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La hermana de la joven no la culpa del hecho y pide que salga de la cárcel

La familia de Tayra reúne dinero para los gastos judiciales y lograr su libertad

Sandra vende tortillas para mantener a su familia. Los dolores en sus rodillas han aumentado. Foto: Francisco Ipanaqué / El Telégrafo
Sandra vende tortillas para mantener a su familia. Los dolores en sus rodillas han aumentado. Foto: Francisco Ipanaqué / El Telégrafo
07 de agosto de 2015 - 00:00 - Redacción Justicia

Un día antes de que su nieto falleciera, ‘Sandra’ tuvo la visión de que eso pasaría. La forma de una mujer robusta se posó delante de él y para ella se trataba de la muerte.

La tarde siguiente, el 31 de julio de 2015, el menor fue herido en el tórax con un cuchillo que una de sus tías lanzó cuando discutía con una hermana. El adolescente llamado Alonso, de 14 años, perdió la vida minutos después.

¿Qué pasó? ¿En qué momento Tayra y Zayra perdieron el control para llegar a ese nivel de agresión? Sandra no puede responder, ni ella se imaginó que algo así podría pasar. Sus hijas, según dijo, no habían tenido riñas graves antes, solo los típicos líos, porque los hijos de ambas peleaban entre ellos.

Un pasillo angosto y oscuro de un metro y medio de largo se atraviesa para ingresar a la casa de la familia. Aunque ahí viven unas 15 personas, entre niños y adultos, les hace falta Tayra, quien quedó tras las rejas por el hecho. Ella tiene 3 hijos. El menor, quien aún usa pañales, sería el más afectado.

Ahora Sandra debe hacerse cargo de los pequeños, aparte de los 2 vástagos de otra de sus 7 hijas, una joven, de 22 años, que tiene problemas de adicción; el padre de los niños también es adicto. Es común que ella desaparezca por días o semanas. Por ejemplo, la última vez que la vieron pasar fue en el velorio de Alonso.

En Guayaquil, a una semana del suceso, algunas personas usan sombrillas para protegerse del sol, la temperatura sobrepasa los 30 grados centígrados, pero en la planta baja de la casa no entra ni un solo rayo de sol. Un solo foco, no tan potente, alumbra el único ambiente en el que están la sala, comedor y cocina.

El área no sobrepasa los 5 metros cuadrados. Ahí mismo hay unas tambaleantes escaleras de madera que conducen al dormitorio de la abuela, junto al que hay un espacio para cocinar y otro donde duermen algunos de sus más de 12 nietos. Todo parece construido por manos inexpertas.

En una mesa, Sandra con uno de los chicos enumera y firma unas tablas de juego para un bingo benéfico que se realizará el 15 de agosto, afuera de la vivienda, en las calles 21 y la A. Cada una costará $ 1. El dinero servirá para cubrir los gastos y trámites judiciales en el caso de Tayra.

En el sector hay un mercado que se extiende por varias cuadras del Suburbio, el ruido y el vaivén de las personas tratando de pasar por el poco espacio que dejan los comerciantes es normal. Ahí se encuentra frutas, verduras, carnes, ropa nueva y usada y hasta objetos tecnológicos de segunda mano.

A las 17:30 la mujer se mezcla entre los vendedores y en una esquina arma unas mesas y ofrece tortillas de maíz con café; las ventas son buenas casi siempre. Sus hijas la ayudan y también reciben dinero.

Estos últimos días no salió, pues con la partida de su nieto y la prisión de una de sus hijas se acrecentó el dolor de su rodilla y columna, pero sus clientes la fueron a buscar a su casa.

Sin rencor

Ingrid, la madre de Alonso e hija de Sandra, parece ser de corazón duro y de no mucho sonreír. “No porque usted no me vea llorar o darme contra la pared significa que mi hijo no me duele. Es mi hermana y la amo, no guardo rencor contra nadie, ni la acuso, porque eso fue un accidente. Los padres debemos saber que nuestros hijos son prestados, son de Dios y Él es el que le da la paz a mi corazón”.

La progenitora, Ingrid, reveló que tanto ella, sus hermanas, sus hijos y sus sobrinos, todos son creyentes y confían en Cristo. Eso no significa que sean perfectos y no cometan errores.

“Quiero que mi hermana sea liberada. Aquí hay 3 niños que la extrañan. Yo no busco culpables”, afirmó. Además, narró que para retirar de la morgue el cadáver de su hijo mayor debió declarar en la Fiscalía, pero desconocía que eso era una acusación. Ahora debe retirarla.

Le pidió perdón

Ingrid rememoró que en la audiencia de formulación de cargos, en la que procesaron a Tayra por homicidio culposo, no pudo verla; pero antes de eso la tuvo en frente por pocos minutos. La acusada le pidió que la perdone.

“No tengo nada que perdonarte, no debes preocuparte”, le respondió y vio que la mirada de su hermana recuperó un poco de paz.

Otra hermana de la detenida, quien terminaba de cocinar para los niños que llegan de una escuela cercana a eso de las 12:30, coincidió con que Tayra ya no debe estar en la cárcel.

La joven comentó que Tayra y Zayra discutían, porque la primera sacó una ropa lavada que aún estaba húmeda y tendida en un cordel, para tender otra recién salida de la lavadora.

La última de éstas, luego de un intercambio de palabras ofensivas, empujó a la otra que no pudo controlar su caída al resbalarse por un aceite regado. Fúrica, sin esperar levantarse bien, empezó a tirar todo lo que tenía al alcance, entre eso un cuchillo, el que le cayó a Alonso.

Para la abuela, “el diablo se metió en esto. El niño hace unos meses jugó ese ‘Charlie Charlie’. Para mí es lo mismo que la Ouija, solo que con diferente nombre”.

“Sandra es muy importante en esta casa. Es la que nos hace reír, la que si no llega la mamá de uno de los bebés ya está pensando en darles de comer, en ayudarlos. No sé cómo sacar a mi hija de ahí. Soy una guerrera, pero ya no tengo las mismas fuerzas”, lamentó sin contener el llanto. (I)

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