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El Telégrafo
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Paremos esta fiebre...

Paremos esta fiebre...
03 de agosto de 2011 - 00:00

Qué fácil resulta hoy ser ecuatoriano. Qué fácil es conseguir, casi de la noche a la mañana, la carta de naturalización y transformarse en un ecuatoriano más. No interesa ni importa que quien lo desee desconozca de nuestra historia, de nuestra realidad, de lo que fuimos y de lo que debimos luchar para conseguir lo que ahora somos y lo que soñamos para el futuro.

Lo que realmente interesa es que juegue más o menos al fútbol, que haya marcado algunos goles, o que a lo mejor los haya evitado. Eso es lo que verdaderamente importa. Hay que mover las influencias, buscar facilitar los trámites, conseguir a como dé lugar que pueda seguir actuando como ecuatoriano y así tener la ventaja de disponer de un cupo más de extranjero. Eso es lo que para muchos dirigentes realmente importa.

Cuántos ciudadanos extranjeros residentes en nuestro país, ciudadanos que con sobra de merecimientos, ya sea por el tiempo de permanencia, porque  han echado raíces en estos lares, porque han  construido familias y su futuro, porque han prestado servicios relevantes al país, y por muchas razones más, han debido pasar años de años en interminables papeleos para poder jurar nuestra bandera y algunos, pese a los esfuerzos y suma de requisitos, no han podido lograrlo. Caso contrario, el fútbol y sus dirigentes casi milagrosamente pueden hacerlo en cuestión de pocos días.

Quiero dejar en claro que no me mueve ningún sentimiento chauvinista, ni un espíritu de nacionalismo exacerbado. No, por el contrario reconozco y valoro el aporte de ciudadanos que han llegado al país y que han contribuido con su desarrollo.  No soy quién para oponerme a que quienes, cumpliendo con los requisitos que establece la Constitución y nuestras leyes, al amparo de las mismas, sí ese es su deseo y voluntad, obtengan nuestra nacionalidad y así juren nuestra bandera.

Bienvenidos y como ciudadanos ecuatorianos: a cumplir igualmente, con derechos y obligaciones.

La historia del fútbol ecuatoriano en este aspecto tiene varios capítulos y la mayoría de ingrata o poca recordación. Jugadores a los cuales se les brindó la oportunidad de defender la casaquilla nacional, sin siquiera haber expresado o peor aún mostrado el interés por ser ecuatorianos y que hoy de la gran mayoría de ellos no sabemos dónde están o si se recuerdan de este generoso país, mundialmente conocido por la calidad del banano, el cacao o el petróleo y no precisamente por el fútbol.

Algunos nombres para recordar esta historia. Helinho, el famoso “Pez volador”, jugó por nuestra selección y nunca se nacionalizó. Carlos Raffo, goleador ecuatoriano en la Copa América de 1963 en Bolivia, se naturalizó hace pocos años nada más, pero el “Flaco” ha demostrado su cariño por nuestro país y está radicado acá junto a su familia ecuatoriana. Otros nombres, Pepe Páez, Juan Carlos Gómez, Pedro Latino, Gilson de Souza. ¿Dónde están?  ¿Y qué le han aportado  a  la selección y al país?

Los más recientes, Ariel Graziani, Carlos Juárez, éste último  luego de jugar con la “Tricolor” fue contratado al fútbol peruano, y al llegar al aeropuerto limeño le consultaron, ¿ecuatoriano o argentino? Respondió “shoo, argentino viejo”.

Es para preocuparse lo que acontece con parte de la dirigencia; se ha despertado una fiebre de nacionalizaciones. Si por fortuna marcó unos cuantos goles, hay que ponerle el cartel de goleador y nacionalizarlo pronto!!!, si atajó un par de penales, igual. Si por ahí tuvo dos actuaciones algo importantes hay que hacerlo ecuatoriano sin importar nada más!!! Claro, siempre será más fácil, por lo menos para los dirigentes del fútbol está comprobado que sí, mover las influencias y nacionalizar a un jugador, que formarlo en las divisiones menores. ¿A dónde vamos y a dónde queremos llegar? Qué va a pasar y qué motivación va a tener el jugador nacional y más aún los jóvenes para llegar a consolidarse en la primera división.

Por qué pretendemos engañarnos cuando competimos en el plano internacional con “nuestros” equipos y en el terreno de juego hay cuatro elementos foráneos y otros tantos nacionalizados, ¿qué sabor nacional tiene todo esto? No está lejos el día en que “nuestra” selección esté integrada por una mayoría de jugadores extranjero-nacionalizados.

¿No conseguimos clasificarnos para el primer mundial del 2002 solo con elementos nacidos en este pobre país digno de mejor suerte?

El jugador ecuatoriano ha demostrado su capacidad, es hora de retomar el camino, de trabajar y legislar con seriedad. Pido la palabra y propongo que en el próximo Congreso del fútbol ecuatoriano se analice reducir el número de jugadores extranjeros, ya que está probado que más vienen cantidad, que calidad de jugadores.

Además se debería limitar el número de jugadores nacionalizados en cada equipo. ¿Quién toma la iniciativa? ¿Quién le pone el cascabel al gato? O simplemente miraremos para otro lado y dejaremos que las cosas pasen.

No, si ahora no se toman medidas, mañana lo lamentaremos todos. Desde nuestro andarivel cumplimos con el deber de opinar, quienes tienen la palabra son los señores dirigentes. La historia se encargará de juzgarlos.

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