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La leche materna es un regalo para toda la vida

La leche materna es un regalo para toda la vida
06 de agosto de 2016 - 00:00 - Andrea Ávila Jácome

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda para el desarrollo de una lactancia sin problemas que el bebé se acerque al pecho en los primeros minutos de vida. Y, para garantizar una nutrición adecuada, que se mantenga, al menos, dos años y se extienda el mayor tiempo posible.

La leche materna contiene todos los nutrientes y vitaminas que el bebé requiere. Ninguna leche de fórmula se le asemeja. Vinicio Andrade, pediatra y nutriólogo, explica que “en su composición contiene sustancias que mejoran el estado inmunológico del niño: hormonas, factores de crecimiento, anticuerpos (inmunoglobulina A), leucocitos, sustancias que promueven el crecimiento de una adecuada flora intestinal, previenen respuestas alérgicas o favorecen la reparación celular, por ejemplo en casos de diarreas”. Por eso, el bebé hasta los seis meses de edad no necesita nada más. Ni agua. El agua, como lo asegura la OMS, puede provocar diarrea y desnutrición porque puede estar contaminada pero también porque al llenarlo de agua la producción láctea puede disminuir. Si el bebé tiene sed, hay que ofrecerle el pecho.

Andrade aclara que la leche materna jamás deja de entregar nutrientes, adecúa su composición a las necesidades cambiantes de un niño en crecimiento: “al inicio de la vida tiene una gran cantidad de proteínas, luego aumenta la entrega de grasas y carbohidratos. Después de los dos años, cuando el niño tiene una alimentación más sólida, la cantidad de grasa vuelve a aumentar”.

“No existe evidencia científica que demuestre que la lactancia prolongada cause alguna enfermedad psíquica o física en el niño o su madre”, asegura Vinicio Andrade. La lactancia hasta los dos años o más contribuye al desarrollo del sistema inmunitario que tarda entre 2 y 6 años en completarse y disminuye las posibilidades de sufrir en la edad adulta diabetes tipo 2, sobrepeso u obesidad. Las ventajas también son para la madre: estimula la producción de oxitocina que tras el parto, ayuda a que el útero regrese a su tamaño normal, protege contra las hemorragias y evita la depresión posparto. Además, mientras más tiempo se amamante, menor riesgo de padecer cáncer de ovario o de seno.

Entonces, ¿cuándo iniciar el destete? “Creo firmemente –enfatiza Andrade- que esa decisión debe ser tomada exclusivamente por la madre y el niño. El destete debe ser gradual, ni brusco ni forzado. Tiene que ser beneficioso para ambos”. En esto coincide Samantha Cevallos, psicóloga, doula y consultora de lactancia. “La lactancia nutre el cuerpo pero también el alma, en este acto se establece un vínculo poderoso entre la madre y su bebé por eso el destete –afirma- debe producirse cuando ambos estén preparados y mantenerse mientras siga siendo placentera. Nadie puede opinar al respecto. El destete no puede darse porque la tía o la amiga crean que ya es hora o que no le hace bien al niño. No hay ningún efecto negativo en la lactancia prolongada. Todo lo contrario, los niños mientras más lactan obtienen más consuelo, seguridad, afecto y comunicación con la madre lo cual –explica- influye en un mayor desarrollo cognitivo, psicomotriz y de lenguaje”.

El placer con la lactancia es fundamental para el establecimiento de un vínculo amoroso entre mamá y bebé, señala Cevallos, porque “lo que se hace por obligación no funciona bien”. Sin embargo, la falta de información es el principal factor para abandonar la lactancia. La lactancia no duele. El dolor físico se produce –como lo explica la OMS- por un mal agarre. Las madres sufren dolores porque no tienen quien les enseñe técnicas adecuadas de agarre. Salvo algún problema físico importante, todas las mujeres pueden amamantar. Tampoco hay leche mala, la leche es perfecta siempre y la única forma de incentivar la producción es la succión del bebé por eso es importante la lactancia a libre demanda de día y de noche.

Como lo explica Diego Alarcón, ginecólogo defensor del parto humanizado, los mayores enemigos de la lactancia son los biberones, los chupones y la desinformación. La familia y la sociedad deben acompañar, respetar y crear las condiciones adecuadas para que la lactancia se sostenga incluso cuando la madre inicia un nuevo embarazo. Alarcón explica que una mujer “puede amamantar dos bebés a la vez: un recién nacido y su hermano mayor que, además, siguió siendo amamantado mientras su madre estaba embarazada. La naturaleza tiene un diseño perfecto, afirma: solo en los casos en los que aparecen contracciones uterinas se debería suspender la lactancia durante un embarazo. Pero mientras la mamá tenga una dieta sana y reciba un suplemento extra de calorías y vitaminas, ella puede alimentarse a sí misma y a las dos vidas que dependen de su cuerpo y de su leche”.

La lactancia desde el inicio de la vida, asegura Diego Alarcón, “brinda información sensorial que produce cambios fisiológicos en los cerebros de la mamá y el bebé que permiten la construcción del apego seguro y el enamoramiento profundo e inmediato entre la madre y su cría.” En definitiva, y por eso hay que defenderla, la lactancia materna es –como lo afirma Samantha Cevallos- un montón de amor. (I)

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