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El Telégrafo
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En Brasil aumenta amenaza de 'lobos solitarios' antes de los JJ.OO.

47.000 miembros de las Fuerzas Armadas participarán en los operativos de seguridad durante las olimpiadas.
47.000 miembros de las Fuerzas Armadas participarán en los operativos de seguridad durante las olimpiadas.
Foto: AFP
05 de julio de 2016 - 00:00 - Pablo Giuliano. Corresponsal desde Sao Paulo, Brasil

El temor a un ‘lobo solitario’ en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro sigue siendo la principal hipótesis de amenaza de la seguridad del megaevento que se realizará dentro de un mes  en la ‘ciudad maravillosa’, que bajo un gobierno interino, denunciado por golpista en las calles, investiga posibles conexiones locales con grupos terroristas.       

A un mes de los juegos, la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN) dejó trascender a la revista Veja que hay indicios de que el Estado Islámico (EI) merodea las redes sociales apuntando hacia los Juegos Olímpicos de Río 2016, que serán custodiados por 85.000 agentes de las Fuerzas Armadas, de la Policía y de seguridad privada.  

La hipótesis que manejan los servicios de seguridad es la del ‘lobo solitario’, es decir descarta la acción de grupos organizados. Según consigna el diario El País de España, la posibilidad de un ataque de este tipo, por cuenta propia pero alineado a un grupo yihadista, sería mayor que la de uno organizado por Estado Islámico directamente.    

La noticia llega luego de que el presidente interino, Michel Temer, cedió a las presiones estadounidenses y sancionó el nuevo plan de inteligencia antiterrorista que fue encajonado por la mandataria suspendida Dilma Rousseff, luego del escándalo causado por el espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Washington contra el Gobierno brasileño.

Según el informe publicado por la revista Veja, que tradicionalmente es abastecida por documentos de los servicios de inteligencia, hay preocupación por varias situaciones, incluida la de un sirio refugiado en Uruguay, que estuvo preso en Guantánamo, y vive en Brasil, aparentemente de forma clandestina.

El informe respecto a Río 2016 y la seguridad dice: “La diseminación del ideario radical salafista entre los brasileños, aliada a las limitaciones y operaciones legales para monitorear sospechosos y la dificultad de neutralizar preparativos de terrorismo, apunta para el aumento sin precedentes de la posibilidad de que ocurran atentados”. De una escala del 1 al 5, la amenaza configura el 4, dice el informe de Veja, que deja traslucir un reclamo supuestamente presupuestario de los espías brasileños, ahora recompensados por Temer.

La nueva ley de inteligencia “rompe con la conquista de que los servicios sean comandados por el poder político y civil”, criticó Paulo Pimenta, presidente de la comisión de justicia de la Cámara de Diputados, del Partido de los Trabajadores de Rousseff.

Temer le dio a su jefe de seguridad institucional el comando de los servicios de inteligencia, contra el modelo que había sido desmontado desde que terminó en 1985 la dictadura militar. La pregunta es si el antiterrorismo incluirá represión o prohibición de manifestaciones contra el golpe, a favor de Rousseff y contra Temer durante los Juegos Olímpicos. El juicio político de Rousseff se desarrollará apenas después de finalizada la olimpiada, las primeras que se realizarán en Sudamérica.

Mediante un comunicado a la prensa rusa, la ABIN explicó hace unas semanas que están bajo la mira “contenidos relacionados a ideologías extremistas traducidos al portugués y destinados a Brasil”.

Estas revelaciones fueron cuestionadas fuertemente por el secretario de Seguridad de Río de Janeiro, Mariano Beltrame, autor de la política de pacificación en las favelas desde 2009.  

“La ABIN no tendría que haber confirmado o rechazado nada, cuando hay investigaciones en curso, no se habla, se trabaja. No se puede hacer públicas informaciones no chequeadas que puedan causar perplejidad en la población”, se quejó Beltrame a un grupo de periodistas.  

La seguridad pública en Río de Janeiro es un tema clave: en el centro de operaciones de los juegos habrá 85.000 hombres, 47.000 de las Fuerzas Armadas. Algunos de ellos participaron de las operaciones antiterroristas en la Copa América Centenario, la maratón de Boston y en el Tour de France.

“Sin duda la acción de un ‘lobo solitario’ preocupa más que las acciones coordinadas de grupos terroristas. Eso es más difícil de ser detectado y eso es un riesgo grande aquí y en el mundo”, dijo el subsecretario del comando y control de la Secretaría de Seguridad de Río de Janeiro, Edval Novaes.

Según la organización, 1.800 cámaras en vivo con el centro de operaciones estarán a cargo de las patrullas policiales y 150 agentes protegerán a los 400 dirigentes del Comité Olímpico Internacional (COI). Inédita será la existencia de 4 globos que llevarán cámaras de alta definición, a 230 metros de altura, para cubrir en vivo 13 kilómetros a la redonda de los cuatro lugares donde se desarrollarán las disciplinas a partir del 5 de agosto.

La situación de la infraestructura olímpica se encuentra bajo control, pero no así la situación institucional del estado de Río de Janeiro, que hace dos semanas declaró un polémico estado de calamidad pública para obtener préstamos del gobierno federal interino de Temer y hacer contrataciones sin ninguna licitación de último momento.

El gobernador de Río, Luiz Pezao, con licencia por un tratamiento contra el cáncer, pertenece al Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB), la fuerza de Temer y del alcalde de Río, Eduardo Paes.

El alcalde Paes, irritado por la calamidad en el estado de Río de Janeiro, dijo que  “estas quejas del estado de Río y de sus autoridades complica los Juegos Olímpicos. Deben arremangarse y trabajar, ya que el gobierno federal de Temer les dio todo”.

Temer le entregó unos $ 900 millones mediante transferencia a Río de Janeiro para cumplir con obligaciones corrientes como pago de salarios a los médicos del sistema público.  

En el centro de la atención está la seguridad en Río de Janeiro, un problema crónico parecido a una guerra civil de baja intensidad o silenciosa entre policías, narcotraficantes y parapoliciales que se disputan el control en las favelas o comunidades pobres.

Todavía asombra la operación que narcotraficantes realizaron el 19 de junio en el Hospital Souza Aguiar, uno de los más grandes de Brasil y el que atenderá a los turistas durante los Juegos Olímpicos, cuando un grupo de 25 delincuentes rescató a tiros al narcotraficante Nicolás Labre, conocido como ‘Fat Family’. Está herido en el rostro, pesa 120 kilogramos y es el hombre más buscado de Río. Controló durante años el narcotráfico en algunas favelas y es uno de los líderes del Comando Vermelho (Comando Rojo), organización que domina el narcotráfico en algunos barrios pobres.  

Diez personas murieron durante los operativos para recapturarlo en los últimos días, según la prensa local. (I)

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