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Mujeres seguras de sí mismas, gracias al judo

 →La exjudoca Diana Cobos (de blanco) instruye sobre las técnicas de lanzamiento a un grupo de asistentes en Quito.
→La exjudoca Diana Cobos (de blanco) instruye sobre las técnicas de lanzamiento a un grupo de asistentes en Quito.
Javier Tamba Guzmán / et
02 de diciembre de 2017 - 00:00 - Redacción Fanático

Mayra, de 27 años, recuerda las veces en las que su expareja la asfixiaba tomándola del cuello. De solo pensarlo se le hace un nudo en la garganta. Se calma y dice: “Qué fácil ha sido zafarse de una agarrada del cuello. ¡Cómo me lo iba a imaginar!”.

Desde que está en el proyecto ‘Segura de ti misma’ su pensamiento ha cambiado, anda más relajada por la calle y hasta se siente en mejor estado físico. Los días en los que su ex la maltrataba o la acosaba se alejan cada vez más y ahora dentro de Mayra habita una nueva mujer.

La iniciativa de reducir el impacto de la violencia de género fue impulsada por el exjudoca Roberto Ibáñez, subsecretario técnico del Ministerio del Deporte; la ministra del ramo, Andrea Sotomayor; y la primera dama de la nación, Rocío González. 

Diana Cobos, una de las 24 instructoras que a nivel nacional tiene esta campaña, explica que a las clases no acuden exclusivamente víctimas de maltrato físico, sino damas de toda edad que incluyeron en su cotidianidad la práctica de esta disciplina.

“Tengo alumnas de diferentes rangos de edad; las más chiquitas son dos niñas de 6 años. Es increíble lo que el judo ha hecho por ellas, con decirle que una de las pequeñas al principio era muy traviesa y desobediente, pero hoy es una de las más respetuosas y aplicadas”.

Añade que las clases las imparte a 15 mujeres en la mañana y a otras 15 por la noche y que, en realidad, el porcentaje de personas con experiencias negativas por ser blanco de agresiones es bastante bajo.

Al sitio concurren quienes requieren hacer ejercicio, recrearse o simplemente relajación, como una señora a quien se le murió un familiar y necesitaba despejar su mente, u otra que, gracias a las lecciones, se deshace del estrés que le ocasiona su trabajo diario.

Hay de todo. Como Paulina Tituaña, de 44 años, quien ha encontrado una terapia emocional y supera, poco a poco, el trauma del robo a mano armada que sufrió a finales de mayo, cuando dos malhechores la asaltaron en la farmacia donde laboraba. “Es horrible tener una pistola apuntándote a la cabeza. Luego del robo me dio un colapso nervioso, estaba mal. Actualmente ya no tengo miedo, mi carácter ha cambiado, soy más ágil... nunca  había hecho deporte”.

Hasta las dos hijas de un policía asisten a las prácticas: Michelle y Francis Zapata, de 12 y 10 años, quienes ven en el judo la capacitación ideal para evitar que alguien intente abusar de ellas.

“Mi papi nos dice que no aceptemos nada de gente extraña, ni siquiera un caramelo. Y como hay muchas violaciones a niñas, se escucha que de los mismos profesores, yo tenía mucho miedo. Ahora estoy más tranquila”, comenta Francis. 

De su vivencia con las discípulas, Cobos admite que al inicio fue escéptica, temía que alguna de las personas de edad avanzada “se desarmara” al intentar las técnicas, pero su sorpresa fue mayúscula cuando vio las ganas y empeño de las aprendices.

Las enseñanzas comenzaron en septiembre; en ese lapso les ha enseñado técnicas: ippon seoi nage y o goshi, que son proyecciones de pie (cómo lanzar a un agresor) y ne-waza, que consiste en desarticulaciones, estrangulaciones e inmovilizaciones en el piso. (I)   

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