En 2007, Lady C. era una adolescente de 13 años, con los intereses propios de su edad, y habitaba en el barrio Córdoba en la ciudad de Ibagué (Colombia) junto a su madre, Beatriz Cuevas.      

En ese tiempo, Lady quería rodearse de chicos de su edad y estudiar. Lamentablemente, su madre no pensaba igual. Éder Giovanni C., de 23 años, era el vecino de al frente que comenzó a visitar a la mujer para colaborarle con algunas tareas domésticas como hacer las compras.  

Al poco tiempo de que Éder frecuentara a la familia surgió una relación amorosa con Lady, la menor de cuatro hermanos, unidos por un vínculo materno.

Luego de unos meses de relación, ambos migraron a Lago Agrio (Sucumbíos) para formar una familia y procrearon una hija al año siguiente. Ella tenía 14 años.  

Desde entonces han pasado 7 años y Claudia Guzmán, hermana mayor de Lady, aún recuerda que a la adolescente no le gustaba salir con Éder. “Un día fue a visitarme y me confesó: Hermana, yo no quiero estar con él. Al final retomó la relación por órdenes de mi madre”.  

Claudia no se ha separado de su hermana desde el 16 de mayo pasado, cuando Lady, ya de 20 años,  ingresó a la Unidad de Quemados del Hospital Eugenio Espejo de Quito, luego de que su conviviente roció con gasolina su equipaje y le provocó quemaduras en el 53% de su cuerpo cuando pretendía volver a su país y dejarlo definitivamente.

“Lady era una niña con excelentes proyecciones y dedicada a sus estudios, pero con baja autoestima”, recuerda Claudia, quien llegó desde Colombia al saber del incidente.

Cree que Éder supo aprovechar la fragilidad de la adolescente, pues en los 7 años de convivencia enfrentaron varios episodios de violencia. “Lady llegó a justificarlo. ‘Es que no sé lavar ni planchar’, dijo en una de las ocasiones que él la golpeó”, recuerda Claudia.

Hace 3 años lo denunció

En 2011, Lady volvió a Colombia y solicitó ante la Comisaría Tercera de Familia de Ibagué, la custodia de su hija Paula Andrea, en donde denunció maltrato psicológico, verbal y físico de su pareja.  En ese tiempo, vivió con Claudia, pero a los pocos meses Éder la buscó y le pidió perdón. Ella accedió y los tres volvieron a Lago Agrio.

Claudia rememora a Éder como un joven de pocas palabras, que no fumaba ni bebía, simplemente prometía que “iba a cambiar”. Pero cuando se enojaba, podía llegar hasta las amenazas.    

Desde que Lady ingresó al centro de salud, su hermana le da ánimo para que no se deprima. “Chamana,  siempre me decía”, recuerda.  

Cada día le realizan operaciones quirúrgicas debido al delicado estado de su piel, particularmente en el área del tórax.  

A pesar de toda esta tragedia, Claudia agradece enormemente a las personas que la están ayudando. A los pocos días de llegar, una compatriota suya que reside en Quito le brindó hospedaje.

También recibe ayuda de Jorge Acero, coordinador de Derechos Humanos de la Federación de Mujeres de Sucumbíos, quien le informó que el caso se encuentra en indagación previa por la Fiscalía de esa provincia.  

Claudia  tiene la  custodia temporal de Paula Andrea, su sobrina. Ha empezado a recopilar la documentación necesaria para llevarla a Colombia con su familia. Allá los esperan 2 hermanos más que apoyarán a Lady y su hija a superar este amargo episodio.