada día será un capítulo. (O)