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Familiares de ecuatoriana fallecida en Arizona piden traslado de cuerpo a Nueva York

María Gordillo y Fausto Punín, abuela y tío de Maritza, levantaron un pequeño santuario en honor a la joven.
María Gordillo y Fausto Punín, abuela y tío de Maritza, levantaron un pequeño santuario en honor a la joven.
Foto: El Tiempo
09 de abril de 2018 - 00:00 - Redacción Justicia

Con la ilusión de abrazar a sus padres, Edison Mario Punín y María Dolores Punín, partió el 7 de mayo de 2012 Maritza Jacqueline a Estados Unidos. Su travesía terminó en desgracia en el desierto de Arizona, frontera con EE.UU., fueron hallados sus restos.

Maritza Punín, madre de dos niñas, habitaba con sus dos tíos y su abuela en una vivienda de la comunidad Tocteloma, en el cantón Gualaceo, provincia de Azuay.

Su abuela María Luz Gordillo fue la persona que la vio por última vez en la comunidad. Ella le preguntó dónde iba, Maritza le respondió que a Guayaquil a ver a sus hijas.

Fausto Punín, tío de la víctima, indicó que hace seis años salió su sobrina con rumbo a EE.UU. para reunirse con sus padres que viajaron a ese país cuando era una niña; además iba a trabajar para mejorar la situación económica de sus dos hijas.

Para ello, contrató los servicios de coyoteros, a fin de que la ayudaran a pasar la frontera e ingresar ilegalmente al país del norte.

En su periplo, Maritza Jacqueline pasó por Honduras, Guatemala y Nogales (México). Un mes después llegó hasta Tucson (Arizona). Las autoridades fronterizas de EE.UU. encontraron el cuerpo sin vida de la mujer.

A través de la fundación Colibrí que efectuó una prueba de ADN, en agosto de 2017, se identificaron los restos de la mujer como los de Maritza Punín, indicó su hermana Amparito al activista social Giovanni Fernández, ecuatoriano radicado en la comunidad Patchogue, en Nueva York.

Edison Punín, de origen guayaquileño, radicado 24 años en Estados Unidos, recordó que le dijo a su hija que esperara, pero se arriesgó. Entre el 9 y 14 de julio de 2012 tuvo información del coyote conocido como “Compita”, que cayó preso y después salió, pero su hija se quedó.

El 3 de abril de este año conoció que estaba muerta.

María Dolores tenía la ilusión de hallar con vida a su hija, pero las esperanzas las perdió cuando comprobaron que estaba muerta.

Ahora ella pide al Consulado ecuatoriano que la ayuden a repatriar los restos de Maritza, que están en Arizona, a Nueva York.

Además, la mujer pidió a la comunidad Patchogue que la ayude a conseguir dos visas humanitarias para que sus dos nietas, hijas de Maritza, viajen a Estados Unidos para que asistan a su funeral.

Para María Dolores es peligroso viajar por la frontera estadounidense. Por eso pidió a las madres y padres ecuatorianos que “no se dejen convencer de los coyotes, que no traigan a sus hijas por la frontera a EE.UU. Es un dolor no saber cuándo se pierde un hijo”. (I)

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