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“Para que todos nos vean de forma diferente, hay que cambiar de actitud”

“Para que todos nos vean de forma diferente, hay que cambiar de actitud”
08 de marzo de 2012 - 00:00

Desde el norte de Esmeraldas llegaron a la “Nigeria” en 1997 y se encontraron con que no tenían energía eléctrica y  las calles en invierno se deshacían en lodo.  

Catorce años después, sentada en el taller de artesanías, cuadros y túnicas de la agrupación “Mujeres progresistas”, Sonia España reflexiona sobre el significado de la palabra Nigeria. “Cuando la escuchas piensas en pobreza, discriminación, negros, ladrones, vagos, solo en cosas negativas, porque eso es lo que nos han vendido”, se contesta.   

Sonia y sus amigas querían que mejoraran las condiciones del sector, “nosotras  no invadimos tierra, invadimos agua, buscamos el relleno, pusimos puentes. No teníamos ningún servicio básico”. 

Ahora tienen un banco de uso comunitario que este año dará préstamos de hasta 1.000 dólares a las 306 personas que allí depositan sus ahorros, porque trabajar en el mejoramiento del barrio no les pareció suficiente.    

“Conocimos nuestros derechos como personas, como mujeres y decidimos capacitarnos, entendiendo que si no lo hacíamos no íbamos a salir adelante”, dice Sonia mientras, ataviada con una  túnica “de reina” que evoca la vida de sus antepasados en África, recoge su cabello en un turbante.

En el 2006 llegó al sector una delegación de la Fundación Interamericana que les sugirió aplicar una propuesta: “Nuestra institución funcionaba en una casa de caña; existía, pero lo que te abre las puertas es tener una estructura”.

Panaderías, peluquerías, restaurantes, puestos de encebollado y papelerías... cada negocio del barrio está señalado en el mapa que tienen en el segundo piso: “cuado una compañera solicita un préstamo, con aquel mapa podemos evaluar si existe una saturación en el servicio que ella piensa ofrecer y así podemos evaluar si es factible abrir ese u otro negocio”, apunta.

El mismo año en que presentaron la propuesta para edificar la institución en físico, viajó a Cuenca y aprendió a manejar una caja de ahorro comunitaria. “Empezamos con un fondo rotativo; cada compañera ponía cincuenta centavos o un dólar hasta que llegamos a tener 6.000”.

Luego recibieron una donación de $24.000 y también capacitación de la Cepam, que les permitió entender sus derechos: “nosotros empezamos hace seis años planteando cada una un análisis de la familia, y en tres años hemos visto que la violencia ha decrecido porque las compañeras empezaron a administrar un recurso económico, con sus negocios, que les daba cierta independencia en sus hogares”.

Para Sonia, no deben entenderse los derechos de las mujeres como una suerte de pelea con el marido: “Debemos conversar con nuestros esposos, hablar con ellos sobre cómo nos gusta el acto sexual, cuántos hijos queremos tener, cómo deben tratarnos”.

“Para que los otros nos vean diferentes, tenemos que cambiar de actitud”, asegura, convencida. Sonia vive en Nigeria y sabe que allí hay cultura, comida esmeraldeña y folclor: “con los componentes que teníamos aquí decidimos abrir el Centro empresarial, restaurante y hostería comunitaria África Mía”, y esa batalla la van a pelear este año.

Tienen que conseguir el 30% de la inversión total que necesitan para construir el centro, para que una organización financie el valor restante.

Y es que para Sonia, “la sabiduría que no se practica es un bulto que estorba”; y piensa en Rosa Parks y en Alonso de Illescas, para inspirarse.

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