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El Telégrafo
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Siete jóvenes componen el equipo artístico

La función empieza cuando la luz del semáforo cambia a rojo

Niños, jóvenes y adultos disfrutan de las cortas intervenciones de los artistas en los espacios públicos de la urbe. Foto: Carla Serrano
Niños, jóvenes y adultos disfrutan de las cortas intervenciones de los artistas en los espacios públicos de la urbe. Foto: Carla Serrano
21 de junio de 2015 - 00:00 - Carla Serrano

En las calles hay gente, artistas, que comparten su conocimiento y habilidades con los transeúntes y conductores. Para estos artistas urbanos la calle es su escenario.

Cuando el rojo del semáforo se enciende, empieza la función. En ese momento ponen a prueba sus destrezas artísticas.

Los malabares realizados con diferentes objetos y la cuerda floja son algunos de los espectáculos callejeros. Los protagonistas aprovechan el cambio de semáforos para presentar breves actos que sorprenden a todos. La calle es un espacio de proyección y entrenamiento.

Hace unos días, los ibarreños recibieron al Circo de Porros, un grupo de jóvenes que cada día perfeccionan nuevas técnicas circenses porque están convencidos de que el público merece un espectáculo de calidad.

Sus cuerpos casi elásticos se mueven con tanta facilidad que la mayoría de espectadores los mira absortos.
Niños, jóvenes y adultos disfrutan de estas cortas intervenciones y muestras de destreza.

Recurren a diversos objetos como bolas, aros, clavas, monociclos, telas y cadenas de fuego; la calle es su laboratorio.

Para el Circo de Porros no existen fronteras al momento de transmitir el valor del arte. Tienen el don de atraer a los niños y el carisma de enseñarles el valor y la acción del circo. Los malabaristas son los más aplaudidos.

En alguna ocasión, Jonathan Lara, integrante del circo, comentó que le gustaría ser maestro por la acogida que tiene entre el público infantil.

Gracias a la disciplina de sus integrantes y a su creatividad han logrado atraer a varios espectadores. Los martes y jueves muestran sus habilidades en las instalaciones de la Universidad Técnica del Norte, que les brinda un espacio para presentarse. Esos días también reciben a las personas que están dispuestas a aprender.

Se reúnen a las 15:00, desde el momento en que ingresan ya están con una clava o algún otro implemento en sus manos. Primero hacen un círculo, entrelazan sus brazos y saltan. Esta es su forma de calentar. 

Los trucos, con frecuencia, son exhibidos en la cancha sintética de la Universidad, allí se preparan para presentaciones formales en teatros, escuelas e instituciones que los contratan en ocasiones especiales.

Actualmente el grupo está conformado por 7 jóvenes. Dicen que lo importante es que la gente acepte este tipo de arte, ya sea en la calle o en un teatro.

El Circo de Porros está constituido por 2 grandes palabras, que llenan de vida y significado a la acción de los integrantes; el circo para ellos es unión, es compartir, es fantasía, alucinación, colores, formas y movimiento; mientras que, porros, es lo que los une, los alegra y fortalece.

El circo es uno de los espectáculos más antiguos del mundo. Sus carpas, malabares y los increíbles números son una fuente de sueños y experiencias para el público, al tiempo que sirven de inspiración para muchas historias.

De alguna manera el circo sigue encontrando una y otra vez la manera de renacer. Posiblemente, una de sus formas de subsistir pasa por la juventud, esa que, aficionada y sin buscar un beneficio económico de ello, apuesta por mantener estas tradiciones de los malabaristas. (F)

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