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Caídas restan calidad de vida al aduto mayor

Los entornos tanto en el hogar como en la ciudad influyen en el aumento o disminución de los factores de riesgo de sufrir caídas en las personas adultas mayores.
Los entornos tanto en el hogar como en la ciudad influyen en el aumento o disminución de los factores de riesgo de sufrir caídas en las personas adultas mayores.
Foto: Mario Egas / El Telégrafo
18 de marzo de 2017 - 00:00 - *Kléver Paredes Barrera

El aumento de la esperanza de vida a nivel mundial (en Ecuador es de 76,2 años en promedio) permite que más personas superen la barrera de los 90 y 100 años. Paralelamente, también aumentan factores de riesgo y la necesidad de un sistema de cuidados especiales.

Las caídas, en esta nueva realidad, representan un serio peligro de muerte y pérdida de autonomía y calidad de vida para las personas adultas mayores.

Cada año se reportan alrededor del mundo 37,3 millones de caídas que requieren atención médica y de las cuales se producen hasta 424.000 muertes secundarias, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Entre los síndromes geriátricos, las caídas adquieren especial importancia por su frecuencia y gravedad. Es ahí donde cobran mayor importancia los cuidados durante toda una vida y más aún con las personas adultas mayores.

La OMS señala que alrededor del mundo entre el 30% y 40% de adultos mayores de 65 años que viven en la comunidad sufre una caída cada año y esta cifra se eleva al 50% en pacientes con 80 años y más.

De estos pacientes, las dos terceras partes sufrirán una nueva caída en los siguientes 6 meses. Por consiguiente, el hecho de que un paciente adulto mayor presente caídas es considerado, lamentablemente, un factor predecesor de otras.

El Hospital de Atención Integral del Adulto Mayor, ubicado en el norte de Quito, entre sus varias especialidades cuenta con una clínica de caídas (en el área del hospital del día) que atiende a las personas mayores que sufren fracturas y requieren rehabilitación.

En lo relacionado a la recuperación de funcionalidad de personas adultas mayores que han sido afectadas por accidentes cerebro-vasculares, traumatismos o caídas, cuenta con un promedio de recuperación funcional del 12% al 22%. Esto constituye un significativo ahorro económico en cuidados para las familias, al igual que del presupuesto del Estado. 

En la encuesta Salud, Bienestar y Envejecimiento (SABE) realizada en Ecuador entre el 2009 y 2010, se determinó que entre los adultos mayores de 65 a 74 años, el 38,7% sufrieron caídas, de los cuales 46,3% fueron mujeres y 29,8%, hombres.

En personas  mayores a 75 años, SABE determinó el 40,6%.

En países como España, en donde el 18,1% de su población son personas mayores de 65 años, el fenómeno del envejecimiento y los factores de riesgo (entre ellos caídas) van de la mano.

A nivel mundial, en los últimos años estamos asistiendo a un cada vez mayor incremento de la población de adultos mayores.

La Organización Mundial para la Salud estima que para el 2050 la población de más de 60 años llegará a los 2000 millones, frente a los 841 millones de la actualidad.

En 2020 se estima que el 70% de la población del planeta superará los 700 millones de mayores en los países en vías de desarrollo, muy por encima de los 318 millones esperados para las regiones industrializadas.

De  estas proyecciones se deduce la importancia en la atención a los adultos mayores y su significación. De igual manera, la prevención de determinadas situaciones que aportan un agravamiento en la morbilidad y mortalidad de este grupo de población con medidas políticas y sociales que mejoren esta situación.

Una investigación sobre ‘Prevención de las caídas en el adulto mayor: revisión de nuevos conceptos basados en la evidencia’ realizada en España señala que las caídas, en el caso de la población mayor, son un grave problema de salud pública.

Por lo tanto la prevención de las caídas en los adultos mayores se convierte también en un tema de gran importancia e interés en la disciplina de trabajo social. Esto debido a determinadas situaciones de riesgo social como la soledad por viudedad, separación o cualquier otra razón, el carecer de familia cercana o no tenerla, aspectos de salud o económicos.

La mayoría de las caídas que se producen en los adultos mayores son de origen multifactorial, aunque también son por una inadaptación al medio en el que vive o por causa de una inadecuada accesibilidad, enfermedades o procesos invalidantes, o hipotensión ortostática.

Otros factores son los efectos de la medicación, deterioro del equilibrio y la deambulación, existencia de obstáculos, mal diseño de los espacios que les rodean, el propio domicilio o el lugar donde residan.

La frecuencia anual de caídas en los mayores, según la investigación de España, es del 30% en la comunidad y del 50% en instituciones.

Los factores de riesgo intrínsecos son déficit cognitivo y visual, debilidad muscular, problemas neurológicos y cardiovasculares, problemas de marcha y equilibrio. Los de riesgos extrínsecos son iatrogénicos (condición física o mental adversa o desfavorable inducida en un paciente por efectos indeseables o lesivos del tratamiento, como la quimioterapia) y ambientales.

Las principales consecuencias de las caídas son significativa morbilidad, mortalidad, problemas psicológicos, hospitalización, institucionalización, costes económicos elevados y privación social del mayor y de sus cuidadores.  

Asimismo, la caída puede ser clasificada de acuerdo con la presencia de lesiones. Por ejemplo, graves son aquellas que resultan en luxación, fractura o traumatismo craneoencefálico. Las abrasiones, laceraciones y hematomas son consideradas lesiones leves.

Las fracturas que se producen con más frecuencia como consecuencia de caída en los adultos mayores son las de cadera, seguidas de las de extremidad superior. Además, se pueden diferenciar en cuanto al local en el que ocurren, siendo las más frecuentes en la casa por resbalones o tropiezos.

María José Calero, Guillermo López, Ana R. Ortega y Alfonso J. Cruz, de la Universidad de Jaén, España, y autores de la investigación señalan que los servicios de salud deben ir encaminados de manera multidisciplinar. Así, desde el trabajo social sanitario, la implicación en el abordaje de la prevención de las caídas, desde la primera comunicación o conocimiento del hecho o la consulta de trabajo social.

Cuando un adulto mayor sufre una caída se produce a su alrededor una serie de situaciones que pueden desembocar en una rápida y correcta solución y curación o por el contrario en una grave situación de riesgo social e incluso en situaciones de abandono familiar. (I)

Consecuencias para el paciente  y la familia 

Las fracturas óseas en el adulto mayor, en el 89% se producen como consecuencia de una caída o traumatismo leve y tan solo el 7% como un accidente o traumatismo grave. El resto (4%) por otras causas desconocidas, de acuerdo a los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Se destaca que en el caso de la fractura de cadera en un adulto mayor se puede producir a la inversa, es decir, la caída como consecuencia de la fractura.  

Las estadísticas a nivel mundial determinan que las estructuras anatómicas afectadas después de una caída son cadera 50%, cabeza y cara 24%, extremidades superiores 19% y extremidades inferiores (no cadera) 9%, según la investigación sobre ‘Prevención de las caídas en el adulto mayor: revisión de nuevos conceptos basados en la evidencia’ realizada en España. El 87% de las lesiones corresponde al diagnóstico fractura ósea no abierta. En cuanto al lugar en donde se produce el traumatismo, la mayoría de las caídas sucede en el lugar habitual de residencia (63%), el 25% en vía pública y el resto en un domicilio no habitual.

El mecanismo de caída más común constituye el resbalón (39%), tropiezo (27%) y pérdida de equilibrio (23%).

Otros factores a tener en cuenta son la comorbilidad, el consumo de más de cinco medicamentos al día y el riesgo nutricional.

Por todo ello, en la investigación sobre prevención de caídas se enfatiza que la intervención en la prevención de las caídas de los adultos mayores  y de su consecuencia más común (la fractura) debe de ser una tarea multidisciplinar.

Esto significa que no solo depende de su estado de salud y antecedentes clínicos, sino de un conjunto de factores, como la alimentación, el estado civil o las condiciones de su domicilio habitual, que deben de ser abordados por otros profesionales, entre los que tiene un importante papel el trabajador social, señalan los autores de la investigación.

Revisar historias de caídas con el paciente y la familia; controlar la marcha, el equilibrio y el cansancio en la deambulación; ayudar en el aseo a los adultos que han sufrido caídas son parte del abordaje integral. (I)

La prevención disminuye  los riesgos 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los factores asociados al incremento de riesgo de caídas actúan alterando los mecanismos que mantienen la estabilidad postural. Estos se encuentran con declinación asociada a la edad a nivel de balance, estabilidad de la marcha o función cardiovascular, que produce una imposibilidad de respuesta frente a un episodio de estrés adicional.

La magnitud del riesgo en adultos mayores se incrementa también debido a la falta de adaptación del entorno a las necesidades de la población de edad avanzada.

Por ejemplo camas altas, escaleras sin barandillas, gradas altas y estrechas, iluminación deficiente, muebles u objetos mal ubicados, y calzado inapropiado.

El adulto mayor que presenta caídas tiene en promedio 3 a 4 enfermedades coexistentes que pueden predisponer a la presentación de mareos cuando no están bien controladas, por ejemplo arritmias cardíacas o alteraciones de la presión arterial, entre otras causas cardiovasculares.

También otras causas importantes en la predisposición a las caídas son las enfermedades neurológicas como los infartos cerebrales y la epilepsia entre los principales.

De igual manera, las alteraciones osteoarticulares contribuyen al riesgo de caídas, como la frecuente artrosis que se presenta en los adultos mayores.
Es importante distinguir que los medicamentos en un adulto mayor requieren consideraciones especiales, al igual que las asociaciones entre medicación, señala la Organización Mundial de la Salud.

Una polimedicación (más de 5 medicamentos en un solo paciente) puede provocar reacciones adversas y desencadenar caídas.  

Según el Ministerio de Salud de Ecuador las caídas son la segunda causa de muerte por lesión accidental a nivel mundial. La edad es uno de los principales factores de riesgo. Cada año se reportan alrededor del mundo 37,3 millones de caídas que requieren atención médica y de las cuales se producen hasta 424.000 muertes. (I)

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