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José Alejo Capelo Cabello, el poeta de los obreros

José Alejo Capelo Cabello, el poeta de los obreros
15 de enero de 2014 - 00:00

Poeta, historiador, dramaturgo, tipógrafo, militante: todas estas facetas conformaron la múltiple personalidad de José Alejo Capelo Cabello, nacido en Ecuador a fines del siglo XIX y que desde muy joven comenzó a destacarse por su incansable labor militante.

Impregnado de un pensamiento anarquista cada vez más notorio, su más importante centro de actuación fue el puerto de Guayaquil, ciudad en la que por entonces convergían ideologías y corrientes radicales de la izquierda internacional.

En un contexto signado por aceleradas transformaciones sociales y económicas, y con la creciente conformación de la clase obrera local, no tardaría este activista en convertirse en uno de los primeros ideólogos del anarquismo local.

En este sentido, la vida de Capelo coincidió con el nacimiento y arraigo del socialismo libertario en las primeras décadas del siglo XX: y en algunos casos, y según los testimonios de varios de sus compañeros, su participación resultaría determinante para la constitución y consolidación de diversas entidades de carácter anarquista forjadas al calor de las luchas obreras en el país.

Si bien ya desde principios del siglo XX se conformaron en Guayaquil los primeros grupos ácratas, la formación política de Capelo y de buena parte de esta inicial generación de anarquistas probablemente se debió a la creación en 1910 del Centro de Estudios Sociales, núcleo político con amplios contactos internacionales que distribuía varias de las publicaciones revolucionarias de esta época, como La Protesta, de Argentina; Regeneración, de México, y Solidaridad Obrera, de España, entre otras. En tanto que a partir del siguiente año, la Librería Española también comenzaría a vender libros y libelos escritos por Bakunin, Malatesta, Kropotkin, Stirner y Reclus, posibilitando así la consolidación y maduración ideológica de este primer grupo anarquista.

Una de las primeras experiencias organizativas de Capelo fue la conformación en 1915 de la influyente Sociedad Cosmopolita de Cacahueros Tomás Briones, destinada a agremiar a aquel sector de la clase obrera encargada del ensacado y transporte del cacao.

En ese mismo año, esta entidad comenzó a publicar El Cacahuero, dedicado a difundir las ideas anarquistas. Las colaboraciones de Capelo se extendieron -incluso- a una gran cantidad de periódicos anarquistas, entre los que se encontraban El Hambriento, Germinal, El Federal e incluso Regeneración.

En 1920 aparece el Centro Gremial Sindicalista (CGS), cuyo objetivo era la “liberalización de todos los oprimidos de la tierra congregados en la asociación sindical libertaria que reemplazará al sistema actual, oponiéndose a todas las doctrinas políticas y religiosas por considerarlas funestas y perjudiciales a los derechos y aspiraciones de los trabajadores”. La principal publicación del CGS fue El Proletario, donde comenzaría a destacarse José Alejo Capelo: junto a él, convergieron -además- otros activistas del anarquismo ecuatoriano, como Manuel Echeverría, Justo Cárdenas, Narciso Véliz y Segundo Llanos.

Desde su filiación anarquista fue también un importante creador de sindicatos y organizaciones obreras, como la Asociación Gremial del Astillero, constituida por trabajadores portuarios, y cuyo periódico fue Tribuna Obrera, publicación de Ideas y Combate, uno de los principales medios dedicados a denunciar los atropellos del gobierno y en impulsar el mensaje conmemorativo del 1 de mayo. No sería raro encontrar en sus páginas diversas crónicas y la poesía de este referente del anarquismo ecuatoriano.

Por otra parte, consciente del valor educativo de las escenificaciones teatrales, dio vida al grupo de teatro Ricardo Flores Magón, con el propósito de difundir el ideario anarquista entre las masas obreras.

Su principal núcleo de acción radical fue el grupo Luz y Acción, constituido en 1921 y que activaría en la escena política de la izquierda ecuatoriana junto a otros círculos como Redención, Tierra y Libertad, Solidaridad y Hambre.

Mientras tanto, Capelo apoyó la unificación en ese mismo año del CGS con el Centro Socialista ecuatoriano, dando lugar al Centro de Propaganda de Ideas Libertarias Regional Ecuatoriano, base sobre la cual en octubre de 1922 fundó la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana (FTRE).

La FTRE era una entidad de tendencia anarcosindicalista, que convivió con la Federación Regional de Obreros del Ecuador, fundada también en ese mismo año y conformada por sindicatos autónomos y regionales de base socialista, y con la Confederación Obrera del Ecuador, existente desde 1912 y que con una ideología más conciliadora agrupó a la mayoría de los sindicatos y también a entidades patronales.

La FTRE realizó su primera asamblea en octubre de 1922, llegando a sumar 36 asociaciones en dos meses de campaña de afiliación. Surgió propugnando la abolición radical del dominio y la explotación del hombre por el hombre. “Queremos para todos: pan, libertad, amor y ciencia. Y para conseguir este fin, creemos necesario que los medios de producción estén a disposición de todos”.

La FTRE tuvo una actuación destacada en la convocatoria del movimiento huelguístico de 1922, donde también Capelo cobraría un papel de alta significación como dirigente y como testigo de la masacre del 15 de noviembre.

Por su involucramiento en los hechos, fue arrestado y solo la presión popular impidió un destino seguramente trágico para la vida de este activista.

En 1934, Capelo, junto a distintos grupos anarcosindicalistas, participó en la reorganización de la FTRE, pero después de fallidos intentos decidieron crear otra organización sindical, la Unión Sindical de Trabajadores, donde -además- se encontraban otros militantes, como Eusebio Moriel, M. E. López Concha, Abel Gonzales y Alberto Díaz.

El ascenso de las ideologías socialista y comunista y el debilitamiento del anarquismo marcarían también un declive en el activismo de José A. Capelo a partir de la segunda mitad de la década del 30. Sin embargo, durante la Guerra Civil Española, y como todos sus compañeros, hizo pesar su solidaridad con la central anarcosindicalista Confederación Nacional del Trabajo (CNT), la cual había sido protagonista de la Revolución Española de 1936.

Reconocido como un referente del anarquismo a nivel internacional, contribuyó con sus escritos para el periódico ácrata Tierra y Libertad, de México. Publicó el libro 15 de Noviembre: una jornada sangrienta y, mágicamente, murió el 15 de noviembre de 1973 en Guayaquil.

Más allá de su activismo político, la figura de Capelo también es recordada por su intensa fibra literaria y poética, expresada en incontables publicaciones nacionales y del exterior. A continuación reproducimos dos escritos representativos de su pensamiento y de su militancia política, como anarquista, pero sobre todo, como defensor de los derechos obreros y como creyente en la redención de la humanidad:

La vida
Las ilusiones de la vida…; la nada. El doloroso fracaso de una vil servidumbre enigmática y mentida… ¿A dónde vas, perdido caminante, por los tortuosos senderos del error y la mentira? Aspiras a algo, y este algo, lo buscas en la sombra. ¡Oh! La eterna aspiración de un algo para explicar el goce de la vida. ¿Aspiración?... No: ¡ambición! Somos los eternos ambiciosos, los eternos buscadores de un goce que nunca hemos sentido, que no sabemos de dónde vendrá ni para qué lo necesitamos. Y gozamos. Y sin embargo sentimos la necesidad de un goce superior. Y seguimos ambicionando… Tal es la vida: una eterna ambición. Y por eso vivimos, y por eso morimos…

El Primero de Mayo
Camarada
hoy, primero de mayo
vibrará tu optimismo
comulgarás conmigo
en el sagrario rojo de nuestras
almas plenas.

Mirarás los astros lejanos
vigilando el silencio de los
horizontes.

Los todos potros del viento
traerán a tu oído
la canción torturada de todos
los suburbios.

Millares de antenas cordiales
llevarán por el mundo
el más fervoroso saludo augural.

Y dentro de ti mismo, camarada,
en tu sangre en tu pecho y en tus músculos palpitará el futuro.

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