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Especial coronavirus

Ayudando al prójimo para que la vida continúe

Desde el MIES no ha habido descanso para llevar el alimento a las familias vulnerables en todo el país.
Desde el MIES no ha habido descanso para llevar el alimento a las familias vulnerables en todo el país.
Foto: Archivo / El Telégrafo
04 de abril de 2020 - 00:00 - Redacción Sociedad

Byron Núñez Freile ha visto pasar en su vida varios brotes de enfermedades que han azotado a la humanidad. Hoy es uno de los cientos de miles de trabajadores ecuatorianos de esferas imprescindibles, ya sean del sector público o privado, que no han parado para que la vida continúe de algún modo durante la emergencia sanitaria vigente en el país por la pandemia del nuevo coronavirus (covid-19).

El doctor cuenta que durante su etapa de la Medicina Rural se desató la malaria, pero tras la aparición del cólera, en 1992, tomó la decisión de especializarse en España.

Ahora es profesor de Enfermedades infecciosas y Medicina tropical en la Universidad Central del Ecuador. Pero también está activo en esta coyuntura sanitaria, en el Hospital Carlos Andrade Marín de Quito. “Esta situación de la pandemia por coronavirus es un poco difícil como sociedad, pero hay una razón que nos mueve y que está sustentada en la razón de ser del trabajador de la salud: el dedicarse a cuidar al prójimo”, dijo.

pandemiaLas caseritas toman precaución y garantizan las ventas de alimentos en los barrios. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo

En Guayaquil, epicentro de la pandemia, el matrimonio de Anabel Zamora y Víctor Orellana ha trabajado todos estos días en una farmacia. “Es riesgoso, por supuesto, pero nosotros atendemos por una ventanita pequeña. Les pedimos a las personas que mantengan la distancia y también usamos alcohol para desinfectar el dinero al recibirlo o dar un cambio”, señaló a este diario.

Como ellos se entregan desde el campo de la Salud Pública, otros permiten un mínimo de condiciones en la emergencia, ya sea en las entregas a domicilio, o en los bancos, la seguridad y los bomberos, entre otros.

En el norte de Quito Byron Cócheres distribuye gas licuado, aunque las ventas no son buenas. “De ley todos tenemos miedo, pero hay que dar el servicio para que la gente no tenga que salir a los depósitos”.

René Vivanco tampoco ha cerrado su tienda de barrio La Portuguesa, en el norte de Quito. “Lo hago por vender, pero también por ayudar porque se corren riesgos”, relató mientras cubría su boca con una mascarilla.

Manuel Balseca suministra medicinas a 40 farmacias en el centro de Quito y los Valles de los Chillos y de Cumbayá en su camión cada día. “Tenemos salvoconducto, podemos circular todo el día para que lleguen a los clientes y por eso nos protegemos con mascarilla”, apuntó.

“Nos sentimos un poquito útiles porque con nuestro trabajo hacemos que el país no se quede estancado y aportamos un granito de arena”, aseguró Paúl Alvarado, distribuidor de cárnicos. (I)

pandemiaDesde los terminales, trabajadores y voluntarios hicieron lo posible por frenar el covid-19. Foto: Archivo / El Telégrafo

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