Las aulas estaban vacías. Las clases habían sido suspendidas en el establecimiento educativo, ubicado en la cooperativa Paraíso de la Flor, en el noroeste de Guayaquil.

Eran las 07:10, un conserje abrió la puerta metálica y el fiscal César Peña ingresó para realizar la diligencia de reconocimiento del lugar como parte de la investigación por el delito de abuso sexual.

“Parece ser que como estrategia de las autoridades del plantel no han querido que asistieran los alumnos ni padres de familia. Todos serán convocados a dar su versión. No olvidemos que si ocultan información pueden incurrir en delito de fraude procesal”, explicó Peña.

Un profesor de la unidad educativa particular fue capturado como sospechoso de abusar de ‘Julián’ (nombre protegido), niño de cinco años. La abuela del pequeño fue quien denunció el hecho.

El docente, que dictaba clases pese a no tener título universitario y al que algunos niños lo conocían como ‘el malo’, supuestamente manoseaba las partes íntimas del menor y lo obligaba a tocarle su miembro.

Peña explicó que la víctima contó que el profesor lo llevaba a un ‘cuarto oscuro’ y ese fue uno de los objetivos del recorrido: determinar el área donde se cometía el delito.

El funcionario estimó que un laboratorio de computación -adecuado en la segunda planta- que aparentemente no funcionaba (por la acumulación de polvo en los teclados) sería el espacio buscado, pues los vidrios de las ventanas estaban cubiertas con láminas oscuras y con la luz apagada había poca visibilidad.

‘Julián’ no fue el único niño que mencionó aquel lugar. Clara denunció el jueves que su hija le contó que la habían llevado al ‘cuarto oscuro’ y que un profesor le tocó la mano. “Ella me dice que no le   tocaron otra parte de su cuerpo, pero me da miedo que haya pasado algo más y esté amedrentada. Por eso solicité que le hicieran un chequeo médico y una valoración psicológica”.

Clara contó que a otros cuatro padres de familia, sus hijos les comentaron de aquella área.

El recorrido del fiscal incluyó el aula de clases de ‘Julián’, en la planta baja. La clase es amplia y la decoración es colorida. También conoció los demás salones. En ese piso se encontró con un sitio muy pequeño, sin seguridad en la puerta y sin electricidad, además un olor nada agradable.

El conserje explicó que ahí antes había un baño, pero que desde que hubo remodelaciones no es usado. “Pero aquí cualquiera puede entrar. Se debe precautelar la seguridad de los niños”, replicó el fiscal.

Desde afuera se escuchaban gritos. Había personas discutiendo. Una mujer robusta, vestida con colores llamativos, decía que era injusto que empañaran el nombre de la institución. Gritaba que su hijo estudió en ese plantel y nunca le ocurrió nada.

“Pero a nuestros hijos, sí. Lo suyo fue en otro tiempo y no estamos en contra de la institución, sino de un profesor que ya está preso”, manifestó la progenitora de otro alumno del grado de ‘Julián’.

La mujer se alejó y dijo: “ella no entiende porque no es su hijo, no siente el miedo que tenemos nosotros ahora. Ya no sabemos si traer a clases a los niños”.

Las agresiones verbales continuaron hasta las 08:10 cuando llegó un patrullero con cuatro policías. (I)

CAMPAÑA

El silencio no ayuda
→La campaña ‘Rompe el silencio’, que lleva a cabo la Policía, pretende evitar más casos de delitos sexuales. De enero a noviembre de 2017, la Dinapen registró 2.021 denuncias y 157 detenidos con boleta o en delito flagrante.

→6 a 12 años son las edades ideales para que el títere ‘Paquito’ dé consejos de prevención a los niños y adolescentes.

Funcionarios capacitados
→140 agentes se prepararon en pedagogía, actividades lúdicas, leyes, entre otros, para que repliquen lo aprendido.