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En diciembre se posesionarán las primeras autoridades designadas por consenso
100 jueces de paz serán nombrados hasta el próximo año en el país
El domingo 26 de octubre en la parroquia El Morro, provincia de Guayas, Julio Morales Evangelista fue elegido por consenso juez de paz y desde diciembre, según lo previsto, será posesionado por el Consejo de la Judicatura para ejercer su cargo por 2 años.
Este árbitro podrá resolver en equidad conflictos individuales, vecinales, comunitarios y contravenciones (excepto en materia penal) dentro de su jurisdicción, a base de mecanismos de conciliación y de acuerdo con los criterios de justicia propios de la parroquia, para así evitar que pequeñas diferencias se conviertan en juicios que muchas veces demoran años en recibir sentencia.
“Siempre he querido servir a mi parroquia y en esta convocatoria vi la oportunidad para hacerlo”, dijo Morales, quien tiene 49 años y está a punto de obtener su título de biólogo marino.
Al igual que Morales, hasta el pasado domingo fueron seleccionados otros 11 jueces comunitarios, pero en diciembre lo planificado es contar con 20, y en 2015 la meta es 100, informó Maritza Crespo, subdirectora nacional de Centros de Mediación y Justicia de Paz.
Las otras comunidades en las que ya fueron elegidos son: Atahualpa (provincia de Santa Elena), Los Andes (Tungurahua), El Nono y La Ferroviaria (Pichincha), Los Esteros y San Sebastián (Manabí), Veracruz (Pastaza), Pangua (Cotopaxi), Lago San Pedro (Orellana) y San Sebastián (Azuay), detalló Crespo, y agregó que para esta semana es posible que sean nombrados más jueces para La Sofía, La Bonita (ambas en Sucumbíos) y Alluriquín (Santo Domingo de los Tsáchilas).
Proceso de elección
Crespo explicó que antes de elegir a los jueces de paz se socializó la idea en las comunidades, se preseleccionó a personas representativas y respetadas en la parroquia, que además cumplan con requisitos como haber culminado por lo menos la instrucción primaria, habitado mínimo 3 años en la localidad, no ser familiar de alguna autoridad de la zona, entre otros.
La subdirectora nacional de Centros de Mediación y Justicia de Paz mencionó que conforme transcurría el proceso algunos de los voluntarios preferían dar paso a otros porque eran conscientes de que no podrían cumplir, sobre todo por cuestiones de tiempo disponible.
Crespo explicó que un juez de paz debe destinar al menos 8 horas semanales a esa función y como eso no es posible para todos los aspirantes, optaron por desistir. Finalmente, entre los pobladores se nombró al más idóneo, no por votos y no siempre por unanimidad, pero sí por consenso.
“Es posible que un morador no esté de acuerdo en que el candidato de la mayoría sea juez, porque prefiere a otro, pero a esa persona le preguntamos, por ejemplo, si podría dormir tranquila sabiendo que el elegido no es su favorito; si no tiene problemas, nombramos al más aceptado dejando claro que fue elegido, pero no de forma unánime”, detalló Crespo.
Promoción de la cultura de paz
Rocío Cárdenas, una de las socializadoras del programa, manifestó que aquellas personas que no fueron designadas como jueces serán promotores de la cultura de paz, pues adquirieron ese compromiso desde la preselección, esto significa que fomentarán la mediación en sus comunidades.
Algo que conoció Cárdenas durante las diferentes asambleas en las que participó, es que la gente no muestra interés por aprender sobre justicia, pues en este tipo de poblaciones no era común tratar estos temas y ahora sienten que tienen acceso a tal servicio.