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Alfredo Campo se imagina ser "el nuevo Jefferson Pérez"

El tricolor Alfredo Campo (primero), de 25 años, empezó su carrera profesional en 2012 y ahora sueña con una medalla olímpica. Una de las características del deportista es que en las competencias utiliza el número 593.
El tricolor Alfredo Campo (primero), de 25 años, empezó su carrera profesional en 2012 y ahora sueña con una medalla olímpica. Una de las características del deportista es que en las competencias utiliza el número 593.
Foto: Luis Cheme / EL TELÉGRAFO
02 de agosto de 2018 - 00:00 - Redacción Fanático

El deporte ecuatoriano cosechó dos medallas olímpicas por intermedio del marchista Jefferson Pérez, una de oro en Atlanta 1996 y otra de plata en Beijing 2008, por lo que el bicicrosista ecuatoriano Alfredo Campo desde niño “imaginaba con ser el nuevo Jefferson Pérez”. Él considera que el país “merece la siguiente medalla olímpica”.

Cuando Pérez ganó la presea dorada, Campo tenía apenas 3 años, pero con el pasar del tiempo fue encontrando en el marchista azuayo a su motivación para iniciarse en el BMX, una especialidad que empezó a tomar en serio a los 11 años. 

“Uno de mis amores a la olimpiada era imaginarme que yo era el siguiente Jefferson Pérez, entonces creo que ha pasado bastante tiempo desde la última medalla olímpica que ya el país se merece la siguiente”, dice el corredor, de 25 años, quien por el momento solo piensa en su carrera deportiva, en la fundación que impulsa -Pedaleando la Vida- y en esa medalla que lo obsesiona.

Con la confianza que ha ganado este último año compitiendo y entrenando en Estados Unidos, Campo está convencido de poder escribir su nombre junto al de Pérez en la historia del deporte nacional.

“Estoy seguro de que dentro de un año y medio vamos a estar dando y dejando todo en la pista para lograr la medalla olímpica que el país tanto merece”.

Pero antes debe conseguir la clasificación a los Juegos Olímpicos, que tendrán lugar en el verano de 2020 en la capital japonesa.

Para ello hay dos tipos de clasificación, la una es por países y la otra individual.

En ambas y de acuerdo a la competición suma puntos para el ranking mundial que le permitirá acceder a la cita planetaria.

“En este ciclo olímpico, como en el anterior, estoy solo y compito sin equipo. No son muchas las clasificaciones por eso tenemos que lograr buenos resultados y estoy seguro de que vamos a estar ahí en Tokio, no solo presentes sino luchando por esa medalla”, dice el cuencano, quien tiene como representante, amigo y primo a Paulino Vintimilla.

Además de conocer el vértigo de la velocidad en la pista donde supera los montículos y a los rivales, a Campo le gusta ayudar a la gente, poner un granito de arena para que los niños luchen por sus sueños.

“Por eso tenemos la Fundación Pedaleando la Vida, y no solo en el deporte sino en la vida en general si quieren ser médicos, arquitectos o ejecutivos de bancos, motivarlos e incentivarlos a que la vida está hecha para cumplir objetivos y sueños y si puedo ser un ejemplo en carne propia qué mejor”.

Una de las características del deportista cuencano, quien logró el título mundial juvenil en 2011, es el número que utiliza en las competencias, el 593.

“Es el número de la camiseta, es mi número oficial de competencia, cada corredor elige su número oficial, mi número favorito es el 17 y sumados los tres dan 17, el código de área de Ecuador es 593, todo se conjuga”, sostiene el actual campeón sudamericano en los Juegos Odesur Cochabamba 2018.

Un año antes de que Pérez se colgara su segunda presea olímpica (plata en 2008), Campo se encontraba en una disyuntiva, si continuar con su carrera o tomar un rumbo diferente.

“A los 14 años tuve que tomar la decisión de mi vida con dos opciones: la una era tener una vida normal y la otra buscar mi sueño. Fue una época muy dura de mi vida por un problema familiar, y decidí que la vida tiene un propósito y qué mejor aprovecharlo si Dios me dio un don que es montar la bicicleta”, cuenta ahora orgulloso de seguir en lo que le ha dado tantas alegrías.

Y agrega que desde 2012, a los 19 años, decidió salir de su casa en busca de “mis sueños y no les puedo decir cuál fue la última Navidad que pasé en Ecuador, mi cumpleaños o de mi novia, verlo a mi hermano menor crecer desde afuera. Es decir fueron muchas cosas de las que no me arrepiento”.

“Los sacrificios para mí son decisiones que uno toma y me encanta la vida que tengo. Representar a mi país en eventos internacionales es algo de lo que voy a estar muy orgulloso y tenemos que hacer las cosas de la mejor manera en todo sentido. Por eso mi obsesión para tener un buen resultado en las Olimpiadas”.

Sin dejar de pensar en esa medalla olímpica, Campo envía un mensaje a los futuros bicicrosistas.

“Me encanta ir a la pista y ver a los niños que tienen la misma motivación que yo la tuve a esa edad; ver ese enfoque que tienen, para mí no hay nada mejor que observar, eso me impulsa muchísimo porque veo que trabajan por lograr lo que quieren”. (I)    

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