Nuestras expectativas son que estas elecciones sean una fiestas de la democracia. Esperamos que salga más fortalecida. Creo que habrá una gran concurrencia en Brasil, y en Ecuador tenemos 960 electores que votarán en el Instituto Brasileño-Ecuatoriano de Cultura, en Quito. En el mundo tenemos 500 mil electores en 171 locales de votación, mientras en Brasil seremos 144 millones de electores.

El ambiente no está polarizado como se dice en las redes sociales, la gente no quiere confrontación, sino una renovación. Esto viene de una sensación sobre la clase política que no ha respondido a la altura de las expectativas y deseos de los ciudadanos. Los ciudadanos se sintieron reivindicados por el combate a la corrupción, pero ese tema ha alimentado el descrédito de la clase política local, sobre todo de aquellos que han estado a cargo de los recursos públicos. Brasil quiere ver en sus representantes más ética, más transparencia, más honestidad, más compromiso con la cosa pública. Y para algunos, como yo, que tengan una visión más sostenible del modelo que quieren adoptar en nuestro país. Queremos más políticas de Estado, más continuidad en esas ideas. Las instituciones en Brasil se han probado a la altura del desafío que hemos vivido. Tanto la Justicia, como el Ministerio Público y la Policía Federal tienen el apoyo unánime de los brasileños. Ellos han cumplido su rol a cabalidad en el sentido de que cumplieron con los procesos contra los responsables de la corrupción. Y han mostrado que son instituciones independientes, autónomas, y que los ciudadanos se sienten protegidos en su relación con el Estado. En una democracia consolidada y madura, la población confía en la Justicia y en las instituciones que la protegen. El caso Lava Jato es considerado una conquista de la sociedad.

El desafío del nuevo presidente es avanzar en la consolidación de las conquistas sociales, retomar el crecimiento económico y seguir en el ajuste fiscal, pero este no debe ser un proceso muy costoso para las camadas más pobres del país. Es importante apuntar al crecimiento porque eso generará buenos empleos y condiciones para que el Estado invierta en salud, educación, seguridad. (O)