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El TSE de Brasil salva a Temer de la destitución
El presidente de Brasil fue absuelto -junto con su excompañera de fórmula, Dilma Rousseff- del juicio electoral que podía destituirlo del cargo por supuestas irregularidades y corrupción en la financiación de la campaña electoral de 2014, en una causa que tuvo en vilo la estabilidad del país.
Fue derrotada la tesis de que necesariamente el dinero desviado de Petrobras fue destinado por empresas como Odebrecht a la campaña vencedora en 2014.
Por 4 votos contra 3, el Tribunal Superior Electoral (TSE) decidió absolver a la fórmula Dilma-Temer por el delito de abuso de poder económico que había iniciado el candidato derrotado, Aecio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), hoy aliado del gobierno e investigado por corrupción
“No se saca un presidente todo el tiempo, esto no es un juicio por alimentos, estamos hablando de la Presidencia de la República”, dijo el autor del voto decisivo, Gilmar Mendes, presidente del tribunal.
La gran disputa estuvo en incorporar a este juicio a toda la Operación Lava Jato, incluidas las delaciones premiadas que indicaron que hubo dinero producto de la corrupción en empresas estatales para las cajas del Partido de los Trabajadores y el Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB).
La mayoría del tribunal rechazó, por cuestiones procesales, incluir las delaciones de ejecutivos de Odebrecht que confesaron haber aportado dinero ilegal a la campaña. Esta victoria también es un nuevo interrogante sobre la veracidad de los ‘arrepentidos’, que son la gran marca de la operación anticorrupción Lava Jato.
El voto del instructor Herman Benjamin, que dijo que había un “océano probatorio” con Odebrecht en el centro de la escena, fue enfrentado por los cuatro vencedores que alegaron la falta de pruebas contundentes, la extrapolación del proceso de Lava Jato y la preservación de la soberanía popular.
“No seré sepulturero de pruebas vivas. Puedo participar del velorio, pero no cargo el cajón del muerto”, dijo Benjamin, al citar las investigaciones de Lava Jato sobre que el dinero desviado de Petrobras abasteció a los partidos de gobierno y que esas sumas fueron usadas en la campaña electoral de 2014.
El último voto fue el del amigo de Temer y opositor abierto del PT, Gilmar Mendes, quien defendió la “soberanía popular” y que si la causa iba a su inicio es posible que todos los actos del gobierno sean impugnados porque hubo dinero de la corrupción.
“Hay que interpretar la ley a la luz de la realidad, es un mandato otorgado por el pueblo, el tribunal no es instrumento para solucionar crisis políticas”, dijo Mendes, quien fue abogado del gobierno de Fernando Henrique Cardoso y hoy habitual comensal en la residencia oficial de Temer.
La defensa de Rousseff y de Temer, si bien hoy son rivales, pidió la nulidad de las pruebas, sobre todo las delaciones de Marcelo Odebrecht y de los publicistas Joao Santana y Monica Moura, a quienes acusaron de falso testimonio.
Por la condena votaron Luis Fux, Rosa Weber y el instructor, Benjamin. Por la absolución votaron además de Méndez, Napoleao Maia, Tarsicio Vieira y Admar Gonzaga, estos dos últimos designados por Temer en abril pasado.
El juez Napoleao Maia dio el primer voto contra la destitución por considerar que las delaciones de Petrobras no indican que los sobornos pagados al PT y al PMDB abastecieron la campaña de Rousseff.
“Los perdedores buscaron revertir la decisión soberana de las urnas, un tercer turno electoral en la justicia. No se puede hacer como Poncio Pilatos, que llamó democracia a eso de convocar al pueblo indignado para tomar una decisión”, dijo Maia.
Gonzaga, por su parte, sostuvo que “no hay ningún indicio de que haya habido participación de corrupción en Petrobras en las cuentas de campaña”.
Por su parte, Fux descartó los ritos procesales: “La sociedad vive una pesadilla porque los políticos violaron la soberanía popular. El sistema está contaminado. Los hechos son gravísimos e insoportables. No voy a usar un instrumento procesal para no encarar la realidad, no tendría la paz que necesita un juez”.
Rosa Weber, en línea con el juez Sergio Moro, de la Operación Lava Jato, argumentó que los sobornos de las empresas en Petrobras, así como el instructor, se transformaron en donaciones legales para la campaña de Dilma-Temer, por lo tanto también lo registrado dentro de la legalidad estaba “contaminado”.
Rousseff, destituida el año pasado en juicio político, evitó la inhabilitación por ocho años.
Varios analistas apuntaron que los dos jueces del TSE recientemente nombrados por Temer votaron contra la anulación del mandato.
La sociedad brasileña “vive una verdadera pesadilla por el descrédito de sus instituciones (...), por la falta de pudor de los operadores políticos que, violando la soberanía popular, hicieron exactamente todo lo que el elector no deseaba”, dijo el juez Luiz Fux durante su voto a favor de la anulación del mandato.
Esta victoria da un respiro a Temer, que asumió el poder hace poco más de un año en sustitución de Rousseff, destituida por el Congreso en un juicio político.
“El presidente de la República recibió la decisión del TSE como una señal de que las instituciones nacionales siguen garantizando el buen funcionamiento de la democracia brasileña”, indicó su portavoz, Alexandre Parola.
Poco antes de que se conociese el resultado, Temer, de 76 años, desafió a la corte suprema al negarse a responder a un interrogatorio policial escrito por denuncias de corrupción investigadas en el Supremo Tribunal Federal (STF).
Temer “es blanco de una serie de abusos y agresiones a sus derechos individuales y a su condición de mandatario de la nación”, argumentó su defensa, que pidió el archivo de la investigación por corrupción, organización criminal y obstrucción a la justicia.
La crisis se desencadenó hace tres semanas, cuando salió a luz una grabación hecha por el dueño del gigante cárnico JBS, Joesley Batista, donde el mandatario parece dar aval al pago de un soborno.
Aferrado al cargo, Temer se escuda en la tímida recuperación económica que está experimentando Brasil. (I)
Datos
Michel Temer se convirtió en vicepresidente de Brasil luego de resultar electo junto con su compañera de fórmula, Dilma Rousseff, en las elecciones de octubre de 2010.
El 12 de mayo de 2016, Temer pasó a ser el presidente interino de Brasil, luego de que la mandataria Rousseff fuera separada de su cargo por seis meses para enfrentar un juicio político, pese a no haber pruebas en su contra de haber cometido un crimen de responsabilidad.
Asumió la presidencia de Brasil el 31 de agosto, luego de que Rousseff fue destituida. Juramentó el cargo hasta 2018.
Pese a las denuncias de corrupción en su contra, el mandatario asegura que no hizo nada ilegal y prometió que se mantendrá en el puesto a pesar de las crecientes exhortaciones para que renuncie. (I)