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El Telégrafo
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Cuando “curarse” se convierte en último adiós

Cuando “curarse” se convierte en último adiós
10 de junio de 2012 - 00:00

La última vez que Daniel y Katy vieron con vida a su madre fue cuando ingresaba al quirófano. Ella les dio la bendición y, a su vez, ellos la tranquilizaron diciendo que en pocos minutos la volverían a ver. 

Fue una mañana de marzo de 2008 cuando Beatriz Becerra, de 54 años, aceptó someterse a una cirugía de bypass gástrico para bajar de peso. Esta intervención quirúrgica tiene por objetivo reducir de forma permanente la ingesta de alimentos.

Se separa el estómago en dos partes, la una se une al intestino delgado, el resto permanece aislado del flujo alimenticio, produciendo jugos gástricos. Los alimentos no siguen su trayecto habitual, pasan directamente desde la bolsa estomacal al intestino bajo.

Beatriz fue intervenida un jueves en la mañana, un día después le dieron el alta; sin embargo, su malestar no cesaba, el sábado fue llevada hasta un centro de salud, pues el dren (dispositivo que facilita la salida de líquidos) que le habían colocado despedía mal olor.

Los fuertes dolores y náuseas continuaron y Beatriz tuvo que ser reingresada a la clínica el domingo por la mañana. A pesar de las dolencias, el médico que la había operado, Maximiliano Torres, le restó importancia a la situación y únicamente les dijo que mandaría a otro galeno para que se encargue.

No fue hasta el lunes en la noche que Torres les comunicó que la operarían de emergencia para realizarle una limpieza estomacal. En los 45 minutos siguientes, el galeno salió por tres ocasiones a la sala de espera, a comunicarles de las complicaciones que se habían presentado.

Primero les dijo que su madre tenía problemas en el corazón, luego que había sufrido una hemorragia a nivel pulmonar, hasta que a las 19:45 anunció que Beatriz no había soportado la cirugía y falleció.

En medio de la confusión y el dolor, la familia ingresó al quirófano, y el olor que percibieron era insoportable. Su hijo Daniel llamó al médico para pedir una explicación, pero Torres ya había salido de la clínica. Beatriz fue llevada hasta la sala de velación, pero luego, por consejo de un familiar se le realizó la autopsia. La misma indicó que la causa de muerte se debía a una infección generalizada: se hallaron abscesos con contenido sanguinolento y sangrado gástrico.

Según la historia clínica, Beatriz presentó una descompensación, evidencia de un sangrado digestivo, vómito y un paro cardiorrespiratorio. Su hija Katy recuerda que cuando consultaron con el médico la posibilidad de la operación, éste nunca les aclaró las posibles complicaciones, tampoco les aconsejó algún otro procedimiento. Únicamente les dijo que esa cirugía era la solución para bajar de peso, sin necesidad de tomar pastillas o hacer dieta.

10-06-12-policial-parejaUna persona que corrió con suerte tras la operación

El 2 de julio de 2010, Patricia Mendoza se sometió a una cirugía bariátrica (conjunto de procedimientos quirúrgicos usados para tratar la obesidad) bajo la técnica de manga gástrica, en el cual con grapas de titanio se reduce de un 60 a 80 por ciento el estómago.

El procedimiento le fue recomendado por un cirujano laparoscópico en una clínica de la capital. Patricia tenía un peso de 169 libras, una estatura de 1,57 metros, además de un índice de masa corporal (IMC) de 31. Cuatro días después  le dieron el alta, sin embargo tenía náuseas y problemas para tragar la saliva.

Dos días después su situación empeoró y debió ser reingresada a la clínica. Ahí permaneció hasta el 6 de agosto, en ese tiempo se le practicaron 3 cirugías más, luego de las cuales permaneció varios días en terapia intensiva.

Despertó con una herida en la barriga del porte de su mano, “todo lo que intentaba comer salía por ahí”, recuerda Patricia. Tenía una manguera en el lado izquierdo del cuerpo, por donde salía la saliva, y una sonda a través de la cual ingresaba alimento hacia el intestino. Entre las complicaciones sufrió  peritonitis, fallas multiorgánicas y derrame pulmonar.  

En agosto, debido a su estado de salud, Dorby Albornoz, esposo de Patricia, decidió trasladarla hasta otra casa de salud. En los exámenes que se le practicaron se observó material de sutura, es decir, grapas a lo largo del esófago.  

Desde el 2 de julio hasta el 21 de enero Patricia no pudo comer nada. En la quinta operación, otro equipo de médicos, planteó como solución definitiva la extirpación de la parte final del esófago, uniéndolo al intestino delgado.

Patricia perdió el cardias y el píloro, válvulas estomacales que dejan pasar el alimento ya digerido; todo lo que  ingiere, pasa directamente a su intestino.

Cada comida para Patricia se volvió un sacrificio, debido al continuo malestar que siente. Aconseja pensar dos veces antes de tomar una decisión que afectará toda su vida. Una de las clínicas que ofrece el servicio, asegura haber hecho 675 operaciones de este tipo.

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