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La triatleta Elizabeth Bravo apunta a Lima 2019 y Tokio 2020

La triatleta cuencana Elizabeth Bravo pretende alcanzar un boleto a los que serían sus terceros Juegos Olímpicos, luego de Londres 2012 y Río 2016.
La triatleta cuencana Elizabeth Bravo pretende alcanzar un boleto a los que serían sus terceros Juegos Olímpicos, luego de Londres 2012 y Río 2016.
Foto: Cortesía Secretaría del Deporte
03 de diciembre de 2018 - 00:00 - Redacción Fanático

Este año fue particular para la carrera de la triatleta Elizabeth Bravo, que terminó la temporada con la victoria en el Campeonato Iberoamericano de República Dominicana. Sin embargo, para llegar a ello tuvo que superar cuatro meses de inactividad por una lesión en la mano y en la pierna, tras una caída en un entrenamiento.

Hoy, aún no se siente al ciento por ciento de sus capacidades físicas, pero va bien encaminada para ello. Muestra de eso es su victoria en Centroamérica, que la alienta a planificar de la mejor forma la temporada 2019.

El próximo año tendrá un calendario extenso, con varias paradas de la Copa del Mundo y los Juegos Panamericanos de Lima. Estará en Chile, Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda y definirá si compite en México o España, antes de estar en el evento más importante en Perú.

La cuencana quiere permanecer en los puestos más altos en el ranking, lo que le permitirá clasificar a sus terceros Juegos Olímpicos en Tokio 2020. Por esa razón tratará de estar en varias competencias oficiales, que son puntuables para obtener un cupo. Además, la ganadora en Lima obtendrá un boleto directo a Tokio.

“Desde el inicio pensamos en los Juegos Olímpicos, pero los Panamericanos son un escalón muy importante. Estoy focalizada emocionalmente para afrontar el calendario, porque sé que el último año antes de los Juegos hay muchas competencias”, dijo la atleta del Team Herbalife.

Bravo recuerda con claridad la caída que le provocó una herida de 10 centímetros en su pierna y la fractura de su muñeca derecha en cinco partes.

Un fallo en la calzada provocó que caiga de su bicicleta y termine con esas heridas en sus extremidades.

El proceso de recuperación fue lento, pero sabía que no podía adelantar procesos. “Fue súper frustrante en lo emocional. Físicamente sabes que pierdes masa muscular, mientras todos siguen entrenando y sumando puntos. Volví a competir en cuatro meses y eso fue bastante rápido, por la magnitud de la lesión en la mano”.

De vuelta a la acción le costó vencer el miedo de competir nuevamente, porque siempre en el pelotón existe contacto o roces que habrían podido perjudicarla. Las dos primeras competencias en su vuelta las vivió muy tensa precisamente por ese temor, pero con el pasar de los kilómetros en agua o en tierra volvió a ser la misma de siempre.

Así pudo cerrar el año con dos preseas. Primero se quedó con una de plata en la Copa Panamericana de Triatlón que se disputó en Puerto López, Manabí. Apenas una centésima de segundo la separó del primer lugar, pues cruzó la meta junto a la austriaca Lisa Perterer, pero todo se definió de forma ajustada.

Después vino la prueba iberoamericana, que fue una distancia sprint, es decir 750 metros de natación, un circuito de 20 kilómetros de bicicleta y 5 kilómetros corriendo sobre el asfalto.

En cada disciplina siempre se mantuvo en el primer pelotón. El recorrido en bicicleta tuvo que hacerlo con precaución, pues había muchos huecos en la calzada; sin embargo, no fue impedimento para estar siempre entre las primeras.

La competencia a pie fue decisiva y donde la ecuatoriana pudo despuntar. En el segundo kilómetro se adelantó a sus rivales para liderar sin presión y mantuvo el ritmo para quedarse con el primer lugar.

Actualmente la deportista se ubica en el séptimo puesto del ranking panamericano, lo que le permitió acceder a los Juegos en Lima.

Cada competencia se transforma en su meta inmediata, con la intención de ganar siempre. Claro que mira con optimismo y se visualiza también en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que sería su tercera participación en su carrera deportiva.

Hoy, en su tercer ciclo olímpico, han cambiado muchas cosas. Antes se preocupaba mucho de la organización para un viaje o competencia y aquello la desgastaba mentalmente.

“Ahora con mayor experiencia lo asumo mucho mejor, con gente que me ayuda y con los auspicios, que descargan una parte de la presión económica. Tengo más estabilidad emocional para llegar tranquila y hacer lo mío”, comentó la triatleta.

En ese contexto, Bravo se visualiza en Tokio y espera que a sus 31 años sean los mejores Juegos Olímpicos de su carrera.

Hace dos años y diez meses nació su hijo Juan Francisco, producto de su matrimonio con Francisco Tirado, quien también es su entrenador.

Tratan de llevar a su hijo a la mayor parte de competencias y disfrutar de verlo crecer. “Ha hecho que la vida sea más llevadera y me brinda una felicidad extra, al ver lo que hace y lo que aprende. Llegar y verlo que se quiere poner las gafas y el gorro de natación o que me haga barra, son cosas que llenan”.

La cuencana se esfuerza por mantenerse en la élite y continuar codeándose con las mejores del mundo. El camino no ha sido fácil y ha tenido que hacer muchos sacrificios para permanecer y destacar en ese lugar. (D)

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La triatleta ecuatoriana está en el grupo que clasifica directamente a Tokio 2020. Este año ganó tres medallas de oro y una de bronce.

La triatleta cuencana Elizabeth Bravo sigue varada en Mooloolaba (Australia), a donde fue hace 20 días para competir en la Copa del Mundo. Las restricciones en ese país aumentan: se cerraron las fronteras y se suspendieron los eventos deportivos.

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