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El Telégrafo
 Juan Carlos Morales. Escritor y periodista ecuatoriano

Poderoso caballero es don Dinero

23 de marzo de 2017 - 00:00

“Madre, yo al oro me humillo, / Él es mi amante y mi amado,  / Pues de puro enamorado  / Anda continuo amarillo.  / Que pues doblón o sencillo / Hace todo cuanto quiero,  / Poderoso caballero  / Es don Dinero”. Con esta frase don Francisco de Quevedo y Villegas, allá por el año del Señor -como se decía hace más de 400 años- inicia su famoso verso.

Otra parte dice: “Es tanta su majestad,  / Aunque son sus duelos hartos,  / Que aun con estar hecho cuartos  / No pierde su calidad.  / Pero pues da autoridad  / Al gañán y al jornalero,  / Poderoso caballero  / Es don Dinero”. Este hijo de hidalgos nació cojo, con ambos pies deformes y una miopía que, incluso, lo dio cierta fama por esos extraños lentes llamados precisamente ‘quevedos’. De familia de abolengo fue el secretario de la hermana del rey Felipe II, María de Austria.

Pero para entender este poema hay que rastrear -no he leído en ninguna parte esto- la poesía del Arcipreste de Hita, en el poema ‘Lo que puede el dinero’: “Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar; / al torpe hace discreto y hombre de respetar; / hace correr al cojo y al mudo le hace hablar; / el que no tiene manos bien lo quiere tomar”.

Juan Ruiz, que así se llamaba, nació en Madrid en 1281, así que debieron de pasar sus buenos tres siglos para que la poesía de Quevedo retomara estos asuntos. Cosa curiosa, los dos estuvieron presos por culpa de sus versos. El satírico clérigo Ruiz era rebelde para su época: “Y si tienes dinero tendrás consolación, / placeres y alegrías y del Papa ración, / comprarás Paraíso, ganarás la salvación; / donde hay mucho dinero hay mucha bendición”.

Por su parte, Quevedo nos legó también ‘Es amarga la verdad’: “¿Quién hace al ciego galán / y prudente al sin consejo? / ¿Quién al avariento viejo / le sirve de río Jordán? / ¿Quién hace de piedras pan, / sin ser el Dios verdadero? / El dinero”.

Esto viene a cuento porque uno de los hombres más ricos del planeta acaba de morir a sus 101 años. Se trataba de David Rockefeller, cuya fortuna ascendía a 3.300 millones de dólares. Un banquero que se doctoró en economía en la Universidad de Chicago, aunque también estudió en Harvard. Amante de viajar a Marruecos, era filántropo y dueño del Chase Manhattan Bank. En su colección de arte tenía obras de Picasso, Monet, Matisse y Rothko. A lo largo de su vida donó 150 millones de dólares al Museo de Arte Moderno (el famoso MOMA), además de la universidad con su apellido y el edificio de las extintas Torres Gemelas.

Se puede leer: “Los presidentes Jimmy Carter, demócrata, y Richard Nixon, republicano, le tantearon para el cargo de secretario del Tesoro, que declinó. Los Rockefeller se guiaban por el principio de que había que devolver a la sociedad todo lo que les había dado”. Su abuelo John dijo: “Si tu única meta es ser rico, nunca lo conseguirás”. Uno de los Rockefeller, Nelson, en su visita a Quito en 1942, compró varios cuadros al joven Oswaldo Guayasamín, que tenía 23 años. Eran banqueros amantes del arte aunque, en este caso, no precisaran de Quevedo. Ya lo decía Mahatma Gandhi: “El capital no es un mal en sí mismo. El mal radica en su mal uso”. (O)

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