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Punto de vista

Yo soy porque todos somos

Yo soy porque todos somos
22 de noviembre de 2016 - 00:00 - Freddy Ehlers Zurita

En un reciente encuentro con representantes de la cultura esmeraldeña, se debatió ampliamente sobre si lo correcto era llamarles negros o afro-descendientes a los miembros de este pueblo ecuatoriano, así como si persiste en nuestro país la discriminación hacia quienes tienen un origen o una piel distinta a la de uno.

Nos dijeron que afrodescendiente es un término frecuentemente usado a nivel latinoamericano y también por organismos internacionales. Sin embargo, tal como manifestó la mayoría de los entrevistados, negro tiene una connotación de mayor orgullo e identidad. Cualesquiera de las dos alternativas es válida -nos dijeron-, pero lo importante, más allá de la clasificación humana, es entender y preservar la identidad de cada uno de los pueblos y nacionalidades que forman parte de la nación ecuatoriana, más aún cuando en verdad todos somos afrodescendientes. Según las más precisas investigaciones sobre el origen de la especie humana, hay suficientes evidencias científicas de que los seres humanos provenimos de las llanuras africanas y que de allí salieron los primeros a poblar el conjunto del planeta, hace más de sesenta mil años. Por lo tanto, es perfectamente válido aceptar que todos somos afrodescendientes, porque nuestra matriz viene de África.

Un tema más profundo e importante que el nombre es el de la discriminación. Leopoldo Zea, el filósofo mexicano universal, decía que no llegaríamos a una etapa superior de desarrollo hasta que no entendamos y aceptemos que “todos los seres humanos somos iguales precisamente porque somos diferentes”. Es decir, que lo que nos hace iguales son nuestras diferencias y por ello es que no hay una sola persona idéntica a otra. Ese es el anhelo del humanista, pero infelizmente la realidad de la historia humana ha sido otra: la de discriminar al que tiene una apariencia física diferente o una cultura distinta.

La esclavitud, la mayor de las vergüenzas humanas, surgió precisamente de creer que nuestro ego es superior al de los demás. Hoy se mantienen formas distintas y solapadas de esclavitud y, como siempre, los más afectados son los más débiles. En uno de sus mejores libros, Discurso desde la Marginación y la Barbarie, Zea nos hace ver cómo siempre marginamos y calificamos como bárbaros a quienes han sido diferentes y han pensado de otra manera, y que este es el origen de casi todas las guerras y atrocidades de nuestra ya larga y sangrienta historia.

Hoy, según nos confirmaron, sigue existiendo en alguna medida la discriminación en el país, no solo contra el negro y otros pueblos, sino también desde el negro hacia quienes no son iguales a él. No es un problema de Ecuador, sino que es una problemática que se da en todas partes; basta recordar cómo este hecho ha marcado las recientes elecciones en Estados Unidos.

En la conversación, Juan Montaño Escobar marcó la ruta a seguir, la de una antigua enseñanza del pueblo negro: “Yo soy porque todos somos”. Esa fue una de las mayores enseñanzas de nuestro encuentro. No será posible construir la sociedad del Buen Vivir si no nos encontramos en el otro como hermanos, como mismos, si no entendemos que somos uno solo, precisamente porque somos diferentes. (O)

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