Simone Biles descubrió a los 6 años que la gimnasia artística sería su vida. De por sí era saltarina y llena de energía y por un viaje escolar, fallido por mal tiempo, ella y sus compañeros de clase visitaron un centro de gimnasia.

“¿Han pensado alguna vez en inscribir a su hija en un instituto de gimnasia?”, decía la nota de uno de los instructores hacia sus familiares, luego de quedar impresionados por el talento que ella demostró. Esa perspicacia para ese deporte fue evidente en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, los primeros para ella, pero en los que a sus 19 años se coronó como la reina en su actividad.

En la última cita olímpica logró 5 medallas: 4 de oro y 1 de bronce. De no haber sido por un resbalón sobre la barra de equilibrio, habría conseguido el pleno de medallas doradas, pero Biles también es humana.

La estadounidense basa sus rutinas en la potencia y en la facilidad para ejecutar cada movimiento. Su estatura, de 1,45 metros, es en algunos eventos una ventaja, pues su centro de gravedad está más cerca del suelo.

Los medios norteamericanos ya pronosticaban lo que Biles y el equipo de Estados Unidos podían lograr en Río y no se equivocaron. Con Biles como protagonista y sus compañeras Aly Raisman, Laurie Hernández, Madison Kocian y Gabby Douglas, como actrices secundarias, las estadounidenses arrasaron con casi todo.

“Yo no soy la próxima Usain Bolt o Michael Phelps; soy la primera Simone Biles. No me siento una estrella, soy la misma, solo que con unas medallas más. Siento que he hecho bien mi trabajo”, dijo la gimnasta, nacida en Columbus, Ohio.

La perfección que trata de mostrar en cada presentación es producto de las 32 horas semanales a las que dedica sus entrenamientos. En 2012 decidió dejar de asistir a la escuela para recibir clases en su casa y de esa forma pasó de practicar 20 a 32 horas; sabía que su futuro estaría ligado a la gimnasia y no dudó en dedicarle todo el tiempo disponible.

Así, con tanto tiempo sobre los aparatos de gimnasia, logró rutinas cada vez más difíciles. En su recorrido dentro del deporte incluso creó un movimiento insignia que lleva su nombre: el ‘Biles’, que consiste en un doble mortal en plancha que termina con medio giro. Este movimiento lo ‘patentó’ en 2013 y con él ganó 3 mundiales consecutivos. Por su dificultad, el salto no está al alcance de todas las gimnastas, pero Biles lo ejecuta a la perfección y siempre con una sonrisa.

Pero en su historia, no siempre estuvo con una sonrisa. A los 3 años, el servicio social de su ciudad la rescató a ella y a sus 3 hermanos: Adria, Ron Jr. y Adam. Todo esto por el alcoholismo y la drogadicción de su madre Shanon, por lo que le quitaron la custodia de todos ellos.

Simone y su hermana Adria, las más pequeñas de los 4, quedaron bajo el cargo de sus abuelos, los padres de Shanon, Ronald y Nellie. Después de un tiempo, la pareja adoptó a las hermanas y se mudaron a Spring, Texas.

“Cuando era más pequeña, me preguntaba qué habría sido de mi vida si no hubiese pasado nada de esto. Todavía me pregunto si mi madre biológica se arrepiente y querría haber hecho las cosas de manera diferente, pero evito plantearme estas preguntas porque no las tengo que responder yo”, dijo en una ocasión.

Biles sí mantiene contacto con Shanon en la actualidad. Ella está limpia desde 2007 y se ve con su hija con cierta regularidad. Incluso mostró unas fotos recientes en la que aparece con Simone y Gabby Douglas, miembro del equipo de Estados Unidos.

Pero su vida se mantendrá con sus abuelos maternos, los que siempre estuvieron ahí para ella y la respaldaron para desarrollar su carrera en la gimnasia. Luego de aquel mensaje de los instructores, no dudaron en inscribirla en un instituto de ese deporte.

Cuanto tenía 8 años fue descubierta por la entrenadora Aimee Borman, que hasta ahora sigue con ella. Su desarrollo y crecimiento fue constante y su motivación para ser la mejor nunca se detuvo desde el principio.

“Un día decidió que sería una gran gimnasta y desde entonces ha hecho todo para lograrlo”, dijo Borman en una entrevista con la revista Time. Aquella premonición se convirtió en realidad en los años siguientes.

En la parte técnica, Borman destacó que su dirigida posee una orientación en el espacio descomunal. “Eso es algo innato y es sorprendente comprobarlo entrenamiento tras entrenamiento. Tienes la sensación de que, pese a estar dando vueltas, ella siempre sabe dónde está, cómo y cuándo va a caer”.

No pudo ser tan precoz como la rumana Nadia Comaneci, que a sus 14 años ya fue campeona olímpica en Montreal-1976. Biles no participó en Londres-2012, cuando tenía 15, pero sorprendió con su presentación en Río.

Biles estuvo cerca de convertirse en la primera gimnasta en ganar 5 preseas doradas en una edición, pero logró la gran marca de 4. Con apenas 19 años, la estadounidense se convirtió en el nuevo referente de la gimnasia con camino por recorrer. (I)