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A los 13 años sintió el primer impulso asesino

Pedrinho confiesa en un tatuaje que mata por placer

Pedrinho confiesa en un tatuaje que mata por placer
08 de agosto de 2014 - 00:00 - Redacción Agencias

Pedrinho Matador es considerado el mayor asesino serial de Brasil. Con 71 víctimas confirmadas, este salvaje y poderoso asesino no se detuvo en la prisión, donde mató a más de 40 personas, entre reos y guardias.

Tal era su poder, que en una ocasión 5 prisioneros lo atacaron y él los venció; y tal su crueldad, que mató a su padre a machetazos y le arrancó el corazón.

Pedro Rodrigues Filho vino al mundo en 1954 y ya estaba marcado por la violencia. Cuando se encontraba en la placenta de su progenitora, su cráneo sufrió una leve deformación por una patada que su padre le dio en el vientre a la madre.

Este acto de violencia habría de costarle demasiado caro a él y a Brasil; pues, según la opinión de los expertos, le ocasionó al individuo trastornos cerebrales en áreas asociadas con la empatía y la reacción a los estímulos del entorno, entre otras cosas.

También le habría afectado el haber trabajado de niño en un matadero de aves de corral y la conducta agresiva y genéticamente heredable de su padre.

Sus primeros impulsos de matar

A los 13 años Pedro sintió por primera vez el impulso de matar, cuando peleaba con un primo mayor, se salió de control y lo comenzó a golpear brutalmente, para finalmente intentar matarlo al empujarlo en una prensa de caña de azúcar. Pero el primo sobrevivió.

Ya a los 14 años Pedro encontró el pretexto perfecto para desahogar su ira, cuando el viceprefecto de Alfena inculpó a su padre de robar desayunos escolares. En realidad, el viceprefecto quería despedir al padre de Pedro y, ya que éste era guardia de seguridad, acusarlo de robo equivalía a acusarlo de hacer aquello que debía evitar. Pedro asesinó al viceprefecto y después al guardia que habría sido el verdadero ladrón.

Siendo aún menor, Pedro evadió a la justicia refugiándose en el área de Mogi das Cruzes (dentro de Sao Paulo), donde conoció a algunos narcotraficantes e ingresó al mundo de la droga, viviendo de aquello y de algunos robos.

Se dedicó al narcotráfico

Por ese entonces también conoció a ‘Botinha’ (sobrenombre), la viuda de un líder del narcotráfico. Ella se transformó en la pareja de Pedro y él pasó a vivir en la casa de ella, asumiendo también las funciones (de narcotraficante) de su difunto esposo.

Una vez asumidos sus nuevos poderes en el mundo del narcotráfico, Pedro tuvo que eliminar a 3 excolegas. Las cosas marcharon relativamente bien por un tiempo, hasta que ‘Botinha’ fue ejecutada por la policía y él se vio obligado a escapar.

Pese a ya no contar con el apoyo de la mujer con la que ingresó al mundo de la venta de drogas, el individuo consiguió rápidamente juntar un grupo y montar su propio negocio de drogas. Paralelamente comenzó una búsqueda obsesiva de los responsables de que hayan asesinado a ‘Botinha’, torturando a cuantas personas creía necesario para hallar información.

Finalmente, la exesposa de ‘El Director’ (un narco importante) le informó a Pedro que éste era el responsable de la muerte de su mujer.

Llegó así una noche de bodas en que ‘El Director’ disfrutaba del diálogo, el baile y el buen vino. De pronto apareció Pedro con 4 amigos. Las balas zumbaron y 7 personas fallecieron y otras 16 quedaron heridas. Pedro aún no era mayor de edad, y ya era todo un asesino.

Le arrancó el corazón a su padre

Un día Pedro se enteró de que su padre había matado a su madre con 21 puñaladas. Invadido de furia fue a visitar a su padre llevando un enorme machete, con el cual le propinó tantos cortes que perdió la cuenta… Luego, viéndolo convertido en un amasijo de carne cortada, le hizo un par de incisiones en el pecho y con ira le arrancó el corazón, llevándoselo a la boca, arrancándole un pedazo de una dentellada y arrojándolo cual si fuese un pedazo de basura.

Pedro consiguió escapar por un tiempo de la justicia, pero el asesinato de su padre llamó demasiado la atención y el 24 de mayo de 1973, después de que su hermana fuese asesinada por razones desconocidas, Pedro fue detenido y llevado a la prisión de Araquara en Sao Paulo. Para aquel entonces tenía 19 años.

Ese día él y otro detenido subieron al furgón policial para ser llevados a prisión. Ambos estaban esposados y cuando se abrió la puerta del vehículo, solo Pedro estaba vivo. Había matado al otro recluso, supuestamente por violador.

‘Pedrinho’ fue condenado a 126 años por robo, tráfico de drogas y múltiples homicidios. Pero la cárcel no lo detuvo y siguió matando sin miramiento alguno. No siempre mataba con armas, no siempre las necesitó. Era una máquina de matar, y habría de acabar con 47 personas (entre reclusos y guardias).

Según se supo, la capacidad de combate de Pedro era tal que una vez 5 reclusos lo atacaron juntos, pero Pedro mató a 3 y dejó gravemente heridos a los otros.

Quizá el único asesinato justificable de Pedro fue aquella vez en que mató a otro recluso que era su amigo. Y es que su amigo era también el hombre que tiempo atrás había matado a su hermana, por lo que Pedro, al enterarse, lo decapitó.

En 2003 y pese a tener 126 años de condena, se pensó en liberar a Pedro debido a que una ley prohibía a cualquier persona estar en prisión más de 30 años, pero siguió apresado.

En 2007 surgió nuevamente la controversia —ocasionada por la ley según la cual el preso no puede estar más de 30 años— sobre la libertad de Pedro, y esta vez el asesino fue liberado el 24 de abril de ese mismo año.

Nuevamente libre, Pedro participó en motines y ganó notoriedad después de prometer que acabaría con la vida de un individuo conocido como el ‘Maníaco del Parque’, un asesino en serie que había estrangulado a varias personas en Sao Paulo.

Por esta situación, el 14 de septiembre de 2011 fue recapturado en la casa que tenía dentro de Balenário Camboriú, por los agentes de la División de Policía Civil de Investigaciones Criminológicas.

Pedro sigue en prisión, y en uno de sus recientes tatuajes se puede leer un mensaje, en el que expresa con sinceridad la motivación que lo lleva a cometer sus crímenes. Dice así: ‘Mato por placer’.

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