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Un reencuentro familiar que esperó 56 años

María Teresa y Ángela Romero (d) se abrazan durante el reencuentro. Foto: John Guevara / El Telégrafo
María Teresa y Ángela Romero (d) se abrazan durante el reencuentro. Foto: John Guevara / El Telégrafo
04 de agosto de 2015 - 19:03

Dos hermanas se reencontraron la tarde de este martes 4 de agosto, en Quito, luego de que ambas por más de 50 años desconocían su ubicación y no habían mantenido contacto alguno.

Ángela Romero Freire tenía apenas 12 años, en 1959, cuando la llevaron a una casa para trabajar en los quehaceres domésticos en el sector de la Basílica, centro de la capital. Desde ese entonces no volvió a ver a su hermana mayor María Teresa, hasta el día de hoy.

La Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased) posibilitó el encuentro familiar al resolver el caso. María Teresa Romero colocó la denuncia de la desaparición de su hermana el 17 de julio de este año. Dijo que la buscó incansablemente, pero nadie "le daba razón".

"Es la última vez que lo intento, ya estoy vieja, le doy gracias a Dios por encontrarte", dijo María Teresa, de 77 años, al volver a ver a Ángela.

El capitán César Lozada, agente investigador de la Dinased, afirmó que se aplicaron los protocolos de investigación de las personas desaparecidas, a través de la recolección de información, y finalmente Ángela fue encontrada en Carapungo, norte de Quito.

De acuerdo a la denuncia, el padre habría vendido a Angela cuando era menor y la dejó en el sector de La Basílica. En ese tiempo, ella comenzó a trabajar en casas de familia.

Ángela, ahora una mujer de 68 años, recordó que sufrió mucho y siempre se preguntó dónde estaba su familia, pero tampoco nadie le brindó información de sus parientes en estos 56 años. "Tengo resentimiento en mi corazón, mi hermana era mayor, me pudo haber buscado, yo era una niña", manifestó conmovida.

En el reencuentro, María Teresa le explicó que su padre las "vendió" al fallecer su madrem y que prácticamente también creció huérfana, con otras personas. "Yo también sufrí en este tiempo", le dijo.

Los hermanos Romero son siete y oriundos de Píllaro, provincia del Tungurahua. Ángela es la sexta. En estos 56 años la mujer se casó, tuvo una hija, se convirtió en abuela y también en bisabuela. Ahora las familias de las hermanas buscarán un acercamiento, luego de un prolongado alejamiento de más de medio siglo. (I)

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