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El reinado del Yamor, un concurso que desató polémica

Wendy Terán Jiménez, de 17 años, vivió 13 años en Orense, España, en compañía de sus padres. Hace 4 años regresó a Otavalo. Fotos: Santiago Aguirre
Wendy Terán Jiménez, de 17 años, vivió 13 años en Orense, España, en compañía de sus padres. Hace 4 años regresó a Otavalo. Fotos: Santiago Aguirre
31 de agosto de 2014 - 00:00 - Andrea Rodríguez

Las primeras representantes ecuatorianas a los concursos de belleza provenían únicamente de Quito y Guayaquil. Eran jóvenes blancas y mestizas.

En los años treinta se eligió a la primera Miss Ecuador: Sara Chacón, una guayaquileña que más tarde participó en Miss América Latina; en aquella época el certamen Miss Universo no existía. Este último certamen nació recién a principios de los años cincuenta. Durante varias décadas, estos eventos parecían exclusivos de las jóvenes ecuatorianas provenientes de las 2 ciudades más grandes del país.

Pero la regla se rompió en 1995 cuando una afroecuatoriana, Mónica Chalá Mejía, ganó el concurso Miss Ecuador. En esa ocasión, la prensa destacó sus primeras declaraciones: “Esta elección servirá como una pauta para demostrar a la sociedad que los negros son seres humanos con las mismas capacidades. He vivido discriminación como toda mi familia”. Esta joven no fue la única representante afroecuatoriana en un concurso de belleza.

En 2003, la esmeraldeña Mayra Rentería Matamba también representó al país en Miss Mundo.

Aunque los certámenes de belleza estuvieron dominados por mujeres blancas, el canon estético se amplió con la elección de estas jóvenes afrodescendientes. A pesar de la aparente apertura, las mujeres indígenas seguían al margen de estos concursos. ¿Por qué? Una investigación desarrollada por María Moreno de la Universidad de Kentucky, en Estados Unidos, advierte que “los cuerpos indígenas parecen estar socialmente construidos como no deseables o atractivos. En ese sentido, la belleza no es natural, sino ideológica y tiene, además, un cierto tipo de cara, ciertos rasgos, textura de cabello, color de ojos, forma de boca y labios”.

En 1995, Mónica Chalá fue elegida Miss Ecuador. Fue la primer mujer afrodescendiente en ganar este certamen

Según Moreno, los concursos internacionales de belleza han sido exitosos precisamente por construir conexiones ideológicas que ligan la belleza y la feminidad con la identidad grupal. En países como la India, las mujeres con piel marrón o crema son consideradas bellas, aunque tengan rasgos caucásicos.

Esta ‘mezcla’ disimula, sin embargo, la exclusión de otras mujeres hindúes, de baja estatura, de piel más oscura y, supuestamente, menos agraciadas.

En nuestro país, es insólito que una mujer kichwa participe en estos eventos, tan inusual que Wendy Terán, de 17 años, fue la primera representante de la población kichwa para el reinado del Yamor 2014 que se realizó este sábado 30 de agosto. Mientras las otras 4 candidatas usan tacones altos, faldas, jeans y vistosas blusas que dejan al descubierto los brazos y, en ocasiones, la espalda, Wendy mantiene su identidad. Viste con el tradicional anaco que combina con la camisa bordada con hilos multicolores. Su cuello está rodeado de gualcas, mullos dorados de numerosas sartas que le otorgan sobriedad. “Yo siempre estoy vestida de gala”, comenta mientras se lleva la mano a la cabeza para evitar que sus cabellos se desordenen con el viento. Dice que hay muchos indígenas que se oponen a su candidatura, porque tienen una mentalidad muy radical.

Por eso, cree necesario incentivar y apoyar cualquier iniciativa que contribuya al fortalecimiento étnico y cultural. En realidad, su candidatura al reinado por las fiestas del Yamor no surgió por iniciativa propia. Fue una propuesta del Cabildo Kichwa de Otavalo que llevó a cabo un casting para preseleccionar a 3 jóvenes indígenas.

Después de esta etapa, fue el Comité de Fiestas del Municipio de esta ciudad el encargado de entrevistarlas y finalmente elegir a la representante kichwa. Cuando Wendy se enteró de que ella fue la elegida, decidió compartir la noticia a través de las redes sociales. Las reacciones fueron casi inmediatas. “Hubo comentarios alentadores. Me decían que era muy valiente al aceptar la candidatura y que la elección sería una oportunidad para una reivindicación étnico-cultural”. También recibió mensajes en contra. Quienes la cuestionan aseguran que “participar en un concurso de belleza no significa ningún acto de reivindicación étnica”.

Wendy quiere estudiar Ingeniería en Biotecnología en la Universidad San Francisco de Quito. Su madre, Janeth Jiménez, la apoya en sus proyectos

Lucila Lema, periodista kichwa, oriunda de Otavalo, comparte esta última opinión. “La identidad no está en participar o no en este concurso. El problema radica en cómo está concebido, para quiénes y con qué objetivo”. Sostiene que no se trata de un evento intercultural, porque, a todas luces, es excluyente. Esta joven está convencida de que ahora hay otros espacios y formas de entablar relaciones interculturales reales.

Esta comunicadora recuerda que los años ochenta y noventa estuvieron marcados por una constante lucha indígena por los derechos colectivos: la tierra, la educación bilingüe, el reconocimiento del Estado Plurinacional, entre otros. En ese contexto, varios jóvenes de Otavalo, en particular de la comunidad de Peguche, decidieron apoyar la candidatura de Verónica Barahona Lema para el reinado del Yamor. El objetivo —precisa— era visibilizar la cultura kichwa, pero las autoridades del cantón “alegaron que las ordenanzas municipales no permitían la participación indígena”. Según Lucila Lema, en ese caso, ocurrido en 1996, se demostró que las leyes eran elaboradoras por mestizos y bajo preceptos racistas.

De hecho, el secretario de Asuntos Indígenas de la Presidencia de la República, Mariano Morocho, se mostró indignado ante la negativa del concejo municipal de Otavalo, a que Verónica Barahona participe en el concurso de belleza.

En la actualidad, esta joven estudia en el Colegio Particular San Luis de la ciudad de Otavalo. En un año finalizará sus estudios secundarios.

Con la candidatura de Wendy Terán, afirma Lucila Lema, ha ocurrido lo mismo, ya que las otras jóvenes que se presentaron al casting y que fueron patrocinadas por el Cabildo Kichwa de Otavalo no fueron seleccionadas porque, al parecer, no “cumplen con los parámetros físicos para ser reinas de esta ciudad”. Para ella, toda mujer tiene derecho a participar en estos eventos, pero considera que en ellos se manejan cánones de belleza estereotipados. “Si se obliga a las mujeres a cumplir con ciertas características, entonces cómo puede una mujer mostrar ‘el ser kichwa’, según otro concepto de belleza, otra cosmovisión que no sea tener medidas establecidas”.

Para la candidata Wendy Terán, el concurso es una oportunidad para demostrar que el pueblo kichwa es una cultura viva y no un museo. “Tenemos el reto de reafirmar nuestra presencia en cualquier ámbito”, asegura.

Mientras tanto, Luis Maldonado Ruiz, indígena otavaleño, presidente del Centro de Estudios sobre Buen Gobierno y SumakKawsay, considera absolutamente inapropiado que el Comité de Fiestas del Yamor mantenga criterios estereotipados de belleza. “Para precalificar a las candidatas utilizan cánones occidentales”. Para él resulta curioso que de las 3 precandidatas indígenas, hayan escogido a la más blanca. Considera que en Otavalo aún persiste una referencia colonial muy arraigada en términos de lo que se considera como bello. Por esta razón, califica a estos concursos como procesos de aculturación y alienación.

“En sociedades pluriculturales hay otros cánones para establecer si una mujer es bella o no”. Para este funcionario es inaudito que se exija a la sociedad indígena acoger estos parámetros a los cuales califica como expresiones de racismo. Además, hace un llamado a respetar la Constitución y los derechos de las diferentes nacionalidades. “Es necesario superar esas taras coloniales”. Maldonado recuerda que hace más de una década la sociedad indígena presentó a su candidata Verónica Barahona y el Municipio de Otavalo estableció un reglamento para boicotear la candidatura al reinado por las fiestas del Yamor. Precisa que este hecho motivó a plantearse la necesidad del pueblo indígena de acceder al poder local.

Desde Verónica Barahona, a finales de la década de los noventa, la población indígena no ha propuesto candidaturas para la Fiesta del Yamor. “Ninguna joven kichwa debería aspirar a participar en estos concursos que tienen marcados rezagos coloniales”.

Mientras sus compañeras utilizan faldas cortas, vestidos y tacos, Wendy conserva su identidad: viste con el tradicional anaco que combina con blusas bordadas a mano.

Cuando las candidatas mestizas se visten de indígenas

Ramiro Andrade, historiador, indica que es curioso observar la percepción que tiene la sociedad de ‘lo indígena’, al resaltar este componente únicamente en la elección del traje típico en los concursos de belleza. Cuando llega este momento, las participantes, la mayoría mestizas, se visten con la indumentaria indígena y bailan al ritmo de la música que se escogió para la ocasión. En ese caso —explica— se recurre a los trajes indígenas para demostrar que el mundo indígena juega un papel en la identidad de la sociedad, pero, en realidad, se le ha dado un uso folclórico y bastante trivial a este tema.

A diferencia de este certamen, concebido desde la visión occidental, los indígenas de la comunidad de Agato, en Otavalo, organizan en febrero su propio reinado. Se trata de la elección de las ñustas (reinas) del Pawkar Raymi de Agato. Además, de esta elección, se realiza el campeonato internacional de fútbol y algunos los festivales artísticos.

Agato es considerada la primera comunidad que organizó eventos deportivos y culturales en la época del florecimiento hace más de 65 años.

A diferencia de estos eventos, la mayoría de los certámenes de belleza replican los modelos transnacionales de belleza, como sugiere el estudio realizado por María Moreno de la Universidad de Kentucky.

En ese caso, los criterios de belleza dominantes resultan difíciles de satisfacer y, por lo tanto, se convierten en una carga para las propias candidatas. En estos eventos, la belleza femenina no se circunscribe solo a la forma física de las diferentes partes de la anatomía femenina, sino también a cómo las participantes exhiben su figura y cómo se desenvuelven.

En una página web donde se destacan los atributos que deben reunir las candidatas a los reinados de belleza internacionales se resaltan los ojos como un elemento indispensable.

“No importa su color, lo que sí interesa es su expresividad. Los parpados deben ser grandes para permitir un maquillaje atractivo y las cejas bien definidas y no muy pobladas”, señala uno de los expertos en maquillaje de candidatas a certámenes internacionales.

En el Municipio de Otavalo hubo resistencia a las candidaturas

Raúl Amaguaña Lema, oriundo de la comunidad de Agato y actual Presidente del Cabildo Kichwa de Otavalo, asegura que el Director del Comité de Fiestas del Yamor 2014, Rubén Buitrón, no les permitió inscribir directamente a la candidata kichwa. “Nos indicó que el Municipio, a través del Comité, era el encargado de elegir entre las 3 precandidatas que fueron propuestas”.

Amaguaña comenta que en el Cabildo Kichwa desconocían los pormenores del proceso para inscribir a la primera candidata indígena, así que decidieron acogerse a las recomendaciones del Comité de Fiestas. A Raúl Amaguaña no le gustó que en el Comité de Fiestas les dijeran que no garantizaban la participación de una candidata de la sociedad indígena. “A mí parece que ellos no tuvieron otra opción que aceptar a una candidata de nuestro pueblo para el reinado”.

Para este funcionario, el concurso es un espacio bastante cerrado tanto, que Mario Conejo, el exalcalde indígena no lo pudo romper. “Pienso que ya era hora de que ese espacio se democratice y muestra de ello es la candidatura de Wendy Terán”.

Gabriel Díaz, de 32 años, comerciante, docente y pintor indígena, considera que el concurso es un evento mestizo, en el cual las mujeres indígenas han permanecido al margen durante varias décadas.

A pesar de esta aparente exclusión, considera que es necesario que en el certamen participe una joven indígena. “Estamos rompiendo ya algunos paradigmas. Pienso que la participación de Wendy es un ejemplo de pluralidad”.

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