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El Telégrafo
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Cristina Mancero poetiza el vacío de su garganta

Especialista en cine documental, Mancero también ha escrito poesía y ha hecho estudios sobre discapacidad.
Especialista en cine documental, Mancero también ha escrito poesía y ha hecho estudios sobre discapacidad.
Foto: Mario Egas / El Telégrafo
18 de agosto de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Sucedió de repente. Un día, durante un viaje a Papallacta, mientras la artista y cineasta Cristina Mancero estaba en la piscina, sintió un ardor en la garganta, como si alguien hubiera rasgado con fuerza las paredes internas de su cuello. Aquel día ella decidió descansar durante toda la noche hasta que le pasara el malestar, pero a la mañana siguiente  amaneció afónica, incompleta, con un vacío que no desapareció.

Hace más de diez años Cristina perdió una cuerda vocal sin saber por qué le ocurrió eso. Su cuerda súbitamente se paralizó y dejó de vibrar, lo que provocó que su voz se volviera tenue, hasta ahora. Luego de visitar desde doctores ortodoxos hasta chamanes para entender lo que le había pasado, Cristina viajó a los Estados Unidos, donde tomó un curso sobre discapacidades que le cambió su visión del mundo.

Después de tantos años de estar obsesionada con curar su voz, Cristina finalmente asumió -luego de tomar ese curso- que tenía una discapacidad. Aceptó la forma en que su voz sonaba ahora, reconoció la ausencia de su cuerda vocal y se apropió de una nueva identidad. Un texto titulado ‘Aclarando mi garganta’  -publicado en el medio digital La barra espaciadora- da cuenta del proceso que atravesó Cristina desde que perdió su cuerda vocal.

“Se habla mucho de la heteronormatividad compulsiva. Hay autores que hacen un alcance a esta categoría y hablan del capacitismo compulsivo. Es decir, esta necesidad que tiene la sociedad de que todos los cuerpos sean funcionales, que produzcan, que respondan al capitalismo. Y si es que los cuerpos no funcionan bien, te exigen que corrijas la falla”, critica Cristina a la forma como la sociedad prejuicia y estereotipa a los individuos que huyen de la norma.

Afonía, disfonía o parálisis de la cuerda vocal. Distintos resultados médicos fueron los que ella recibió, hasta que decidió no atormentarse más y asumió lo incompleto de su ser. Horas antes de que la cineasta ecuatoriana partiera hacia un retiro espiritual, reflexiona: “Con la ausencia de la cuerda vocal empecé a replegarme mucho más, pues ya de por sí soy tímida. Ese vacío era como una vergüenza alrededor de la garganta, como un collar que debía cargar. Pero es lo que hay, es parte de mí. Ya no estoy desesperada ni luchando por hallar una cura”.

Aquellos tránsitos y vacíos que la artista vivió son plasmados en una obra que forma parte de la muestra Cuerpos que (se) miran, que se expone en Arte Actual Flacso hasta el próximo 31 de agosto y aborda nuevas miradas de representar a las personas con discapacidad. El trabajo que propone Mancero se denomina ‘Y un hueco nunca más se cerró’ e involucra a la fotografía, la palabra escrita, el sonido y los objetos. La obra tiene los principios de accesibilidad universal.

En esta propuesta, la artista usa las conchas de mar como un símil de las cuerdas vocales que, a su vez, son parecidas a una vagina. Mancero relaciona el acto de la laringoscopia con el de la penetración, pues este puede resultar, a veces, un ejercicio violento e invasivo. “Hice una reflexión de todas las veces que fui penetrada para que me revisen, la idea del hueco que no se cierra y así surgió el concepto de la concha”.

La obra se complementa con fotos en blanco y negro de las conchas y con poemas de Cristina relacionados con esas imágenes. También se exhiben distintas conchas, en diversos tamaños. Dos citas de Roland Barthes abren y cierran la obra. Una de ellas, dice: “Dos verdades diferentes, la verdad del habla y la verdad del silencio”. (I)

 

 

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