Caniggia se saca a dos cameruneses, trastabilla, un tercer jugador lo derriba, el “Pájaro” sale volando, al igual que uno de sus zapatos. El árbitro exhibe tarjeta roja. La selección africana se queda con 9. Aquella jugada de una de las grandes figuras de Italia 90 es el primer recuerdo que tengo de un Mundial de fútbol absoluto, épocas en que tocaba, como ahora, alentar a selecciones de otros países porque a Ecuador no le daba el nivel para llegar.

Veintiocho años después de esa acción, período en el cual la Albiceleste no logró repetir lo hecho en 1978 o 1986, el equipo de Jorge Sampaoli ilusiona poco a su afición, aunque le rezan a Messi para que obre el milagro. Los ecuatorianos, en cambio, volveremos a vivir el certamen como hasta la edición de 1998 y en 2010,  sin tener a la Tricolor representándonos, y con la obligación de elegir otro equipo para alentar. Brasileños y “brasileñófilos”, por su parte, esperan el arranque del evento con la confianza de que “su selección” respete los pronósticos y conquiste el sexto título que se le escapó hace cuatro años en su tierra tras la estrepitosa caída ante Alemania (7-1) en semifinales. La Auriverde es la máxima favorita, tal vez, por encima de Alemania y España, las otras dos grandes candidatas, por momento e individualidades. ¿Repetirá la conquista el equipo de Low? o ¿Lopetegui aprovechará los cracks europeos del Barcelona, Real Madrid y Atlético para levantar la copa? ¡Dije Lopetegui! Perdón, Fernando Hierro. Qué comience la fiesta.