Ecuador, 24 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

La escuela está situada en un antiguo campamento militar, en el cantón pasaje, el oro

La primera prueba de los futuros guías penitenciarios es alejarse de sus familias

Jury se despide con un abrazo de su esposo Luis, con quien procreó una bebé de 1 año y 3 meses. Lylibeth Coloma / El Telégrafo
Jury se despide con un abrazo de su esposo Luis, con quien procreó una bebé de 1 año y 3 meses. Lylibeth Coloma / El Telégrafo
11 de diciembre de 2015 - 00:00 - Karla Naranjo Álvarez

Jury y Luis están abrazados en medio del tumulto. No quieren soltarse, pues no saben cuándo se volverán a ver. La joven hasta 2017 se preparará, en un régimen de internado en la primera Escuela de Formación Penitenciaria de Ecuador, situada en el cantón Pasaje de la provincia de El Oro.

Son las 14:30, la hora anunciada, a través de los altoparlantes, para la despedida. Él besa su rostro y ella no deja de llorar, ambos tienen los ojos cerrados y piensan en la tristeza que sentirá la hija que procrearon hace un año y 3 meses. “Me perderé su crecimiento, sus locuras, pero esto es por ella también”, dice Jury.

A unos metros de ellos, Piedad bendice a su hija deslizando su mano por su frente, pecho y hombros. Para ella, es difícil dejar a Lisseth en aquella escuela, ya que sospecha que la capacitación será dura, pues estará enfocada en cuidar a personas privadas de la libertad (ppl).

Piedad acepta que debe acostumbrarse, ya que después de cursar la tecnicatura en Seguridad Penitenciaria la vida de la que siempre será ‘su pequeña’ se desarrollará en cualquiera de los aproximadamente 30 Centros de Rehabilitación Social (CRS) de Ecuador.

“Es muy difícil despedirse, pero nosotros estamos aquí por ellos mismos y por nuestro crecimiento profesional”, expresa la joven.

Jury y Lisseth son dos de los 500 aspirantes a Agentes de Seguridad Penitenciaria (ASP) que pasaron las pruebas físicas, psicológicas, médicas y de confianza que iniciaron en agosto de 2015. En el camino se quedaron más de 2.000 postulantes que no cumplieron los requisitos. Una mujer que no fue a despedir a nadie se quejaba de que eran 700 cupos y que aún había capacidad para 200 más, pero la selección fue rigurosa.

En la mañana el sol inclemente sofocaba a las miles de personas que intentaban protegerse bajo las carpas y los árboles, alrededor de un amplio patio como del tamaño de unas 3 canchas de básquet. Solo unos 4 precavidos tenían sombrillas. La tarde, en lo que antes fue un campamento militar, se tornó sombría, algunas nubes se oscurecieron.

Más de un centenar de personas ‘aguantaban’ los penetrantes rayos al igual que los 500 alumnos que a las 11:00 ya estaban encolumnados, separados en 2 bloques los hombres y mujeres, en la explanada descubierta.

Los estudiantes tomaban distancia entre uno y otro hasta formar perfectas líneas verticales, horizontales y diagonales. En sus puestos se acomodaban el grueso uniforme azul marino, las botas y la gorra de color negro. Luego se colocaban en posición ‘firmes’ para el ingreso de las autoridades que inauguraron la escuela asentada en 30 hectáreas de terreno: Ledy Zúñiga, ministra de Justicia; René Ramírez, secretario de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt); Carlos Zambrano, gobernador de El Oro; Karina Argüello, subsecretaria del Ministerio del Interior, entre otras.

“Los alumnos deberán someterse a un régimen de internado, separarse de sus familias y cumplir con exigencias académicas, físicas y de destrezas”, expresa Horacio Tamayo, director de la Escuela de Formación Penitenciaria.

Clima inclemente causa malestar

Una de las jóvenes de la primera fila sentía que sus piernas perdían fuerzas, se tambaleaba ligeramente y el color bronceado de su piel se tornaba amarillento. Nerviosa tomó la mano de la compañera de la derecha y ella la ayudó a salir de la formación para ir a un lugar donde no ‘pegara’ el sol, darle un poco de agua y un caramelo. Lo mismo ocurrió con otros 2 de sus compañeros. El calor era insoportable y los canes amaestrados que acompañaban a los antiguos guías también lo sentían, estaban agitados y con la lengua afuera.

Ledy Zúñiga, ministra de Justicia, destaca que “Ecuador se convierte en un referente en la formación de Técnicos en Seguridad Penitenciaria”, los asistentes reaccionaron a esa frase con aplausos y ella acota -a renglón seguido- que los ppl “recuperan su dignidad porque antes perdían la calidad de seres humanos”.

La funcionaria, ataviada con un corto vestido color morado, pese al clima y a que está en los últimos meses de embarazo, recorrió los senderos del terreno que a veces parecía un bosque por la cantidad de árboles. Lo primero que exhibe es una estructura similar a las celdas de las cárceles regionales, donde se practicará cómo hacer requisas o actuar en motines.

Luego caminó por una de las 24 aulas, los dormitorios y un polígono virtual: un cuarto oscuro con una pantalla parecida a la de un cine, donde se simularán diferentes situaciones como un videojuego. El instructor podrá seleccionar y crear diferentes escenarios, como un motín, una requisa, un traslado, ataques; las imágenes se proyectan y sumado a sonidos y vibraciones en pecheras o gas de entrenamiento, se medirá el nivel de reacción.

Por ahora, la primera prueba que enfrentan en la escuela es la distancia de sus seres queridos. Antes de que el reloj marcara las 14:30, Juan aprovechó el último momento para besar a su hija, de 3 años; Tomás saboreaba un pescado frito con yuca que le preparó su madre y le llevó en una tarrina; Susana le tomó fotos a su hija uniformada para recordarla hasta que pueda volver a verla; un padre le dio palmadas en la espalda a su hijo mostrándole su apoyo, y otros solo se abrazaban en silencio hasta que anunciaran que ya debían despedirse, así como Jury y Luis. (I)

Contenido externo patrocinado