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El Telégrafo
César Paz-y-Miño

Banco mundial de ADN

18 de febrero de 2017 - 00:00

Dada la enorme cantidad de especies en peligro de extinción, así como el mejor conocimiento que tenemos sobre la función de los genes en este fenómeno, se vuelve indispensable centralizar los datos de las especies en el mundo.

Se calcula que existen unos 30 millones de especies en el planeta, de las cuales al menos un millón están en peligro de desaparecer y un 33% corren riesgo de reducirse sustancialmente hasta el año 2020. Un importante estudio analiza datos de 187 países, en donde la actividad humana y comercial incide en la extinción de unas 6.803 especies de animales y muestra cómo los cambios del hábitat coadyuvan a esa extinción.

Los países con mayor consumo, industrias, carreteras, viviendas, construcciones y pesca ponen en mayor riesgo a las especies. Al ritmo que van, se calcula que desaparecerían 24% de especies de mamíferos y 12% de aves; es decir se perdería su material genético de manera permanente. Un 85% de rinocerontes han desaparecido, algo igual ocurre con linces, elefantes de colmillos de marfil, galápagos gigantes, cóndores andinos, etc.

La propuesta del banco mundial de ADN es recolectar material genético de todas las especies amenazadas, estén libres o en zoológicos, y almacenarlo en congelación (-80 a -270 grados Celsius). Aunque los centros científicos que comandan este banco de genes y de células de las especies están en Estados Unidos, Australia e Inglaterra, otros 22 países se han integrado en un moderno proyecto llamado Arca de Noé Genética, que ha reunido ya 48.000 muestras de 5.500 especies.

Jamás en la historia de la humanidad se ha dado un aceleramiento en la desaparición de las especies y posiblemente las próximas generaciones no las conozcan. Por eso se justifica un banco para tener un registro histórico de células y ADN, con posibilidad de ser manipulado para regenerar especies extintas.

Esto conlleva una discusión ética trascendente, pues al desaparecer una especie debido a diversas problemáticas, esta pierde su nicho ecológico y posiblemente, al reemplazarla por otra y ponerla de nuevo en la naturaleza, traerá problemas aún no conocidos de competitividad, adaptación, eficiencia, desplazamiento. Cuestiones que deberán ser manejadas por las nuevas generaciones.

El Ecuador, al ser un país megadiverso, alberga miles de especies propias y únicas. Por esencia somos un banco natural de recursos y deberíamos contar con un esfuerzo nacional, en términos de política de Estado, para almacenar sus células y ADN con la finalidad de preservar, de manera soberana, la rica fauna y flora. (O)

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