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Las nuevas generaciones no hallan motivo para tener hijos. Una razón es el entorno poco favorable

“El siglo XXI es de los centenarios, la juventud quedó en el XX”

La población de adultos mayores en Ecuador pasará de 1’300.000 en la actualidad a cerca de 3’000.000 en 2025, según proyecciones del INEC. Foto: John Guevara
La población de adultos mayores en Ecuador pasará de 1’300.000 en la actualidad a cerca de 3’000.000 en 2025, según proyecciones del INEC. Foto: John Guevara
06 de septiembre de 2014 - 00:00 - Telam

“El siglo XXI es de los centenarios, la juventud quedó en el siglo XX, de modo que tenemos que empezar a mirar el envejecimiento de la población en una forma positiva porque si buscamos para este fenómeno una respuesta en los más jóvenes vamos a fracasar, simplemente porque no están naciendo”, aseguró el británico Georges Leeson, especialista en demografía y vicepresidente del Instituto del Envejecimiento de Oxford, Inglaterra.

Leeson, quien brindó la charla inaugural de la Conferencia Internacional de la Red Latinoamericana sobre el Envejecimiento del Oxford Institute of Population Ageing (Larna), que se realizó en Buenos Aires, Argentina, aseguró que, “en términos demográficos, el siglo XX fue el último de los jóvenes”.

“Existe una disminución de la natalidad en todo el mundo. Hace cien años, las mujeres, dependiendo del país, tenían entre 2 y 8 hijos; la tendencia hacia 2050 es que casi todos los países tendrán un promedio de 2 hijos”, sostuvo el especialista.

El demógrafo contó que cuando pregunta en sus clases a los jóvenes tres motivos para tener hijos “nadie responde nada” y graficó que, en una encuesta realizada por la ONU, “la mayoría de las personas respondió que no encontraban que su entorno fuera favorable para tener hijos”.

Respecto a la tendencia prevista hacia 2050 de que en la mayor parte del mundo el promedio de hijos será de 2, en este sentido, el especialista describió: “Hace 50 años la mitad de la población vivía en zonas rurales, hoy el 80 por ciento vive en zonas urbanas y se estima que para 2050 más del 90 por ciento residirá en ciudades con toda la presión en recursos e infraestructura que eso implica”.

“Las migraciones también son fundamentales cuando hablamos de demografía y, sin embargo, el conocimiento real de ellas es escaso. Los datos que manejamos no son del todo confiables, como sucede en realidad con casi todos los números. Decimos que tenemos 7 mil millones de habitantes en el mundo, ¿quién los ha contado?”, reflexionó.

Durante la charla, Leeson razonó: “Europa está teniendo una política sumamente dura con los inmigrantes, habla de ellos como un problema, una marea, una bomba de tiempo y, sin embargo, si no hubiera inmigrantes en el país no sé quién estaría cuidando de nuestros mayores en las residencias porque, al menos en el Reino Unido, las trabajadoras, en su mayoría, son inmigrantes”.

La otra característica del envejecimiento de la población es, precisamente, la mayor cantidad de personas mayores debido al aumento de la esperanza de vida, lo que hace que en Latinoamérica, como ocurrió en Europa hace unos años, “se vea a la población con forma de rascacielos más que de pirámide”.

“En los últimos 160 años la esperanza de vida ha aumentado 2,5 años por década y no hay nada que nos lleve a pensar que esto va a detenerse. Existe la idea de que nuestro cuerpo no puede aguantar más de 100 o 110 años, ¿pero qué dirían las personas de la Edad Media si les contáramos la esperanza de vida actual?”, se preguntó.

El especialista informó que, por cada hora, la esperanza de vida aumenta unos quince minutos. “Nuestros hijos tendrán la posibilidad de vivir cien años, seguramente. Ahora bien, venimos hablando de esto hace 20 años al menos, pero los avances que hemos hecho son pequeñísimos”, aseguró.

“Durante años sostuvimos que las personas debían jubilarse para dejar paso a los más jóvenes, en algunos países europeos esos jóvenes no están, entonces ahora el trabajo es convencer a las personas mayores para que se queden”, ejemplificó Leeson.

En este contexto, las familias que todavía tienen un rol central para las personas mayores, sobre todo en los países latinoamericanos, deberán también redefinirse: “¿Cuántas generaciones conviven simultáneamente? ¿A los 60 podré irme a vivir a la casa de mis padres porque ya se han muerto o tendré que apuntar a la herencia de mis abuelos?”, ironizó.

Según estudios desarrollados en el Instituto de Envejecimiento de Oxford de Inglaterra, en países latinoamericanos, como Brasil y México, las personas siguen creyendo que las familias son quienes deben ocuparse de los adultos mayores, así como los mayores tienen obligaciones hacia sus hijos y nietos, por lo que pervive una suerte de solidaridad intergeneracional.

Georges Leeson considera que, en muchos casos, los abuelos tienen un rol central en el cuidado de los niños a partir de que la mujer ha comenzado a trabajar. Esta contribución a la economía de las familias y de la sociedad no siempre es valorada como debe ser.

Con este escenario planteado, Leeson completó: “Debemos comenzar a tomar el envejecimiento poblacional desde una perspectiva más holística y menos cuantitativa, tenemos que pensar cómo va a cambiar la dinámica de toda la sociedad y, también, debemos empezar a pensar qué haremos cada uno si es que vamos a vivir 100 años”.

El seminario de Larna, auspiciado -además del Oxford Institute of Population Ageing- por la Universidad de Buenos Aires y por la Presidencia de la Nación se enfocó en el rol de las familias y la comunidad en el proceso de envejecimiento que vive el mundo y en las diferentes formas de envejecer.

Preocupa que el envejecimiento en los países de Latinoamérica sea de manera acelerada frente al proceso que se vivió en Europa y que significó decenas de años. Este seminario busca -además- fomentar acciones concretas sobre este tema.

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