Tan distintos, retrato de una familia en ciernes

Al silencio le antecede el exceso de palabras. Se saturan, se agotan, dejan de significar y lo único que queda es un vacío insondable entre dos personas que, estando a pocos centímetros la una de la otra, no pueden hablarse ni entenderse.

Ella trata, él se resiste. Él se esfuerza, ella se rinde. Quizás, esa ausencia de comunicación es el resultado del paso natural de los años en una pareja que lo ha vivido y sentido todo. Pero también puede ser el producto de ocultamientos voluntarios, de una selectiva falta de honestidad entre ambos.

La película ecuatoriana Tan distintos, dirigida por Pablo Arturo Suárez, desentraña esa crisis de pareja que solo podrá saldarse si es que Ricardo (Ferran Herrera) y Paula (María Beatriz Vergara), sus protagonistas, regresan a mirar al pasado para entenderlo y liberarse de sus culpas y temores. “La historia nace por la necesidad de hablar de las relaciones interpersonales de una familia que se ve afectada por secretos oscuros. Es el retrato de una pareja de muchos años, donde el amor es distinto, es más real, cotidiano”, comenta su director, cuyo filme se estrenará mañana en Quito y Cuenca, en las salas de Multicines, y será exhibido en Austin, Texas, el 4 y el 8 de mayo, en el 19º Cine Las Américas International Film Festival.

Este conflicto familiar tiene como telón de fondo un viaje que hace la pareja hacia su casa en la playa Cañaveral, entre Cojimíes y Pedernales, en Manabí. Allí, en medio de una casa habitada por la soledad, con muebles cubiertos por fundas, una nevera vacía y una cama destendida, ellos tratarán de resarcir su incomunicación.

Las recurrentes tomas a los amaneceres y atardeceres en el mar profundizan los conflictos internos de Paula y Ricardo, dos individuos aparentemente dicotómicos que se resisten a resolver sus problemas en una casa que les trae malos recuerdos. Sin embargo, con la llegada inesperada de su nieto Benjamín (Jorge ‘Coque’ Andrade), y con la intervención de otros personajes, como su hija Catalina (María Josefina Viteri) y un profesor de la zona (Alfredo Espinosa), ellos irán transparentando sus emociones.

“Esas playas me son muy especiales porque desde pequeño solía ir allá con mi familia, porque tienen esa magia de escape. Por eso la casa, al haber sido filmada en ese lugar, se convierte en un personaje más de la historia, en un elemento esencial para el resto de los personajes”, relata Pablo Arturo, quien coescribió este trabajo junto a Antonella Frisone, en un diálogo permanente que duró un año.

“Mientras el cine ecuatoriano se llenaba de punk, drogas, sexo, adolescentes y acción, llegó Pablo Arturo a proponerme hacer algo sencillo: pocos personajes, una locación y la tranquilidad del mar”, dice Antonella en la página oficial del filme.

Los personajes de Tan distintos son actores profesionales que han trabajado en el cine y el teatro, como María Josefina Viteri o María Beatriz Vergara. Solo para elegir a Benjamín, el más pequeño de los intérpretes, se hizo un casting y él fue seleccionado porque conjugaba la inocencia y picardía que buscaba el director.

La película recibió el Fondo de Producción, en 2013, del Consejo Nacional de Cine y el Fondo de Posproducción, en 2015, de la misma institución. A su director le tomó, entre el financiamiento y la realización, tres años finalizar este proyecto.

Donaciones para playa Cañaveral

El equipo de Tan distintos se solidariza con las víctimas del terremoto del pasado 16 de abril, pues varias de las locaciones donde filmaron y la gente con la que trabajaron sufrieron afectaciones. Por ello darán 2 funciones solidarias, en horario vermouth, el 30 de abril y el 1 de mayo, en los Multicines del CCI y del Scala Shopping, en Quito. Quienes quieran apoyar solo deben llevar donaciones, como agua embotellada, artículos de aseo personal y comida no perecible, prioritariamente.

“La película es una manera de visibilizar estas zonas y mostrar sus paisajes hermosos, que tenemos que rescatar y revivir. Hay un eterno agradecimiento a toda la gente que nos ayudó, a la comunidad de La Chorrera y el Cañaveral, a los pescadores, a la gente que estuvo detrás de cámara y que nos ayudó con la logística; y a la gente del mercado que nos vendía la comida para el día a día”, señala Pablo Arturo. (I)