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Ecuador, 28 de Marzo de 2024
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El Telégrafo
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El difícil reto de liderar y sostener a un grupo familiar

Un padre es como el general de un ejército. Si es un buen artífice militar y mueve a las piezas con la estrategia precisa ganará una y mil batallas, pero si no está preparado, carece de liderazgo y de conocimientos, las derrotas serán frecuentes y ese núcleo sucumbirá.

Así pasa en el seno de un hogar. La figura paterna no solo debe ser el complemento de la materna, sino que tiene la obligación de ir más allá.

Responsabilidad en todos los sentidos: en el manejo económico, en la toma de decisiones, en su actuación frente a los momentos difíciles y de mesura ante la gloria.

Enérgico y firme, pero no agresor ni castigador. Solo un hombre de temperamento tiene claros estos conceptos y los aplicará en caso de que deba instaurar el orden cuando algunos de sus “subalternos” pretendan faltarle el respeto.

Cariñoso y tierno, mas nunca débil o endeble. Si da muestras de fragilidad, queda expuesto a que su autoridad sea rebasada por los “soldados rasos”, que están en pleno proceso de aprendizaje.

La afectividad en el seno familiar de este “General” es un rasgo que no solo le corresponde a la segunda al mando de este “ejército”.

Un hombre que demuestra amor y cariño hacia sus “pequeños militares” recibirá lo mismo, pero al mismo tiempo evidenciará en su entorno que al interior de ese “destacamento” reina la paz y la tranquilidad.

Fe, el “comandante” que carece de confianza en su equipo y que no cree en el Todopoderoso, no transmitirá esa seguridad a los demás. Así es como un padre construye su imagen ante sus hijos y la sociedad. (O)

Henry Andrade Jiménez
Editor SD
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