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Ecuador, 29 de Marzo de 2024
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El Telégrafo
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Atención sin calidad ni calidez en algunos hospitales del IESS

Es penoso constatar -más cuando se trata de niños- que la atención de salud en las áreas de emergencia de hospitales del IESS es deficiente y a veces inoportuna. Esta es una más de las tantas historias que se tejen diariamente en las salas de espera, donde la esperanza de una curación se convierte en desesperanza y desesperación de los padres, que deben soportar horas de ignominiosa espera antes de que sus vástagos sean auscultados.

Sucede un día cualquiera -aunque estas líneas hacen referencia a una noche- en el Hospital del IESS de Durán. La improvisada sala de espera (en realidad el patio exterior con cubierta de carpa) está colmada de pacientes y acompañantes, todos estresados por largas horas de espera, reflejan en sus rostros el cansancio, unos y el dolor, otros.

Acudimos a emergencia -vocablo que aquí ha perdido su significado (Situación de peligro o desastre que requiere una acción inmediata. DRAE)- y no encontramos la atención que esperamos. Sucede a todos los que están presentes. El dolor, la molestia, los síntomas anormales se vuelven parte nuestra, aprendemos a sobrellevarlos o nos “hacemos al dolor”. Pero hay algo que es insoportable: el dolor de un niño. Ese dolor ajeno que cala hondo en los padres y en los que estamos presentes. Ese dolor no es percibido por quienes tienen la obligación de proporcionar, facilitar, deparar las condiciones necesarias para que esta importantísima área del hospital y del Seguro Social en general se desarrolle con normalidad, con excelencia, con calidad y calidez, según lo propugna el Primer Mandatario.

Así pasa el tiempo, inexorable y lacerante, y los usuarios -jubilados, afiliados e hijos o cónyuges- sufren con impotencia sus malestares, algunos en su desesperación descargan su indignación contra los custodios de la puerta y una supuesta inacción del personal médico de turno. Otros reprimen sentimientos, controlan dolencias y esperan el turno, que suele llegarles hasta 5 horas después de haber accedido a un tique.

Pero todo cambia cuando se ingresa, cuando se logra la atención médica requerida. Cuatro jóvenes médicos y un reducido equipo de enfermería se esmeran por atender a todo aquel que lo requiere. Hacen todo lo humanamente posible: atención clínica, auscultan en busqueda del origen de las dolencias, suturan a los heridos, proveen medicina y auxilio a enfermos graves, acompañan el traslado en ambulancia hasta el hospital regional a los casos más críticos, y más, y más...

Pero, entonces, de quién es la culpa de la “mala atención”, de la prolongada espera. No hay que hilar muy fino ni “romperse” la cabeza pensando para darse cuenta de que los directivos o son indolentes o son ciegos. O quizá el cargo les queda grande. No toman las medidas adecuadas. No se dan cuenta que esta inacción genera un sentimiento de rechazo en la sociedad, que en muchos borra de la mente las buenas acciones que se realizan en otros ámbitos, como el de los préstamos para vivienda, donde el IESS y el Biees, desde octubre del 2010, han otorgado más 1.741 millones de dólares en préstamos hipotecarios.

Esos funcionarios de tercer nivel, de cuarto, quinto y más, inoperantes, hacen daño a la Revolución Ciudadana, al igual que algunos médicos de mentalidad añeja, que atienden en los consultorios de consulta externa -con las respectivas excepciones- solo por cumplir un horario, mas no un postulado. Pero este ya es tema para otra entrega.

Atentamente,

Ramiro Serrano Miranda
Durán - Guayas

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