Alfredo Bravo (35 años) cubre el orificio de su cabeza con un gorro de lana. Si se lo quita es solo para contar lo que le ocurrió en junio de 2011, cuando salió a una cantina para celebrar con sus amigos.

Este campesino es habitante del cantón La Bonita -cabecera cantonal de Sucumbíos- y asegura que la gente de dicha localidad no es mala, pero que esa noche algo pasó y fue víctima de una agresión.

Este campesino delgado y de mediana estatura confiesa que no acostumbra beber, “pero esa noche hice una excepción”. Poco antes de servirse un vaso de vino, sintió un fuerte golpe. Perdió el conocimiento. 3 meses después, despertó; o salió, más bien, del estado de coma.

Su esposa, Rocío Muñoz (32 años), cuenta que  fue trasladado al hospital de Tulcán, pero no lo quisieron recibir y lo enviaron al Eugenio Espejo de Quito, a la Unidad de Cuidados Intensivos. “No teníamos dinero para viajar a cada rato y las medicinas eran carísimas”, comenta la señora, quien también  trabaja con la tierra.

Así como Alfredo, ha habido decenas de casos en donde los habitantes del poblado se han visto en la necesidad  de ser trasladados a otras casas de salud. Y es que la implementación de servicios médicos es una de las grandes necesidades del cantón.

Actualmente, la localidad cuenta con el Centro de Salud La Bonita, que solo atiende  casos de consulta externa, indica Estuardo Zambrano, médico rural y director del centro asistencial.

El centro médico presta servicio de laboratorio,  odontología, medicina general, entre otras. Para abastecerse de medicamentos y vitaminas, el personal se traslada a Lago Agrio y realiza el pedido a la Dirección Provincial de Salud de Sucumbíos.

En promedio, este centro de salud atiende a 30 personas al día (de lunes a viernes) y los fines de semana la atención baja a la mitad. 

La mayoría viene, dice Zambrano, por enfermedades como parasitosis, debido a que  no  cuentan con un adecuado sistema de tuberías; es decir que el agua que consumen los habitantes no es potable. “Además, la gente no tiene el hábito de hervirla”, comenta.

Los habitantes, en su mayoría, se dedican a la agricultura y a la ganadería y en los últimos años a la cría de truchas  y a la elaboración de artesanías.

Además, esta localidad carece de otros servicios básicos. No cuenta con señal para telefonía celular ni un servicio óptimo de Internet. Solo las entidades públicas lo tienen, pero tampoco es muy bueno, comenta Carlos Hidalgo, habitante del sector, quien dice –de forma burlona- que el entretenimiento de la gente es salir a dar una vuelta o dormir.

La señal de televisión local tampoco existe. Hay una compañía de cable que ofrece el servicio, “pero solo lo pueden pagar los que tienen plata”, suelta Carlos, con resignación.

Acciones de Plan Ecuador para implementar servicios

Ernesto Buitrón, alcalde del Gobierno Autónomo Descentralizado Municipal de Sucumbíos, mira con preocupación la falta de recursos. Informa que gracias al apoyo de Plan Ecuador se está inyectando presupuesto a los 16 municipios de la provincia. 

Con este dinero construirán baterías sanitarias y un sistema de tuberías para que circule el agua potable. El Plan Ecuador entregó a la municipalidad 600.000 dólares para este programa de saneamiento, en la parroquia de Santa Bárbara.

Además, agrega el alcalde, se han realizado solicitudes para que se implementen las antenas de red para la telefonía celular. “No es posible que en esta época la gente tenga que depender de las líneas convencionales”, añade.

Y en cuanto a  la educación asegura que se está ejecutando un proyecto de medio millón con la DINSE.  El alcalde reconoce que hay muchas limitantes en el campo de la medicina, especialmente porque en el centro médico se necesitan al menos dos profesionales que laboren  permanentemente.

En todo caso, advierte que se ha realizado un pedido al Ministerio de Salud Pública para que acudan  al menos cada tres meses al año las brigadas médicas, puesto que las campañas solamente se realizan una vez al año. También, añade, se está fortaleciendo el sistema del seguro campesino, debido a que el 90% de la población se dedica a esa actividad.

Hasta que se contrate a los profesionales en el centro de salud, Alfredo seguirá con el tratamiento que le permite evitar dolores de cabeza y posibles degeneraciones cerebrales, pero tiene que viajar a Lago Agrio para conseguir la medicina.